Jim Graham, hijo de un sacerdote pero criado por otra persona (captura de video)
Se estima que el 30 por ciento de los sacerdotes no cumple con el celibato. Si sólo el 1 por ciento de los 400 mil curas que hay en el mundo tuviera un hijo, "habría como mínimo 4.000 que podrían necesitar ayuda emocional y de otra clase por parte de la Iglesia", dijo uno de ellos en una impactante investigación de "The Boston Globe"
Cada una de las historias que presenta The Boston Globe son trágicas. Pero
lo más impresionante acaso sea el gran número posible de esas vidas
difíciles: las de los miles de niños engendrados por sacerdotes, que
vivieron marcados por el secreto, la vergüenza, la ilegitimidad, el
rechazo o el abandono.
lo más impresionante acaso sea el gran número posible de esas vidas
difíciles: las de los miles de niños engendrados por sacerdotes, que
vivieron marcados por el secreto, la vergüenza, la ilegitimidad, el
rechazo o el abandono.
"No se puede conocer su número exacto, pero con más de 400.000
sacerdotesen todo el mundo, muchos de ellos inconstantes con su
promesa de celibato, el potencial para niños no planeados es vasto",
escribió Michael Rezendes en el informe especial del diario de Massachusetts,
sacerdotesen todo el mundo, muchos de ellos inconstantes con su
promesa de celibato, el potencial para niños no planeados es vasto",
escribió Michael Rezendes en el informe especial del diario de Massachusetts,
publicado en la sección Spotlight con fotos de Suzanne Kreiter y videos de
Emily Zendten.
Emily Zendten.
Según las estimaciones del hijo de un sacerdote que fundó Coping
International —"una organización de voluntarios de la salud mental
que promueve el bienestar de los hijos de los curas católicos y
sus familias en el mundo"—, Vincent Doyle, si sólo el 1% de esos
400.000 sacerdotes tuviera uno, "habría como mínimo 4.000
hijos e hijas de sacerdotes que podrían necesitar ayuda
emocional y de otra clase por parte de la Iglesia".
International —"una organización de voluntarios de la salud mental
que promueve el bienestar de los hijos de los curas católicos y
sus familias en el mundo"—, Vincent Doyle, si sólo el 1% de esos
400.000 sacerdotes tuviera uno, "habría como mínimo 4.000
hijos e hijas de sacerdotes que podrían necesitar ayuda
emocional y de otra clase por parte de la Iglesia".
El fenómeno ha sido tan acallado que un libro de hace casi tres décadas,
A Secret World (Un mundo secreto), de A.W. Richard Sipe,
se mantiene como estudio principal sobre el celibato eclesiástico.
Allí se señala que el 30% del clero católico tiene relaciones
sexuales regulares u ocasionales con mujeres, mientras que
aproximadamente el 50% cumple con la promesa de mantenerse
célibe.
Uno de los casos que relevó The Boston Globe es el de Jim Graham, quien
durante décadas se preguntó por qué su padre, John Graham, lo trató con
tanta frialdad, mientras que con sus hermanas fue más cariñoso.
durante décadas se preguntó por qué su padre, John Graham, lo trató con
tanta frialdad, mientras que con sus hermanas fue más cariñoso.
Tenía 48 años cuando enfrentó a sus tíos Kathryn y Otto, quienes finalmente
le mostraron un recorte de diario donde se veía a un hombre
extremadamente parecido a él con un alzacuello de clérigo. "Sólo los
protagonistas lo saben con certeza", le dijo la mujer, "pero es posible que
éste sea tu padre".
le mostraron un recorte de diario donde se veía a un hombre
extremadamente parecido a él con un alzacuello de clérigo. "Sólo los
protagonistas lo saben con certeza", le dijo la mujer, "pero es posible que
éste sea tu padre".
La foto correspondía al obituario del reverendo Thomas Sullivan. En ese
momento Graham miró con otros ojos al hombre que lo había criado, quien
había tenido un divorcio contencioso con su madre —le había probado, supo
luego, la infidelidad con el cura— y había obtenido la custodia de los tres
niños. "Para él debo haber sido un recordatorio constante del hombre que le
robó a su esposa", dijo a Rezendes.
momento Graham miró con otros ojos al hombre que lo había criado, quien
había tenido un divorcio contencioso con su madre —le había probado, supo
luego, la infidelidad con el cura— y había obtenido la custodia de los tres
niños. "Para él debo haber sido un recordatorio constante del hombre que le
robó a su esposa", dijo a Rezendes.
"Los hijos e hijas de los sacerdotes suelen crecer sin el amor y el
apoyo de sus padres, y con frecuencia se los presiona o se los
escarnece para que guarden en secreto la misma existencia de esa
relación", escribió el periodista. "Son las víctimas desgraciadas de una
iglesia que, por casi 900 años, ha prohibido a sus sacerdotes que se casen
o tengan relaciones sexuales, pero nunca ha establecido normas para lo
que los curas o los obispos deben hacer cuando un clérigo es padre de un
niño".
apoyo de sus padres, y con frecuencia se los presiona o se los
escarnece para que guarden en secreto la misma existencia de esa
relación", escribió el periodista. "Son las víctimas desgraciadas de una
iglesia que, por casi 900 años, ha prohibido a sus sacerdotes que se casen
o tengan relaciones sexuales, pero nunca ha establecido normas para lo
que los curas o los obispos deben hacer cuando un clérigo es padre de un
niño".
Tampoco El Vaticano ha tomado provisiones para la manutención
financiera o el apoyo emocional de las madres y los niños en estos
casos. De esa manera, cada individuo trata su caso como una crisis personal.
financiera o el apoyo emocional de las madres y los niños en estos
casos. De esa manera, cada individuo trata su caso como una crisis personal.
Algunos sacerdotes cuentan la verdad a sus hijos e hijas. Pero otros no.
En particular entre los niños dados en adopción, que pueden crecer
sin saber la identidad de sus padres biológicos.
En particular entre los niños dados en adopción, que pueden crecer
sin saber la identidad de sus padres biológicos.
Cuando los hijos conocen su identidad desde pequeños, la herida emocional
es honda. "Todo lo que yo quería era que él me llevara a tomar un helado y
dijera en público 'Estoy tan orgulloso de mi hija'", dijo a The Boston Globe
Chiara Villar, una mujer de 36 años que vive en las afueras de Toronto porque
allí nació cuando su madre, María Mercedes Douglas, siguió a su padre, el
sacerdote Anthony Inneo, a su misión.
es honda. "Todo lo que yo quería era que él me llevara a tomar un helado y
dijera en público 'Estoy tan orgulloso de mi hija'", dijo a The Boston Globe
Chiara Villar, una mujer de 36 años que vive en las afueras de Toronto porque
allí nació cuando su madre, María Mercedes Douglas, siguió a su padre, el
sacerdote Anthony Inneo, a su misión.
"Me preguntaba por qué él no podía ser mi papá. Empecé a echarme la culpa
a mí misma", recordó la mujer su infancia de sentimientos de indignidad y
vergüenza, y heridas como los cortes que solía hacerse.
a mí misma", recordó la mujer su infancia de sentimientos de indignidad y
vergüenza, y heridas como los cortes que solía hacerse.
Villar pasó sus primeros años feliz junto a un hombre al que llamaba "Papi".
Pero cuando comenzó a ir al jardín de infantes le explicaron que era
un secreto y que si alguien le preguntaba por él debía identificarlo
como su tío.
Pero cuando comenzó a ir al jardín de infantes le explicaron que era
un secreto y que si alguien le preguntaba por él debía identificarlo
como su tío.
"A puertas cerradas era mi papá, pero de pronto, cuando caminaba hacia el
auto de mi mamá, me decía 'Ok, Chiara, que Dios te bendiga'. Era como Dr.
Jekyll y Mr. Hyde", recordó la mujer al periódico.
auto de mi mamá, me decía 'Ok, Chiara, que Dios te bendiga'. Era como Dr.
Jekyll y Mr. Hyde", recordó la mujer al periódico.
Lo hayan sabido en la infancia o lo hayan descubierto de adultos, los hijos
de sacerdotes, en su mayoría, han sufrido por haber tenido ese destino.
de sacerdotes, en su mayoría, han sufrido por haber tenido ese destino.
"A muchos la cruda verdad los hizo añicos, y sus sentimientos de desilusión y
abandono pueden conducir a vidas marcadas por relaciones rotas, abuso
de sustancias y pensamientos suicidas", escribió Rezendes. "A muchos
se les rompe la fe en la iglesia, al reconocer que una institución considerada
un faro de la verdad moral ha permitido, o ha dejado pasar, que los sacerdotes
tuvieran hijos y rehuyeran a las responsabilidades de apoyo, atención y amor
de un padre".
abandono pueden conducir a vidas marcadas por relaciones rotas, abuso
de sustancias y pensamientos suicidas", escribió Rezendes. "A muchos
se les rompe la fe en la iglesia, al reconocer que una institución considerada
un faro de la verdad moral ha permitido, o ha dejado pasar, que los sacerdotes
tuvieran hijos y rehuyeran a las responsabilidades de apoyo, atención y amor
de un padre".
En la práctica, según el informe, es infrecuente que los curas asuman la responsabilidad legal y financiera de la paternidad, y las madres de los
niños no suelen presionarlos ni iniciarles acciones legales.
niños no suelen presionarlos ni iniciarles acciones legales.
"En 10 casos que The Boston Globe estudió en profundidad, sólo dos de las
madres recurrió a los tribunales para obtener manutención de
menores, mientras que las otras dejaron a la voluntad del sacerdote la
decisión de cómo mantener a su descendencia, y encontraron escasa ayuda".
Seis de los niños no recibieron apoyo paterno para su alimentación,
su salud o su educación. Y algunos de los curas que hicieron aportes de
manutención los condicionaron a que sus identidades se mantuvieran en
secreto.
madres recurrió a los tribunales para obtener manutención de
menores, mientras que las otras dejaron a la voluntad del sacerdote la
decisión de cómo mantener a su descendencia, y encontraron escasa ayuda".
Seis de los niños no recibieron apoyo paterno para su alimentación,
su salud o su educación. Y algunos de los curas que hicieron aportes de
manutención los condicionaron a que sus identidades se mantuvieran en
secreto.
"En algunos casos, la exigencia de secreto era innecesaria", analizó Rezendes.
Las madres eran católicas devotas y miraban a los padres de sus niños no sólo
como tales, sino como representantes de Dios. "En su deferencia resuena
la de las víctimas de abuso sexual de un clérigo, con frecuencia reacias
a denunciar a sus abusadores porque imaginaban que ellas eran culpables de
algún modo por lo que se les había hecho, dado que sus abusadores eran
considerados hombres santos".
Las madres eran católicas devotas y miraban a los padres de sus niños no sólo
como tales, sino como representantes de Dios. "En su deferencia resuena
la de las víctimas de abuso sexual de un clérigo, con frecuencia reacias
a denunciar a sus abusadores porque imaginaban que ellas eran culpables de
algún modo por lo que se les había hecho, dado que sus abusadores eran
considerados hombres santos".
Hace tres años, el Comité sobre Derechos del Niño de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) solicitó al Vaticano que "estime la cantidad
de niños engendrados por sacerdotes católicos, descubra quiénes son y tome
todas las medidas necesarias para asegurar que se respeten los derechos de
esos niños a conocer y a recibir el cuidado de sus padres".
de las Naciones Unidas (ONU) solicitó al Vaticano que "estime la cantidad
de niños engendrados por sacerdotes católicos, descubra quiénes son y tome
todas las medidas necesarias para asegurar que se respeten los derechos de
esos niños a conocer y a recibir el cuidado de sus padres".
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