El Papa fallece en mitad del Año Jubilar de la Esperanza, y cuando aparecía como el único líder global capaz de hacer frente a la retórica frentista de la segunda Administración Trump, y abre una crisis de difícil resolución en la Iglesia católica, sin candidatos claros a continuar su operación de reforma de la institución, y con un fuerte movimiento restauracionista
El 13 de marzo de 2013, el cónclave eligió a Bergoglio como el sucesor de Benedicto XVI. Se convirtió en el primer Papa jesuita, el primer latinoamericano y el primero en tomar el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís. Desde el inicio de su pontificado, dejó claro su deseo de una Iglesia más simple y al servicio de los más necesitados
Francisco se convirtió en una voz moral en la escena global, con llamamientos claros contra la “tercera Guerra Mundial a pedazos”, que visibilizó en Ucrania o Gaza, su petición de desarme global, su lucha contra el hambre o la denuncia de las injusticias del mercado, lo que le valió el título de ‘Papa comunista
Y es que, a diferencia de lo sucedido con la muerte de Juan Pablo II, cuya agonía se vivió durante semanas, siendo sucedido por su relevo natural, Joseph Ratzinger; y del propio Benedicto XVI, quien renunció al cargo en una decisión histórica, pero que permitió algo más de un mes para que los cardenales pudieran ponerse de acuerdo antes de entrar en cónclave, en esta ocasión nadie esperaba el fallecimiento de Francisco, que muere dejando abiertas muchas incógnitas, y sin que haya consenso sobre su sucesor.
Posibles candidatos
¿Quién fue Jorge Mario Bergoglio?
Definido como ‘el Papa venido del fin del mundo’, Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Desde joven, mostró una profunda vocación religiosa y una sensibilidad especial por los más necesitados. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1958 y fue ordenado sacerdote en 1969. Su trayectoria dentro de la Iglesia estuvo marcada por la sencillez, la cercanía y un compromiso firme con los pobres.
El 13 de marzo de 2013, el cónclave eligió a Bergoglio como el sucesor de Benedicto XVI. Se convirtió en el primer Papa jesuita, el primer latinoamericano y el primero en tomar el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís. Desde el inicio de su pontificado, dejó claro su deseo de una Iglesia más simple y al servicio de los más necesitados.
Logros, retos y enemigos
Sin embargo, su pontificado no ha estado exento de desafíos. Ha enfrentado resistencias dentro de la Iglesia por su apertura en temas como la pastoral para personas divorciadas y la comunidad LGBTQ+. También ha tenido que lidiar con la crisis de los abusos sexuales, promoviendo medidas más estrictas contra la pederastia clerical. Medidas que no han sido siempre bien entendidas en el interior de la institución.
Así, fueron famosas las ‘dubia’ de varios cardenales tras los pasos dados para permitir comulgar a los divorciados, que se multiplicaron con otra serie de temas, desde la convocatoria de un Sínodo en el que, por primera vez, las mujeres (y los laicos) tuvieron voz, y voto, la ordenación sacerdotal de mujeres o encíclicas como Fratelli Tutti, la primera dedicada no sólo a los fieles católicos, sino a toda la humanidad.
Junto a su liderazgo en la Iglesia, Francisco se convirtió en una voz moral en la escena global, con llamamientos claros contra la “tercera Guerra Mundial a pedazos”, que visibilizó en Ucrania o Gaza, su petición de desarme global, su lucha contra el hambre o la denuncia de las injusticias del mercado, lo que le valió el título de ‘Papa comunista’. En sus últimos momentos, Bergoglio se erigió como el mayor crítico de la política de deportaciones lanzada por Trump. Un papel que, tras su muerte, queda huérfano.
Jesús Bastante
RD





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