El debate sobre la legalización del juego en Brasil regresó a la agenda política, provocando nuevamente la reacción de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), que reitera su “perplejidad” y oposición ante el avance del proyecto de ley que busca permitir el funcionamiento de casinos, bingos, el tradicional y las apuestas en línea.
El proyecto, conocido como PL 442/1991, fue aprobado por la Cámara de Diputados en febrero de 2022 y desde entonces se encuentra en trámite en el Senado bajo el número 2234/2022. Su inclusión en la agenda legislativa fue duramente criticada por la Iglesia Católica, que considera esta medida contraria al bien común.
“Instamos a los parlamentarios brasileños y a las autoridades públicas a oponerse al juego, en cualquiera de sus formas, promoviendo el bienestar de las familias, protegiendo los valores fundamentales de la vida en sociedad y asegurando un futuro digno y justo para la nación”, señalaron los obispos en un comunicado.
Múltiples consecuencias negativas
En su nota oficial, la CNBB advierte sobre las múltiples consecuencias negativas que una eventual legalización podría traer al país, en especial a los sectores más vulnerables: “El juego, especialmente en una sociedad desigual y a gran escala, como afirma la propuesta parlamentaria, puede contribuir aún más al aumento de los delitos asociados, con énfasis en el fraude, el amaño de partidos, la corrupción y el lavado de dinero”, se lee en el texto firmado por la presidencia de la CNBB.
El documento cita al Papa Francisco, quien en un encuentro de movimientos populares en 2024 alertó sobre la lógica destructiva de la avaricia: “La competencia ciega por cada vez más dinero no es una fuerza creativa, sino una actitud malsana, un camino a la perdición. Este comportamiento irresponsable, inmoral e irracional destruye la creación y divide a los pueblos”.
Para los obispos, permitir la expansión del juego es abrir la puerta a “desequilibrios socioeconómicos”, afectaciones graves a la salud pública por el incremento de la ludopatía y un “desprecio por la vida y la familia”.
Defensores de la dignidad humana
La postura de la Iglesia Católica en Brasil es constante durante más de cuatro décadas. La nota, firmada en diciembre de 2024, recuerda que iniciativas como esta contradicen los principios éticos y morales que deben regir la legislación brasileña: “Existen razones éticas y morales para no permitir que este proyecto de ley avance, sin mencionar los numerosos impactos en las familias”.
Los obispos encomiendan el futuro del país a la intercesión de la patrona nacional: “Que María, Madre de Jesús, Nuestra Señora de Aparecida, interceda por Brasil, para que seamos promotores de paz en la defensa de la dignidad humana y, como peregrinos de la esperanza, construyamos una sociedad más justa, fraterna y solidaria”.
Con esta declaración, la Iglesia brasileña espera el país opte por políticas públicas que fortalezcan la justicia social y la dignidad de las familias, en lugar de abrir espacio a intereses económicos que, según advierten, traerán graves consecuencias humanas y sociales.


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