Thursday, February 28, 2019

Perdónanos nuestras deudas... Qué dicen los textos de las religiones más importantes sobre pagar o no pagar


EL MANDATO EVANGÉLICO

Los grandes textos religiosos -tanto del judaísmo y el cristianismo, como del hinduismo, el taoísmo y el islam- están salpicados de referencias al concepto de deuda.
Pero, qué dicen exactamente sobre ella, se pregunta el antropólogo David Graeber en la serie "Promesas, promesas: una historia de la deuda".
La noción generalizada es que estas religiones nos enseñan que debemos pagar nuestras deudas.
Pero lo cierto es que las metáforas financieras en los textos religiosos son particularmente ambivalentes.
El dudoso y potente poder moral de la deuda
La traducción original del padre nuestro de 1381 dice:
"el pan nuestro de cada día dánosle hoy, perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores".
 
¿Pero perdonamos nosotros a nuestros deudores? La mayoría, no.
Lo que sorprende es que no queda claro qué significa exactamente este rezo.
Si bien es cierto que las grandes religiones hablan más de perdonar las deudas que de pagarlas, y que las enseñanzas más profundas hablan de la anulación de todas las deudas, es importante entender el contexto histórico en que el que se escribieron estas obras.
En este contexto se explica por qué en el mundo antiguo el perdón institucionalizado de las deudas era una fenómeno común.
Los libros de economía siempre nos cuentan que primero existió el trueque, luego el dinero y finalmente el crédito. Pero, de hecho fue al revés: el crédito llegó primero y después el dinero físico.
Aunque en teoría los antiguos sumerios, por ejemplo, usaban plata como dinero, en realidad no tenían balanzas lo suficientemente precisas como para pesar las cantidades necesarias para comprar objetos de uso cotidiano como podían ser una camisa, un martillo o vegetales en el mercado.
Lo que hacían era comprar con crédito. Y entonces cada entre seis meses y un año, sobre todo en tiempo de cosecha, los clientes pagaban su deuda con sacos de granos, por ejemplo.
La deuda, el motor que impulsó la Conquista de América y el nacimiento de la economía moderna
Cuando la cosecha era mala se atrasaban con el pago y pedía un préstamo aún más grande que respaldaban con sus rebaños, sus campos o sus viñedos.
Y si llegaban también a perder estos bienes, los acreedores se llevaban a un miembro de su familia que podían usar como sirviente, o si era mujer convertirla en prostituta, o venderlo en el extranjero como esclavo.
Cancelación de las deudas
Ante esta situación, muchos deudores huían al desierto donde se unían a grupos nómadas que luego amenazaban con inundar las ciudades.
Esto generaba una situación de malestar.
Para evitar esta situación, muchos gobernantes -como Nehemías cuando regresó a Judea- cancelaban las deudas (la de los consumidores, no las deudas comerciales) y liberaban a los peones entregados en pago, que podían así regresar a su lugar de origen y a sus familias.
Para los gobernantes esto representaba una suerte de gesto cosmológico: al hacerlo, creaban un mundo nuevo.
En Judea, esta práctica se institucionalizó. Se llevaba a cabo cada siete años.
Eso aún está presente en el judaísmo, señala Martin Palmer, historiador religioso.
"En el judaísmo, se espera que cada siete años uno perdone las deudas. Y cada 50, se borran todas las deudas".
 
Las tres deudas del hinduismo
En el hinduismo, por ejemplo, los textos religiosos hablan de tres formas de deuda.
"Estas tres deudas son con los dioses, los profetas y maestros, y los ancestros", explica Chakravarthi Ram-Prasad, profesor de religión y filosofía comparada de la Universidad de Lancaster, en Reino Unido.
"La deuda con los dioses se paga con los hombres de la casta superior, mediante el sacrificio; la con los profetas se cancela aprendiendo los textos secretos (Vedas) y la deuda con los ancestros, teniendo hijos, sobre todo varones".
 
Es decir, no se pagan en el sentido tradicional. Las dos últimas se cancelan con los deudores transformándose en acreedores ellos mismos: uno se convierte en maestro aprendiendo de los libros de la sabiduría, y se vuelve un ancestro de las futuras generaciones al volverse padre.
"Esa es, de algún modo, la que resume nuestra relación con la realidad y el cosmos como un todo", asegura Chakravarthi.
"En es sentido, la deuda con ellos es una deuda por nuestra mera existencia. Quiere decir que el hecho mismo de nuestra existencia es algo que le debemos al Universo".
 
Uno con el cosmos
El texto sugiere que es absurdo imaginar que es posible pagar nuestra deuda al cosmos, lo cual significa que el hombre y el cosmos son partes iguales del mismo negocio.
Y solo cuando nos damos cuenta de que somos uno con el cosmos, la idea de poseer pierde significado y las deudas desaparecen.
Una y otra vez, dice el antropólogo, los antiguos textos religiosos empiezan diciendo que la moralidad es simplemente una cuestión de pagar nuestras deudas. Y luego, inmediatamente, rechazan esta idea.
Si volvemos a la Biblia veremos que la noción de deuda absoluta con el cosmos está detrás de la ambigüedad que vemos en el corazón de la versión original del padre nuestro.
Por una parte, señala Martin Palmer, "puedes argumentar que la moralidad es pagar tus deudas. Pero también hay una moralidad más grande que consiste en perdonar a aquellos que tienen deudas contigo, para darles más posibilidades".
"Dios envió a Jesucristo para salvarte y reconciliarte con él. Y él está limpiando tus deudas. Si Dios lo hizo contigo, entonces tú también tienen la obligación de hacerlo (con los demás)".
 
"Eso no quiere decir que debes no debes esperar que te paguen tus deudas. Pero sí que debes saber que, a veces, tienes que dejarlas pasar".
 
Esta discusión sobre la deuda también está presente en textos religiosos griegos antiguos.
Pero, la reflexión más importante que se desprende de todos estos textos, es que "la deuda es una ilusión y la aniquilación de la deuda es, en última instancia, algo divino".
RD

Wednesday, February 27, 2019

El drama de Haití, “un país huérfano” y “abandonado a su suerte”


Crisis en Haití

  • La última oleada de protestas contra el presidente Moïse acaba con 26 muertos y 77 heridos
  • Vida Nueva contacta con dos religiosos que denuncian que el caos solo ha favorecido al “hambre”

Desde el pasado 7 de febrero, Haití atraviesa una de las peores crisis (y ya es decir…) de los últimos años, con miles de opositores en las calles protestando contra el Gobierno de Jovenel Moïse, dejando un triste saldo de 26 muertos y 77 heridos.
Como explica a Vida Nueva el Oblato de María Inmaculada Jean Hérick Jasmin, haitiano que ejerce de asesor teológico en la CLAR, es muy simbólica la fecha en la que se iniciaron los incidentes en protesta por la pobreza generalizada y la inacción gubernamental: “En la memoria histórica de Haití, el 7 de febrero de 1986 nos recuerda la caída de la dictadura de Jean-Claude Duvalier, comúnmente llamado ‘Baby Doc’. En efecto, esta fecha dio inicio a un ‘tiempo de libertad soñada’ para los haitianos que quisieron trabajar por la democracia y el desarrollo del país. Sin embargo, dicho sueño de libertad fue demasiado bonito para hacerse realidad, pues todos sabemos lo que vino después: años de turbulencias sociopolíticas…, hasta el día de hoy”.

Un país bloqueado

En este contexto, observa el religioso, es en el que, “33 años después, el sueño de libertad ha resurgido con el nombre de ‘pays lock’, es decir, un ‘país bloqueado’”. La magnitud de los disturbios ha sido tal que ha llevado al “bloqueo total de todas las actividades en todo el territorio haitiano, registrándose también, además de las humanas, pérdidas considerables de bienes materiales e infraestructuras del país”.
En plena convulsión, “la Iglesia haitiana no se ha quedado callada, sino que reaccionó firmemente y exhortó a los actores políticos a superar sus diferencias para entablar un verdadero diálogo para el bien de todos”. Fue en un comunicado oficial, el 12 de febrero, cuando los prelados “clamaron que ‘la hora es grave’, pero también ‘una oportunidad’ para los protagonistas políticos para fomentar la conciencia ciudadana”, aunque sea pagando con “grandes sacrificios”.

Mirar al bien común

A juicio de Jasmin, “la Iglesia haitiana, ante esta situación política grave, exhorta a la búsqueda de una solución sensata que valore los intereses superiores de la nación y el bien común”, pues lo cierto es que este contexto violento hace que “la miseria aumente en Haití” y “el bien común se vea amenazado”. “Esta situación –enfatiza– es intolerable y no se puede seguir así”.
La postura de los obispos, asegura el oblato, es respaldada por la vida religiosa local, lo que, antes que nada, “representa la fuerza de una Iglesia unida, sembrando esperanza y reconciliación en medio de una crisis que genera incertidumbre en el corazón de todos”.
“Más allá de los días de disturbios –concluye el teólogo– y de la solicitud al presidente Moïse para que renuncie, se vislumbra una reivindicación en contra del alto costo de la vida y de la corrupción, entendida como el despilfarro de los fondos del programa haitiano-venezolano Petro Caribe por los altos funcionarios del Estado”. Y es que “es un hecho patente para todos los haitianos y observadores extranjeros que las manifestaciones violentes en las calles empeoran la situación socioeconómica de Haití y a menudo violentan los derechos humanos. Por eso, la postura de la Iglesia haitiana y su actuación deben liderar a los diversos sectores de la sociedad civil hacia un diálogo fraterno en aras a la reconstrucción del país y de un nuevo sueño de orgullo y de libertad”.

Dos semanas “secuestrados”

Vida Nueva también ha contactado con la misionera española Matilde Moreno Muñoz, religiosa del Sagrado Corazón que lleva varios años en Haití. Su visión es la de quien ha padecido un auténtico socavón: “Un amigo jesuita haitiano me decía hace un par de días: ‘Hemos pasado 14 días secuestrados por las bandas armadas’. Y eso es exactamente lo que ha pasado… El país se ha paralizado y todo él, especialmente Puerto Príncipe, la capital, ha sido el escenario de las luchas de poder de las distintas bandas armadas que atemorizan los barrios, imponen su ley e impiden la vida sosegada de sus habitantes”.
Aunque la religiosa aclara que no quiere “entrar a fondo en la raíz del problema, porque es de todos conocida”, sí denuncia que “tenemos un Gobierno que promueve políticas que favorecen a la minoría privilegiada y que no cumple con su deber de velar por el pueblo y crear los mecanismos necesarios para que, quienes viven hundidos en la miseria, puedan poco a poco ir construyendo un presente y un futuro más digno”.

Una oposición que “no es de fiar”

Por lo mismo, añade, “tampoco es de recibo la forma en que la oposición ha organizado la protesta popular para pedir la dimisión del presidente, propiciando el caos y la muerte”, estando ante “una oposición que no nos da ninguna confianza. No hay un líder y algunos de los cabecillas de los distintos grupos, realmente, son de temer”.
“Tampoco ayuda –se lamenta Moreno– que la democracia aquí sea muy frágil”, pues “no hay estructuras democráticas ni en las familias ni en los centros educativos ni en los de trabajo. Entonces ¿cómo se le puede pedir a la gente que tenga actitudes democráticas si no se le ha dado la oportunidad de aprenderlas? Por eso, cuando no se está de acuerdo con la forma de gobernar, se sale a la calle a protestar de forma violenta”.

El Gobierno, dividido

“Durante los primeros días de la protesta–añade–, el silencio del Gobierno fue totalmente incomprensible. Muchas veces pienso que Haití es un país huérfano, abandonado a su suerte por aquellos que deberían velar por su seguridad y desarrollo”. Así, “cuando llevábamos ya más de una semana de infierno, habló Moïse, sin decir nada, solo para mostrar su falta de sensibilidad y de respeto hacia el pueblo, dar más motivos para la violencia y darnos a conocer su voluntad de seguir al frente del Ejecutivo… Y seguirá porque Estados Unidos lo apoya”.
Por otro lado, es más que palpable la división en el propio Ejecutivo: “Tras la declaración del presidente, se emitió un comunicado del primer ministro, Henri Céant, llamando al diálogo y proponiendo una serie de medidas, que, si las hubiesen aplicado al principio de la legislatura, no hubiésemos llegado a esta situación… Es evidente que no lo consensuó con el Presidente, hablando los medios de comunicación hablan de la gran tensión que existe ante ambos.”

“Han pasado hambre”

Con todo, lo que más lamenta Moreno es que las consecuencias, como siempre, las está pagando “el pueblo pobre que tiene que soportar día a día el desatino de sus dirigentes”. “Yo vivo –prosigue– con mi comunidad en un pueblito pobre y rural, cerca de la frontera con la República Dominicana. Dirigimos un colegio de Fe y Alegría y un Centro de Salud Integral de nuestra congregación. Aquí, gracias a Dios no han llegado los violentos, pero sí las consecuencias de este desgobierno. Tuvimos que cerrar el colegio porque nos llegó el aviso de que, si no lo hacíamos, podríamos tener serios problemas. Con el cierre del colegio, se acabó la posibilidad de que nuestro alumnado y profesorado pudiesen comer, al menos una vez al día… Y han pasado hambre, pues aquí se vive al día y no hay comercios ni electricidad que permita conservar los alimentos”.
“Las familias –detalla– suelen tener un terrenito que labran y unas pocas ovejas y cabras. Como estamos a la orilla de un lago, también hay algunos pescadores. Todo el mundo necesita ir cada día al mercado de un pueblo, que no está tan cerca, para vender sus productos y comprar sus provisiones. Durante estos 14 días con las carreteras bloqueadas por barricadas y neumáticos ardiendo y con las bandas armadas aprovechando la coyuntura para asaltar y robar, ha sido imposible salir del pueblo. Los alimentos se fueron terminando y la gente ha pasado hambre, miedo, inseguridad, incertidumbre y desesperanza”.

La Iglesia, “tímida”

Según ella, “no se han oído muchas voces con autoridad que intentasen parar esta barbarie. Un tímido comunicado de la Conferencia Episcopal y otro más comprometido firmado por el arzobispo de Puerto Príncipe y representantes de las Iglesias protestantes, han sido los más significativos”.
“¿Cómo salir de aquí?”, se pregunta. “Indudablemente –defiende–, a través de un diálogo nacional y de un compromiso de sacrificar intereses personales por el bien común. Hay que diseñar un futuro posible donde la economía pare su deterioro galopante y pueda ir remontando. Y esto hay que hacerlo entre todos. Hay que encontrar personas honestas y valientes que representen a todos los sectores políticos y económicos que tracen un futuro de esperanza y hay que desterrar la violencia y la muerte como método de cambiar lo que no nos gusta”.
“Este pueblo empobrecido y valiente –concluye la misionera española–, generoso y resiliente, acogedor y creyente, se lo merece.

Vida Nueva

La homosexualidad, el tema más discutido y menos pertinente en la reunión de obispos


El papa Francisco en la reunión de obispos, el 22 de febrero CreditFoto del pool por Giuseppe Lami


Convocados por el papa Francisco para abordar la crisis de abuso sexual 
infantil por parte de clérigos, casi 200 líderes de la Iglesia católica romana 
acudieron al Vaticano esta semana para atender conferencias sobre
responsabilidad, rendición de cuentas y transparencia.

Sin embargo, en privado, los presentes insistieron en hablar sobre otra 
cuestión que no estaba en la agenda: la homosexualidad.

“Hemos hablado de esto”, reconoció el obispo Ricardo Ernesto Centellas 
Guzmán, presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, al inicio 
de la reunión extraordinaria de cuatro días con obispos y otros dirigentes 
eclesiásticos, que terminó el 24 de febrero.

La homosexualidad era precisamente un tema que los organizadores de 
la conferencia querían evitar, valiéndose de nmerosas investigaciones 
que concluyen que no hay ninguna conexión entre la homosexualidad y la 
pedofilia.

“El conflicto central es el poder”, dijo el reverendo Hans Zollner, miembro
de la comisión de protección infantil del Vaticano y presidente del Centro
para la Protección Infantil de la Pontificia Universidad Gregoriana.

El abuso “puede ser heterosexual u homosexual”, añadió en una entrevista.

Aun así, algunos obispos católicos y medios religiosos conservadores
continúan atribuyendo la culpa de la 
crisis de abuso sexual infantil por
parte de clérigos a la homosexualidad.

Durante la reunión, incluso cuando los organizadores y los presentes se
esforzaban constantemente por enfocar las conversaciones en la pedofilia,
los puntos de vista opuestos sobre la homosexualidad parecían distraer
del tema a tratar.

Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y de la Comisión de
Conferencias Episcopales de Europa, fue el moderador de uno de los
grupos de debate para francoparlantes de la reunión, a donde
asistieron líderes católicos de naciones africanas francófonas.

Dijo el sábado que ciertos obispos seguían retomando el tema de la
homosexualidad como una supuesta causa de abuso porque “algunas
personas tienen ideologías muy arraigadas y siempre se atendrán a ellas”.

Mencionó que él y otros obispos tenían la intención de cambiar su forma
de pensar; “les digo que el primer ministro de mi país es homosexual”,
relató. “Y que nunca abusaría de ningún niño”.


El reverendo Hans Zollner (centro) es parte de la comisión pontificia
para la protección de los menores.
CreditDomenco Stinellis/Associated Press

Por ejemplo, el obispo Rochus Josef Tatamai, presidente de la Conferencia
Episcopal de Papúa Nueva Guinea y las islas Salomón, comentó el sábado
que en su grupo de debate en inglés “se aludió” a la homosexualidad
durante las conversaciones sobre la formación de nuevos sacerdotes.

Tatamai sugirió que la necesidad “desesperada” de conseguir más sacerdotes
en Europa y Estados Unidos había orillado a los seminarios a ser más laxos
en la evaluación de candidatos, y que por ello varios resultaron ser
gays y perpetradores de abusos.

El papa Francisco ha intentado cambiar el enfoque del debate, si bien no la
doctrina de la Iglesia, hacia una postura 
más incluyente respecto
de la homosexualidad.

En 2013, como respuesta a las preguntas en torno a un supuesto “grupo
de presión gay” en el Vaticano 
dijo: “¿Quién soy yo para juzgar?”, un
comentario que los católicos liberales celebraron y los conservadores 
lamentaron.

Sin embargo, a pesar de que las enseñanzas de la Iglesia católica establecen
que las personas
 con tendencias homosexuales “deben ser acogidas
con respeto”, también se refieren a las inclinaciones y los actos homosexuales
como “intrínsecamente desordenados”.

Algunos prelados conservadores han querido derrocar a Francisco, pues
consideran que protege una subcultura gay que está corrompiendo al clero.
Algunos han dicho que su postura está minando los valores tradicionales de
la Iglesia y siembra las semillas del abuso sexual.

Algunos obispos de África, Asia y Latinoamérica afirman que, al pasar
por alto la supuesta conexión entre la homosexualidad y el abuso sexual,
el Vaticano está ignorando que buena parte del abuso eclesiástico
tiene como víctimas a varones.

Este argumento ha recibido el apoyo del cardenal Gerhard Ludwig Müller,
quien fue el principal encargado de la doctrina hasta que el papa Francisco
lo obligó a renunciar en 2017.

Müller le dijo a la revista alemana Der Spiegel este febrero que “mucho
más del 80 por ciento de las víctimas de abuso sexual menores de 18
años eran jóvenes que se encontraban en la pubertad o en una etapa
posterior”, y argumentó que la homosexualidad debió haber sido un tema
central en la reunión del Vaticano.

El cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, predilecto del papa
Francisco y organizador de la conferencia, dijo el 18 de febrero que no es
cierto que “las personas homosexuales son más proclives a abusar de niños
que las personas heterosexuales”.

Cuando le preguntaron sobre los comentarios del cardenal Müller, el cardenal
Cupich les dijo a los reporteros que “es importante admitir el hecho”
de que un número predominante de las víctimas menores de edad son
hombres. Pero señaló estudios prominentes realizados en Estados Unidos
y Australia que demuestran que la homosexualidad en sí misma no es una
causa de abuso sexual infantil, y que un factor relevante es más bien la
cercanía o contacto con los menores de edad.


Integrantes del grupo de sobrevivientes de abuso eclesiástico
y de activistas Ending Clergy Abuse (Poner fin al abuso clerical)
se manifestaron en Roma durante la reunión
 de obispos.
CreditAlberto Pizzoli/Agence France-Presse — Getty Images

Todos los días de la reunión, los reporteros de medios católicos y
conservadores inundaron a los organizadores con preguntas acerca
de por qué no estaban tratando el tema de la homosexualidad.

La respuesta breve: porque es irrelevante.

La homosexualidad “no tiene nada que ver con el abuso sexual a
menores”, dijo el arzobispo Charles Scicluna de Malta, investigador
principal de delitos sexuales del Vaticano, el viernes 22 de febrero.

A pesar de ello, católicos conservadores y tradicionalistas destacados
se mantuvieron firmes en sus argumentos.

El cardenal Raymond Burke de Estados Unidos y el cardenal Walter
Brandmüller de Alemania publicaron una
 carta abierta dirigida a los
presidentes de conferencias episcopales representantes de varios
países en la reunión, en la que los exhortaban a terminar con su
“conspiración de silencio” respecto de la “epidemia de la propaganda
homosexual”.

Además, la conferencia coincidió, quizá por una planeación
estratégica, con el lanzamiento de
 In the Closet of the Vatican, un libro del autor francés Frédéric Martel, quien describió al Vaticano
como “una de las comunidades gays más grandes del mundo”.

Aquellos que atacan al papa Francisco “son muy homófobos y en su
mayoría viven una doble vida homosexual”, afirmó Martel en una
conferencia de prensa en Roma, y agregó que él, como hombre
gay, tenía la habilidad de identificar quién era homosexual en el Vaticano.

El lanzamiento del libro fue criticado por los defensores de las víctimas
de abuso clerical.

“Dejemos algo en claro”, dijo Peter Saunders, británico que fue
expulsado de la comisión de protección infantil del Vaticano por criticarla
de ineficaz. “No hay un vínculo entre las personas gays y las que
abusan de los niños, y creo que esa es una mentira que tiene que
eliminarse de raíz”.

Los cálculos respecto de cuántos sacerdotes son homosexuales varían
bastante, pero como mínimo, se considera que es un porcentaje
considerable. Un sacerdote en Florida
 le dijo hace poco a The New
York Times
 
que una tercera parte de los miembros del clero católico es
homosexual, una tercera parte es heterosexual y que la orientación de
una tercera parte sigue siendo un misterio, incluso para ellos mismos.

Algunos activistas que luchan por que haya igualdad en la Iglesia para
personas de todas las orientaciones sexuales comentaron que su
mensaje parece haber sido escuchado por líderes eclesiásticos.

Francis DeBernardo, director ejecutivo del New Ways Ministry en
Maryland, una organización católica que apoya a los hombres gays y
a las mujeres lesbianas, dijo en Roma que le sorprendió gratamente
ver que la conferencia había “refutado como causa de abuso” a la
homosexualidad. Tenía la esperanza de que el Vaticano “ofreciera
una declaración más definitiva y oficial al respecto de parte del papa”.

Sin embargo, entre los obispos que se encontraban en la misma
habitación que Francisco, el asunto no se resolvió del todo.

Al entrar a la conferencia, el obispo Gonzalo de Villa y Vásquez de
Guatemala dijo: “Creo que es una duda legítima cuestionar si hay o
no una conexión entre la homosexualidad y los abusos”.

New York Times
C
“El conflicto central es el poder”, dijo el reverendo Hans Zollner, miembro de la comisión de protección infantil del Vaticano y presidente del Centro para la Protección Infantil de la Pontificia Universidad Gregoriana.redi

Sunday, February 24, 2019

Francisco asume, al fin, los criterios de la OMS para acabar con la pederastia en la Iglesia


"HA LLEGADO LA HORA DE COLABORAR JUNTOS PARA ERRADICAR DICHA BRUTALIDAD DEL CUERPO DE NUESTRA HUMANIDAD"

Asumir los criterios de la OMS significa que la Iglesia debe echar el cierre al secreto pontificio

Que ningún obispo, en ningún lugar, pueda decir que él no sabía qué hacer. Habrá casos, muchos, lamentablemente, porque muchos son los prelados que siguen sin creen que esta lacra sea real, o que este Papa sea legítimo

(Jesús Bastante).-Era una de las peticiones históricas de las víctimas de abusos, y de Naciones Unidas, que en repetidas ocasiones había instado a la Iglesia a cumplir sus recomendaciones. Esta mañana, en un histórico discurso con el que ha concluido la cumbre antipederastia, el Papa Francisco ha asumido como norma de la Iglesia los criterios de la OMS y, en concreto, el paquete de medidas INSPIRE, con siete estrategias para erradicar la violencia contra los menores. Se los adjuntamos aquí:
Un mensaje que, quizá, pasará inadvertido para algunos, pero que supone un antes y un después en la política de actuación de la Iglesia católica ante esta lacra, que Francisco ha comparado con los sacrificios humanos que se llevaban a cabo hace miles de años. Una "monstruosidad", la de los abusos a menores, que, tras esta cumbre, deberá ser afrontada de otra manera.
"Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial. Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia". Esta es la clave.
Y es que asumir los criterios de la OMS significa, entre otras cosas, que la Iglesia debe echar el cierre al secreto pontificio, para que víctimas como la de Astorga puedan acceder a su expediente canónico, y la justicia no tenga que encontrarse con el muro de los Acuerdos Iglesia-Estado para investigar a un posible cura abusador. Supone, como también dijo el Papa en su histórico discurso, que "la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes".
Se ha dado un gran paso a lo largo de estos días. El mayor, el que ayer se vio en la Liturgia Penitencial, cuando toda la Iglesia se autoconfesó culpable de los abusos, el encubrimiento, el mirar hacia otro lado, el dejar a las víctimas al borde del camino. Se podrá acusar a la Iglesia católica de inacción, pero en justicia también hay que señalar que ha sido la única institución, a nivel mundial, capaz de admitir su fracaso.
"Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado", dijo Francisco. "Quiero decirlo con toda claridad: si en la Iglesia se descubre un solo caso de abuso, ese caso será afrontado con la mayor seriedad", lo cual incluye la total transparencia en los casos. Se acabó -o al menos eso debe suceder, si realmente el Vaticano asume los criterios de Naciones Unidas- la falta de información sobre los procesos y las investigaciones, y la Iglesia tendrá que ofrecer datos concretos sobre esta plaga en todo el mundo. La experiencia en Estados Unidos, Irlanda, Australia o Chile demuestran que es posible hacerlo. Y necesario.
"Escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren", es otra de las claves. Colocar a las víctimas en el centro, en ese 'giro copernicano' del que hablaba el arzobispo de Brisbane en una medida homilía encargada especialmente por el Papa. Acabar con la autodefensa y proteger, a todos los niveles, a las víctimas. También en lo económico. Aunque haya que vender terrenos o cerrar parroquias para pagar indemnizaciones o tratamientos. La Iglesia debe volver a ser un lugar en el que todos confíen. Y ahora, todavía, eso no sucede.
Siete puntos clave, los apuntados por la OMS, que incluyen proteger, investigar, purificar, formar, acompañar. Que suponen "reafirma la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación". Esto es: que ningún obispo, en ningún lugar, pueda decir que él no sabía qué hacer. Habrá casos, muchos, lamentablemente, porque muchos son los prelados que siguen sin creen que esta lacra sea real, o que este Papa sea legítimo.
¿Qué pasará a partir de ahora? El tiempo, y las víctimas lo dirán. Pero sólo una cosa parece clara: si la Iglesia no es capaz de cumplir con esta hoja de ruta, pasará a ser una institución irrelevante a los ojos del mundo (al menos del occidental). Y, lo que es más graves: hará irrelevante el mensaje de Jesús de Nazaret, y se verá abocada a su autodestrucción. Es la última oportunidad: ojalá, al fin, se aproveche.
RD

Las víctimas, divididas ante el discurso del Papa en la clausura de la cumbre antipederastia


PARA MIGUEL HURTADO, HA SIDO "UN GUANTAZO A TODAS LAS VÍCTIMAS"

Juan Cuatrecasas: "Palabras positivas del Papa pero sólo lo serán cuando veamos hechos"

Para Zenardi, "la campaña de tolerancia cero anunciada por el Vaticano se ha convertido en credibilidad cero

(José M. Vidal/Agencias).- Algunas de las víctimas de abusos por parte del clero han manifestado este domingo su indignación y decepción por las palabras del papa Francisco tras la cumbre celebrada en el Vaticano al considerar que no hay medidas concretas sino solo frases hechas. Así piensa, por ejemplo, el español Miguel Hurtado. En cambio, se muestra más conciliador Juan Cuatrecasas, el padre de la víctima del Gaztelueta.
Miguel Hurtado, que denunció abusos sexuales en el pasado por parte de un monje de la abadía de Montserrat y es uno de los portavoces de la Organización Global de Víctimas (ECA), ha afirmado que las palabras del papa Francisco han sido como "un guantazo".
"El papa Francisco ha dado un guantazo a todas las víctimas de pederastia de los cinco continentes que han llegado hasta Roma para exigir explicaciones", dijo el psiquiatra y activista al termino del discurso de Francisco.
Hurtado denunció que la mitad del discurso del pontífice estuviese dedicada a "los abusos fuera de la Iglesia". "Nosotros hemos sido abusados dentro de la Iglesia, por sacerdotes católicos, por monjes y maestros católicos. Esperábamos una respuesta que el papa no nos ha dado", agregó.
"No pone ninguna medida sobre la mesa" Respecto a los ocho puntos que indicó el papa para combatir los casos de abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia, Hurtado ha dicho que "eran muy genéricos" y que les falta "concreción".
Entre esos puntos estaba la necesidad de "defender a los menores" y para ello instó "a cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Iglesia".
Así como la obligación de una total "seriedad" de la Iglesia a la hora de abordar los casos, y aseguró que "no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes".
Francisco también indicó la necesidad de tener más cuidado en "la selección y la formación de los candidatos al sacerdocio".
"No ha hablado de entregar a la Justicia a los responsables, de entregar los documentos a la magistratura y no destruirlos como desveló uno de los obispos, no ha dicho que los responsables de los abusos van a perder su puesto de trabajo, ni de indemnizar económicamente a las víctimas... No pone ninguna medida en la mesa", lamentó.
Hurtado consideró que si el papa hubiera recibido a los miembros de las asociaciones de víctimas no habría hecho un discurso tan lamentable. Explicó que durante la reunión que sí mantuvieron con el comité organizador se había entregado una "agenda de cambios" y "un plan de acción" pero, "como siempre, no nos han escuchado".
Por su parte, el italiano Francesco Zanardi, presidente de la Red de Víctimas del país, también lamentó que el papa ha pronunciado solo "frases hechas" y no ha hablado de "procedimientos concretos, de dimisiones de obispos, de denuncias a la magistratura". Calificó esta reunión de tres días en la que han participado 190 líderes de la Iglesia católica como una "gran desilusión", al igual que el discurso del papa.
Afirmó que "la campaña de tolerancia cero anunciada por el Vaticano se ha convertido en credibilidad cero". "El Vaticano a los ojos de mis colegas ya no es creíble", sentenció.
Por su parte, Juan Cuatrecasas se muestra más conciliador. Asegura que su reaccion tras el discurso del Papa es "positiva, pero con cautela y escepticismo". A su juicio, se trrata de "un inicio", pero considera inevitavble crear "comisiones externas indeopendientes a imparciales". Y concluye: "Palabras positivas del Papa pero sólo lo serán cuando la maquinaria propuesta comience a moverse y veamos hechos, no solo palabras".
Texto completo de la reacción de Juan Cuatrecasas
Nuestra opinión respecto al denso alegato del Papa Francisco durante la Misa de hoy en la Sala Regia Vaticana en contra de la pederastia en las filas de la iglesia no puede ser mas que positivo pero con el respeto debido también de cautela y de escepticismo.
Sabemos que todo lo expuesto es un inicio, un programa de varios puntos de necesario, urgente e ineludible cumplimiento. Pero es necesario crear una estructura externa que monitorice y controle el cumplimiento estricto de todo ello.
También es una exigencia que todos los ámbitos y congregaciones, por supuesto también las prelaturas deban tener la exigencia urgente de cumplir con estos puntos, uno a uno. Maristas, Jesuitas, Salesianos, Sodalicio, Opus Dei, seminarios mayores y menores, obispados, ámbito cardenalicio, clérigos y religiosos, todos deben ser fieles con la palabra del Papa hoy.
La creación de comisiones externas con profesionales independientes e imparciales que ayuden y controlen el seguimiento y cumplimiento de las propuestas surgidas tras la cumbre es necesaria e imprescindible. De lo contrario nuestro escepticismo no cambiará y seguiremos en la denuncia del tratamiento que la iglesia da a sus víctimas, víctimas de pederastia. 
En ese sentido quiero hacer un llamamiento y exigir que el Opus Dei y el resto de congregaciones y prelaturas den un paso definitivo al frente, reconozcan sus errores y a sus víctimas y pongan con sincera humildad a disposición de las víctimas los cauces adecuados para cumplir las propuestas surgidas de esta cumbre. Si el silencio y el encubrimiento, la cosmética y el barniz, siguen presidiendo su omisión del deber cristiano de socorro, seremos duros e implacables como lo hemos sido hasta ahora. 
Palabras positivas del Papa pero sólo lo serán cuando la maquinaria propuesta comience a moverse y veamos hechos, no solo palabras.
RD

Los 8 mandamientos de Francisco para acabar con los abusos en la Iglesia

El Papa Francisco, durante la misa conclusiva de la cumbre antiabusos del Vaticano/EFE

  • El Papa cierra la histórica cumbre antiabusos comprometiéndose a “escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores”
  • “Son crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra”, clamó a toda la sociedad, a la vez que volvió a entonar un ‘mea culpa’ por el encubrimiento y las agresiones de consagrados que han “traicionado y abofeteado” a Dios

“El objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren”. Es el compromiso lanzado por el Papa Francisco en su discurso conclusivo de la cumbre antiabusos que ha reunido a 190 responsables de la Iglesia universal durante cuatro días en Roma.
Para alcanzar esta meta, Francisco dijo a los presidentes de las Conferencias Episcopales y a los líderes de la vida religiosa masculina y femenina que “ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial”.

Más allá de polémicas ideológicas

Para ello, señaló que hay que ir más allá de “todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños”. Además, de forma reiterada mostró su convencimiento de que “detrás de todo esto está Satanás”.
Hago un sentido llamamiento a la lucha contra el abuso de menores en todos los ámbitos, tanto en el ámbito sexual como en otros, por parte de todas las autoridades y de todas las personas, porque se trata de crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra”, clamó.

De la protección al acompañamiento

En este contexto, enumeró ocho mandamientos para “erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad”:
  1. La protección de menores. “El objetivo principal de cualquier medida es el de proteger a los menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por lo tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos”.
  2. Seriedad impecable. “La Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso”.
  3. Una verdadera purificación. “La Iglesia se cuestionará cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios. Se buscará transformar los errores cometidos en oportunidades. Aprender a acusarse a sí mismo, como personas, como instituciones, como sociedad. En realidad, no debemos caer en la trampa de acusar a los otros, que es un paso hacia la excusa que nos separa de la realidad”.
  4. La formación. “La exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad”.
  5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales.“Reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado (como ha sido costumbre en el pasado), porque el encubrimiento de los abusos favorece que se extienda el mal y añade un nivel adicional de escándalo”.
  6. Acompañar a las personas abusadas. “La Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia”.
  7. El mundo digital. “Es necesario oponernos absolutamente, con la mayor decisión, a estas abominaciones, vigilar y luchar para que el crecimiento de los pequeños no se turbe o se altere por su acceso incontrolado a la pornografía, que dejará profundos signos negativos en su mente y en su alma. Es necesario comprometernos para que los chicos y las chicas, de modo particular los seminaristas y el clero, no sean esclavos de dependencias basadas en la explotación y el abuso criminal de los inocentes y de sus imágenes, y en el desprecio de la dignidad de la mujer y de la persona humana”.
  8. El turismo sexual. “Las autoridades gubernamentales deben dar prioridad y actuar con urgencia para combatir el tráfico y la explotación económica de los niños”.

Afrontar la monstruosidad

Francisco sentenció que “si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad”.
Con duras palabras, el Papa subrayó que “en la justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de Dios, traicionado y abofeteado por estos consagrados deshonestos. El eco de este grito silencioso de los pequeños, que en vez de encontrar en ellos paternidad y guías espirituales han encontrado a sus verdugos, hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder”.

Medidas prácticas

“Nosotros tenemos el deber de escuchar atentamente este sofocado grito silencioso”, apuntó el Papa, que dijo que la Iglesia está llamada a proteger a los niños de “los lobos voraces”. Por eso, Francisco apuntó que “debemos tomar todas las medidas prácticas que nos ofrece el sentido común, las ciencias y la sociedad, no debemos perder de vista esta realidad y tomar las medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña: humillación, acto de contrición, oración, penitencia”, exhortó el Papa, que presentó esta fórmula como “la única manera para vencer el espíritu del mal”.
El Papa definió al clérigo abusador como un “instrumento de satanás”. “Humildemente y con valor debemos reconocer que estamos delante del misterio del mal, que se ensaña contra los más débiles porque son imagen de Jesús”, expuso el Papa, que no solo llamó a “limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia”.

Problema universal y transversal

El Papa también hizo un repaso a los informes de Unicef para certificar que el abuso sexual a menores es “un problema universal y transversal que desgraciadamente se verifica en casi todas partes” y recordó que las agresiones se producen en mayor parte en el seno de la familia.
Además denunció el auge del turismo sexual la pornografía infantil que hace que los niños sean “heridos en su dignidad” con modalidades cada vez más violentas y “en directo a través de las redes”. También puso sobre la mesa el drama de los niños soldado, los menores refugiados y abortados para señalar que “hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva”.
Tras este análisis, señaló que “la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia”. Eso sí, agradeció la entrega de “la gran mayoría de sacerdotes que no solo son fieles a su celibato, sino que se gastan en un ministerio que es hoy más difícil por los escándalos de unos pocos —pero siempre demasiados— hermanos suyos”.

VIDA NUEVA


Encuentro "La protección de los menores en la Iglesia": Celebración Eucarística



Discurso íntegro del Papa al finalizar el Encuentro sobre ‘la protección de los menores en la Iglesia’


Queridos hermanos y hermanas:
En la acción de gracias al Señor, que nos ha acompañado en estos días, quisiera agradeceros también a vosotros por el espíritu eclesial y el compromiso concreto que habéis demostrado con tanta generosidad.
Nuestro trabajo nos ha llevado a reconocer, una vez más, que la gravedad de la plaga de los abusos sexuales a menores es por desgracia un fenómeno históricamente difuso en todas las culturas y sociedades. Solo de manera relativamente reciente ha sido objeto de estudios sistemáticos, gracias a un cambio de sensibilidad de la opinión pública sobre un problema que antes se consideraba un tabú, es decir, que todos sabían de su existencia, pero del que nadie hablaba. Esto también me trae a la mente la cruel práctica religiosa, difundida en el pasado en algunas culturas, de ofrecer seres humanos —frecuentemente niños— como sacrificio en los ritos paganos. Sin embargo, todavía en la actualidad las estadísticas disponibles sobre los abusos sexuales a menores, publicadas por varias organizaciones y organismos nacionales e internacionales (Oms, Unicef, Interpol, Europol y otros), no muestran la verdadera entidad del fenómeno, con frecuencia subestimado, principalmente porque muchos casos de abusos sexuales a menores no son denunciados,[1] en particular aquellos numerosísimos que se cometen en el ámbito familiar.
De hecho, muy raramente las víctimas confían y buscan ayuda.[2] Detrás de esta reticencia puede estar la vergüenza, la confusión, el miedo a la venganza, los sentimientos de culpa, la desconfianza en las instituciones, los condicionamientos culturales y sociales, pero también la desinformación sobre los servicios y las estructuras que pueden ayudar. Desgraciadamente, la angustia lleva a la amargura, incluso al suicidio, o a veces a vengarse haciendo lo mismo. Lo único cierto es que millones de niños del mundo son víctimas de la explotación y de abusos sexuales.
Sería importante presentar los datos generales —en mi opinión siempre parciales— a escala mundial,[3] después europeo, asiático, americano, africano y de Oceanía, para dar un cuadro de la gravedad y de la profundidad de esta plaga en nuestras sociedades.[4] Para evitar discusiones inútiles, quisiera evidenciar antes de nada que la mención de algunos países tiene el único objetivo de citar datos estadísticos aparecidos en los informes mencionados.
La primera verdad que emerge de los datos disponibles es que quien comete los abusos, o sea las violencias (físicas, sexuales o emotivas) son sobre todo los padres, los parientes, los maridos de las mujeres niñas, los entrenadores y los educadores. Además, según los datos de UNICEF de 2017 referidos a 28 países del mundo, 9 de cada 10 muchachas, que han tenido relaciones sexuales forzadas, declaran haber sido víctimas de una persona conocida o cercana a la familia.
Según los datos oficiales del gobierno americano, en los Estados Unidos más de 700.000 niños son víctimas cada año de violencia o maltrato, según el International Center For Missing and Exploited Children (ICMEC), uno de cada diez niños sufre abusos sexuales. En Europa, 18 millones de niños son víctimas de abusos sexuales.[5]
Si nos fijamos por ejemplo en Italia, el informe del “Telefono Azzurro” de 2016 evidencia que el 68,9% de los abusos sucede dentro del ámbito doméstico del menor.[6] Teatro de la violencia no es solo el ambiente doméstico, sino también el barrio, la escuela, el deporte[7] y también, por desgracia, el eclesial.
De los estudios efectuados en los últimos años sobre el fenómeno de los abusos sexuales a menores emerge que el desarrollo de la web y de los medios de comunicación ha contribuido a un crecimiento notable de los casos de abuso y violencia perpetrados online. La difusión de la pornografía se está esparciendo rápidamente en el mundo a través de la Red. La plaga de la pornografía ha alcanzado enormes dimensiones, con efectos funestos sobre la psique y las relaciones entre el hombre y la mujer, y entre ellos y los niños. Un fenómeno en continuo crecimiento. Una parte muy importante de la producción pornográfica tiene tristemente por objeto a los menores, que así son gravemente heridos en su dignidad. Los estudios en este campo documentan que esto sucede con modalidades cada vez más horribles y violentas; se llega al extremo de que los actos de abuso son encargados y efectuados en directo a través de la Red.[8]
Recuerdo aquí el Congreso internacional celebrado en Roma sobre la dignidad del niño en la era digital; así como el primer Fórum de la Alianza interreligiosa para Comunidades más seguras sobre el mismo tema y que tuvo lugar el pasado mes de noviembre en Abu Dhabi.
Otra plaga es el turismo sexual: según los datos de 2017 de la Organización Mundial del Turismo, cada año en el mundo tres millones de personas emprenden un viaje para tener relaciones sexuales con un menor.[9] Es significativo el hecho de que los autores de tales crímenes, en la mayor parte de los casos, no reconocen que están cometiendo un delito.
Estamos, por tanto, ante un problema universal y transversal que desgraciadamente se verifica en casi todas partes. Debemos ser claros: la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades,[10] no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia.
La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética. El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños. No hay explicaciones suficientes para estos abusos en contra de los niños. Humildemente y con valor debemos reconocer que estamos delante del misterio del mal, que se ensaña contra los más débiles porque son imagen de Jesús. Por eso ha crecido actualmente en la Iglesia la conciencia de que se debe no solo intentar limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia. La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces.
Quisiera reafirmar con claridad: si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad. De hecho, en la justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de Dios, traicionado y abofeteado por estos consagrados deshonestos. El eco de este grito silencioso de los pequeños, que en vez de encontrar en ellos paternidad y guías espirituales han encontrado a sus verdugos, hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder. Nosotros tenemos el deber de escuchar atentamente este sofocado grito silencioso.
No se puede, por tanto, comprender el fenómeno de los abusos sexuales a menores sin tomar en consideración el poder, en cuanto estos abusos son siempre la consecuencia del abuso de poder, aprovechando una posición de inferioridad del indefenso abusado que permite la manipulación de su conciencia y de su fragilidad psicológica y física. El abuso de poder está presente en otras formas de abuso de las que son víctimas casi 85 millones de niños, olvidados por todos: los niños soldado, los menores prostituidos, los niños malnutridos, los niños secuestrados y frecuentemente víctimas del monstruoso comercio de órganos humanos, o también transformados en esclavos, los niños víctimas de la guerra, los niños refugiados, los niños abortados y así sucesivamente.
Ante tanta crueldad, ante todo este sacrificio idolátrico de niños al dios del poder, del dinero, del orgullo, de la soberbia, no bastan meras explicaciones empíricas; estas no son capaces de hacernos comprender la amplitud y la profundidad del drama. Una vez más, la hermenéutica positivista demuestra su proprio límite. Nos da una explicación verdadera que nos ayudará a tomar las medidas necesarias, pero no es capaz de darnos un significadoY hoy necesitamos tanto explicaciones como significados. Las explicaciones nos ayudarán mucho en el ámbito operativo, pero nos dejan a mitad de camino.
¿Cuál es, por tanto, el “significado” existencial de este fenómeno criminal? Teniendo en cuenta su amplitud y profundidad humana, hoy no puede ser otro que la manifestación del espíritu del mal. Si no tenemos presente esta dimensión estaremos lejos de la verdad y sin verdaderas soluciones.
Hermanos y hermanas, hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva. Detrás y dentro de esto está el espíritu del mal que en su orgullo y en su soberbia se siente el señor del mundo[11] y piensa que ha vencido. Esto quisiera decíroslo con la autoridad de hermano y de padre, ciertamente pequeño, pero que es el pastor de la Iglesia que preside en la caridad: en estos casos dolorosos veo la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los pequeños. Y esto me lleva a pensar en el ejemplo de Herodes que, empujado por el miedo a perder su poder, ordenó masacrar a todos los niños de Belén.[12]
Y de la misma manera que debemos tomar todas las medidas prácticas que nos ofrece el sentido común, las ciencias y la sociedad, no debemos perder de vista esta realidad y tomar las medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña: humillación, acto de contrición, oración, penitencia. Esta es la única manera para vencer el espíritu del mal. Así lo venció Jesús.[13]
Así pues, el objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren. La Iglesia, para lograr dicho objetivo, tiene que estar por encima de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños.
Por lo tanto, ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial. Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos de un justicialismo, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y de la presión del mundo mediático, y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos.
En este contexto, deseo mencionar las “Best Practices” formuladas, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud,[14] por un grupo de diez agencias internacionales que ha desarrollado y aprobado un paquete de medidas llamado INSPIRE, es decir, siete estrategias para erradicar la violencia contra los menores.[15]
Sirviéndose de estas directrices, la Iglesia, en su itinerario legislativo, gracias también al trabajo desarrollado en los últimos años por la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y a la aportación de este encuentro, se centrará en las siguientes dimensiones:
  1. La protección de los menores: el objetivo principal de cualquier medida es el de proteger a los menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por lo tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos. Ante nuestros ojos siempre deben estar presentes los rostros inocentes de los pequeños, recordando las palabras del Maestro: «Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos, ¡pero ay del hombre por el que viene el escándalo!» (Mt 18,6-7).
  2. Seriedad impecable: deseo reiterar ahora que «la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso» (Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2018). Tiene la convicción de que «los pecados y crímenes de las personas consagradas adquieren un tinte todavía más oscuro de infidelidad, de vergüenza, y deforman el rostro de la Iglesia socavando su credibilidad. En efecto, también la Iglesia, junto con sus hijos fieles, es víctima de estas infidelidades y de estos verdaderos y propios delitos de malversación» (ibíd.).
  3. Una verdadera purificación: a pesar de las medidas adoptadas y los progresos realizados en materia de prevención de los abusos, se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores, cuya configuración con Cristo Buen Pastor es un derecho del pueblo de Dios. Se reitera entonces «su firme voluntad de continuar, con toda su fuerza, en el camino de la purificación. La Iglesia se cuestionará […] cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios. Se buscará transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo no solo del cuerpo de la Iglesia sino también de la sociedad» (ibíd.). El santo temor de Dios nos lleva a acusarnos a nosotros mismos —como personas y como institución— y a reparar nuestras faltas. Acusarnos a nosotros mismos: es un inicio sapiencial, unido al santo temor de Dios. Aprender a acusarse a sí mismo, como personas, como instituciones, como sociedad. En realidad, no debemos caer en la trampa de acusar a los otros, que es un paso hacia la excusa que nos separa de la realidad.
  4. La formación: es decir, la exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad. San Pablo VI escribía en la encíclica Sacerdotalis caelibatus: «Una vida tan total y delicadamente comprometida interna y externamente, como es la del sacerdocio célibe, excluye, de hecho, a los sujetos de insuficiente equilibrio psicofísico y moral, y no se debe pretender que la gracia supla en esto a la naturaleza» (n. 64).
  5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: es decir, reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado (como ha sido costumbre en el pasado), porque el encubrimiento de los abusos favorece que se extienda el mal y añade un nivel adicional de escándalo. De modo particular, desarrollar un nuevo y eficaz planteamiento para la prevención en todas las instituciones y ambientes de actividad eclesial.
  6. Acompañar a las personas abusadas: El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia. Escuchar, dejadme decir: “perder tiempo” en escuchar. La escucha sana al herido, y nos sana también a nosotros mismos del egoísmo, de la distancia, del “no me corresponde”, de la actitud del sacerdote y del levita de la parábola del Buen Samaritano.
  7. El mundo digital: la protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual y de abusos de todo tipo que los amenazan en los ambientes en donde viven y a través de los nuevos instrumentos que usan. Los seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales; todos deben tomar conciencia de que el mundo digital y el uso de sus instrumentos incide a menudo más profundamente de lo que se piensa. Se necesita aquí animar a los países y a las autoridades a aplicar todas las medidas necesarias para limitar los sitios de internet que amenazan la dignidad del hombre, de la mujer y de manera particular a los menores: el delito no goza del derecho a la libertad. Es necesario oponernos absolutamente, con la mayor decisión, a estas abominaciones, vigilar y luchar para que el crecimiento de los pequeños no se turbe o se altere por su acceso incontrolado a la pornografía, que dejará profundos signos negativos en su mente y en su alma. Es necesario comprometernos para que los chicos y las chicas, de modo particular los seminaristas y el clero, no sean esclavos de dependencias basadas en la explotación y el abuso criminal de los inocentes y de sus imágenes, y en el desprecio de la dignidad de la mujer y de la persona humana. Se evidencian aquí las nuevas normas “sobre los delitos más graves” aprobadas por el papa Benedicto XVI en el año 2010, donde fueron añadidos como nuevos casos de delitos «la adquisición, la retención o divulgación» realizada por un clérigo «en cualquier forma y con cualquier tipo de medio, de imágenes pornográficas de menores». Entonces se hablaba de «menores de edad inferior a 14 años», ahora pensamos elevar este límite de edad para extender la protección de los menores e insistir en la gravedad de estos hechos.
  8. El turismo sexual: la conducta, la mirada, la actitud de los discípulos y de los servidores de Jesús han de saber reconocer la imagen de Dios en cada criatura humana, comenzando por los más inocentes. Solo aprovechando este respeto radical por la dignidad del otro podemos defenderlo del poder dominante de la violencia, la explotación, el abuso y la corrupción, y servirlo de manera creíble en su crecimiento integral, humano y espiritual, en el encuentro con los demás y con Dios. Para combatir el turismo sexual se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal. Las comunidades eclesiales están llamadas a reforzar la atención pastoral a las personas explotadas por el turismo sexual. Entre estas, las más vulnerables y necesitadas de una ayuda especial son ciertamente las mujeres, los menores y los niños; estos últimos, necesitan todavía de una protección y de una atención especial. Las autoridades gubernamentales deben dar prioridad y actuar con urgencia para combatir el tráfico y la explotación económica de los niños. Para este fin, es importante coordinar los esfuerzos en todos los niveles de la sociedad y trabajar estrechamente con las organizaciones internacionales para lograr un marco legal que proteja a los niños de la explotación sexual en el turismo y permita perseguir legalmente a los delincuentes.[16]
Permitidme un agradecimiento de corazón a todos los sacerdotes y a los consagrados que sirven al Señor con fidelidad y totalmente, y que se sienten deshonrados y desacreditados por la conducta vergonzosa de algunos de sus hermanos. Todos —Iglesia, consagrados, Pueblo de Dios y hasta Dios mismo— sufrimos las consecuencias de su infidelidad. Agradezco, en nombre de toda la Iglesia, a la gran mayoría de sacerdotes que no solo son fieles a su celibato, sino que se gastan en un ministerio que es hoy más difícil por los escándalos de unos pocos —pero siempre demasiados— hermanos suyos. Y gracias también a los laicos que conocen bien a sus buenos pastores y siguen rezando por ellos y sosteniéndolos.
Finalmente, quisiera destacar la importancia de transformar este mal en oportunidad de purificación. Miremos a Edith Stein – santa Teresa Benedicta de la Cruz, con la certeza de que «en la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado». El santo Pueblo fiel de Dios, en su silencio cotidiano, de muchas formas y maneras continúa haciendo visible y afirmando con “obstinada” esperanza que el Señor no abandona, que sostiene la entrega constante y, en tantas situaciones, dolorosa de sus hijos. El santo y paciente Pueblo fiel de Dios, sostenido y vivificado por el Espíritu Santo, es el rostro mejor de la Iglesia profética que en su entrega cotidiana sabe poner en el centro a su Señor. Será justamente este santo Pueblo de Dios el que nos libre de la plaga del clericalismo, que es el terreno fértil para todas estas abominaciones.
El resultado mejor y la resolución más eficaz que podamos dar a las víctimas, al Pueblo de la santa Madre Iglesia y al mundo entero, es el compromiso por una conversión personal y colectiva, y la humildad de aprender, escuchar, asistir y proteger a los más vulnerables.
Hago un sentido llamamiento a la lucha contra el abuso de menores en todos los ámbitos, tanto en el ámbito sexual como en otros, por parte de todas las autoridades y de todas las personas, porque se trata de crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra: esto lo piden las numerosas víctimas escondidas en las familias y en los diversos ámbitos de nuestra sociedad.
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[1] Cf. María Isabel Martínez Pérez, Abusos sexuales en niños y adolescentes, ed. Criminología y Justicia, 2012: se denuncia solo el 2% de los casos, sobre todo cuando los abusos ocurren en el ámbito familiar. Calcula de un 15 a un 20% de víctimas de pedofilia en nuestra sociedad. Solo el 50% de los niños revela el abuso sufrido y, de esos casos, solo el 15% llega a ser denunciado. Solo el 5% acaba en un proceso.
[2] Una de cada tres víctimas no habla de ello con nadie (Datos 2017 recogidos por la organización sin ánimo de lucro THORN).
[3] A escala mundial: en 2017, la OMS ha estimado que hasta mil millones de menores en una edad comprendida entre los 2 y los 17 años han sufrido violencias o negligencias físicas, emotivas o sexuales. Los abusos sexuales (desde las caricias a la violación), según algunas estimaciones de UNICEF en 2014, afectan a más de 120 millones de niñas, entre las que se registra el más alto número de víctimas. En 2017 la misma organización de la ONU ha referido que en 38 países del mundo de bajo o medio rédito, casi 17 millones de mujeres adultas han admitido haber tenido en su infancia una relación sexual forzada.
Europa: en 2013, la OMS ha estimado que mas de18 millones de niños han resultado ser víctimas de abusos. Según UNICEF, en 28 países europeos, alrededor de 2,5 millones de mujeres jóvenes han declarado haber sufrido abusos sexuales con o sin contacto físico antes de los 15 años (datos difundidos en 2017). Además, 44 millones (el 22,9%) han sido víctimas de violencia física, mientras que 55 millones (29,6%) víctimas de violencia psicológica. Y no solo: en 2017, el Informe INTERPOL sobre la explotación sexual de los menores ha llevado a la identificación de 14.289 víctimas en 54 países europeos. Respecto a Italia en 2017, el Cesvi ha estimado que 6 millones de niños han sufrido maltrato. Además, según los datos elaborados por el Telefono Azzurro, en el periodo comprendido entre el 1 de enero al 31 de diciembre de 2017, los casos de abuso sexual y pedofilia atendidos por el servicio 114 Emergenza Infanzia han sido 98, aproximadamente el 7,5% del total de los casos atendidos por este servicio. El 65% de los menores que pedían ayuda eran víctimas de sexo femenino y más del 40% eran menores de 11 años.
Asia: En India, en el decenio 2001-2011, el Asian Center for Human Rights ha declarado un total de 48.338 casos de violación de menores, con un aumento del 336%: de los 2.113 casos del 2001, de hecho, se llegó a los 7.112 casos en el 2011.
América: en los Estados Unidos los datos oficiales del gobierno declaran que, cada año, más de 700.000 niños son víctimas de violencia o maltrato. Según el International Center for Missing and Exploited Children (ICMEC), uno de cada 10 niños sufre abusos sexuales.
África: en Sudáfrica, los resultados de una investigación llevada a cabo en el 2016 por el Centro para la justicia y la prevención de los crímenes de la Universidad de Ciudad del Cabo, ha revelado que un joven sudafricano de cada 3, hombre o mujer, está en situación de riesgo de abusos sexuales antes de haber cumplido los 17 años. Según este estudio, el primero de este género a escala nacional en Sudáfrica, 784.967 jóvenes en edades comprendidas entre los 15 y los 17 años han sufrido abusos sexuales. Las víctimas en este caso son prevalentemente chicos, de sexo masculino. Ni siquiera un tercio ha denunciado la violencia a las autoridades. En otros países africanos los abusos sexuales a menores se insertan en el contexto más amplio de las violencias vinculadas a los conflictos que bañan de sangre el continente y son difícilmente cuantificables. El fenómeno está también estrechamente unido a la práctica de matrimonios precoces difundidos en varias naciones africanas y en otros lugares.
Oceanía: en Australia, según los datos difundidos por el Australian Institute of Health and Welfare (AIHW) en febrero de 2018 y que se refieren a los años 2015-2017, 1 de cada 6 mujeres (16%, es decir, 1,5 millones) han declarado haber sufrido abusos físicos y/o sexuales antes de los 15 años, y 1 de cada 9 hombres (11%, es decir 992.000) han declarado haber experimentado este abuso cuando eran muchachos. En el 2015-16, además, aproximadamente 450.000 niños han sido objeto de medidas de protección de la infancia, y 55.600 menores han sido alejados del ámbito doméstico para curar los abusos sufridos y prevenir otros. Finalmente, para no olvidar los riesgos que corren los menores nativos: siempre según el AIHW, en el 2015-2016, los niños indígenas han tenido 7 veces más probabilidad de ser objeto de abusos y de abandono respecto a sus coetáneos no indígenas (cf. http://www.pbc2019.org/it/protezione-dei-minori/abuso-dei-minori-a-livello-globale).
[4] Los datos presentados se refieren a países tomados como muestra por la fiabilidad de las fuentes disponibles. Las investigaciones difundidas por UNICEF sobre 30 países confirman este hecho: un pequeño porcentaje de víctimas afirmó haber pedido ayuda.
[5] Cf. https://www.repubblica.it/salute/prevenzione/2016/05/12/news/maltrattamenti_sui_minori_tutti_gli_abusi – 139630223.
[6] Específicamente, el presunto responsable del malestar sufrido por un menor es, en el 73,7% de los casos alguno de los padres (la madre en el 44,2% y el padre en el 29,5%), un pariente en el 3,3%, un amigo en el 3,2%, un conocido en el 3%, un profesor en el 2,5%. Los datos revelan que el porcentaje de un responsable adulto extraño es muy pequeño (2,2%) (cf. ibíd.).
[7] Una investigación inglesa de 2011, realizada por el NSPCC (National Society for the Prevention of Cruelty to Children), ha descubierto que el 29% de los sujetos entrevistados declaraba haber sufrido acoso sexual (físico o verbal) en los centros donde practicaba un deporte.
[8] Según los datos de 2017 del IWF (Internet Watch Foundation), cada 7 minutos una página web envía imágenes de niños abusados sexualmente. En el 2017, han sido individuados 78.589 URL que contenían imágenes de abuso sexual concentrados en particular en los Países Bajos, seguidos por los Estados Unidos, Canadá, Francia y Rusia. El 55% de las víctimas tiene menos de 10 años, 1’86% son niñas, el 7% niños, el 5% ambos.
[9] Los destinos más frecuentes son Brasil, República Dominicana, Colombia, así como Tailandia y Camboya. A estos, se han añadido últimamente algunos países de África y del Este europeo. Los primeros países de proveniencia de quienes perpetran los abusos son Francia, Alemania, Reino Unido, China, Japón e Italia. No se debe olvidar tampoco el número creciente de mujeres que viajan a países en vías de desarrollo, buscando sexo por dinero con menores: en total, ellas representan el 10% de los turistas sexuales en el mundo. Además, según un estudio guiado por ECPAT International (End Child Prostitution in Asian Tourism) entre el 2015 y el 2016, el 35% de los turistas sexuales pedófilos eran clientes habituales, mientras el 65% eran clientes ocasionales (cf. https://www.osservatoriodiritti.it/2018/03/27/turismo-sessuale-minorile-nel-mondo-italia-ecpat).
[10] «Si esta gravísima desgracia ha golpeado algunos ministros consagrados, la pregunta es: ¿Cuánto podría ser profunda en nuestra sociedad y en nuestras familias?» (Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2018).
[11] Cf. R.H. Benson, The Lord of the World, Dodd, Mead and Company, Londres 1907.
[12] «Quare times, Herodes, quia audis Regem natum? Non venit ille ut te excludat, sed ut diabolum vincat. Sed tu haec non intelligens turbaris et saevis; et ut perdas umum quem quaeris, per tot infantium mortes efficeris crudelis […] Necas parvulos corpore quia te necat timor in corde» (S. Quadvultdeus, Sermo 2 de SymboloPL 40, 655).
[13] «Quemadmodum enim ille, effuso in scientiae lignum veneno suo, naturam gusto corruperat, sic et ipse dominicam carnem vorandam presumens, Deitatis in ea virtute, corruptus interitusque sublatus est» Máximo el Confesor, Centuria 1, 8-13: PG, 1182-1186.
[14] (CDC: United States Centers for Disease Control and Prevention; CRC: Convention on the Rights of the Child; End Violence Against Children: The Global Partnership; PAHO: Pan American Health Organization; PEPFAR: President’s Emergency Program for AIDS Relief; TfG: Together for Girls; UNICEF: United Nations Children’s Fund; UNODC: United Nations Office on Drugs and Crime; USAID: United States Agency for International Development; WHO: World Health Organization).
[15] Cada letra de la palabra INSPIRE representa una de las estrategias, y la mayor parte ha demostrado tener efectos preventivos sobre diferentes tipos de violencia, además de beneficios en sectores como la salud mental, la educación y la reducción de la criminalidad. Las siete estrategias son las siguientes: Implementation and enforcement of laws: actuación y aplicación de las leyes (por ejemplo, prohibir disciplinas violentas y limitar el acceso de alcohol y armas de fuego); Norms and values: normas y valores para cambiar (por ejemplo, aquellos que toleran el abuso sexual a las chicas o la actitud agresiva entre los chicos); Safe environments: ambientes seguros (por ejemplo, identificar en los barrios los “puntos álgidos” de la violencia y hacer frente las causas locales con una política que resuelva los problemas y otras intervenciones); Parent and caregiver support: padres y apoyo del asistente familiar (por ejemplo, proporcionando formación a los padres de los jóvenes, y a los padres recientes); Income and economic strengthening: ingresos y fortalecimiento económico (como el micro-crédito y la formación sobre la equidad de género); Response and support services: servicios de respuesta y ayuda (por ejemplo, garantizar que los menores expuestos a la violencia puedan acceder a cuidados de emergencia eficaces y recibir una ayuda adecuada psico-social); Education and life skills: instrucción y capacitación para la vida (por ejemplo, garantizar que los menores vayan a la escuela y proporcionar las competencias sociales).
[16] Cf. Documento Final del VI Congreso Mundial sobre la Pastoral del Turismo, 27 julio 2004.

VIDA NUEVA