Destacados obispos y teólogos, ante la visita del Papa
En un amplio reportaje de la revista cristiana 21rs con motivo del próximo viaje de Benedicto XVI a Brasil, destacados obispos y teólogos latinoamericanos piden al Papa que, en su primera visita “al“continente que tiene sed de Dios”, aproveche para dar “un espaldarazo a la Iglesia latinoamericana de los pobres” y denunciar “el desigual reparto de la riqueza”.
Por ejemplo, el obispo de San Cristóbal de Las Casas (México), Felipe Arizmendi, espera que Benedicto XVI denuncie “la contradicción de que la riqueza cada día se acumule en pocas manos, mientras grandes muchedumbres siguen sin resolver sus necesidades básicas, como la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y el descanso”.
Por ejemplo, el obispo de San Cristóbal de Las Casas (México), Felipe Arizmendi, espera que Benedicto XVI denuncie “la contradicción de que la riqueza cada día se acumule en pocas manos, mientras grandes muchedumbres siguen sin resolver sus necesidades básicas, como la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y el descanso”.
Para el sucesor de Samuel Ruiz, otros retos de la Latinoamérica que va a ver el Papa son “la inmigración”, la “persistente marginación de los indígenas, la disminución de vocaciones a la vida consagrada o los ataques a la vida y a la familia”. Y añade: “También nos cuestiona la disminución numérica del catolicismo y el aumento de denominaciones religiosas, dentro de un amplio abanico de ofertas para todos los gustos, como en un supermercado religioso”.
Por su parte, el obispo de Riobamba (Ecuador), Víctor Corral le dice al Papa que sueña “con una Iglesia más fiel a Jesucristo, más casa de los pobres y más luchadora por un mundo más justo, fraterno y solidario”.
Por su parte, el cardenal de Tegucigalpa (Honduras), Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, afirma tajante que “el modelo pastoral del continente está agotado y tiene que ser revisado. Necesitamos un nuevo fuego, un nuevo impulso y, cuando se pierde el ímpetu misionero, empezamos a envejecer, empezamos a morir”.
Para el purpurado hondureño, “uno de los grandes desafíos hoy es saber leer los signos de los tiempos, ya que hay miopía frente a ellos. Necesitamos del Espíritu Santo como oftalmólogo que nos recupere de la miopía y de la falta de imaginación para poder dar respuestas creativas. El Espíritu no está de vacaciones. Lo hemos reducido mucho. A veces, ni lo escuchamos ni tenemos la valentía de seguir sus inspiraciones”.
A su juicio, “El Espíritu nos llama a salir de una vida aburguesada y lanzarnos a la otra orilla. Estamos enfermos de insuficiencia cardiaca misionera y, para combatirla, necesitamos que el Espíritu Santo nos ponga un marcapasos y que nos haga palpitar al ritmo de San Pablo”.
Algunos obispos denuncian la situación material del continente. Para Gregorio Rosa Chávez, auxiliar de San Salvador y presidente de Caritas de Latinoamérica, “el continente necesita atacar las causas de la pobreza. En este momento, hay un profundo desencanto con la democracia, una total desilusión con la clase política y una crisis de los partidos. Esta crisis y la falta de credibilidad de la clase política es la razón de la emergencia de la sociedad civil. Pero, por otra parte, parece que la esperanza ha renacido y los electorados se están inclinando hacia opciones de izquierdas. La sociedad civil está despertando”.
Muy crítico con la globalización, el obispo de Jales (Brasil), Demetrio Valentini, asegura que “la superación de las encrucijadas actuales, producidas en los subterráneos de la crisis de civilización que ahora vivimos, no se dará tanto por modificaciones de la estructura eclesial, cuando por el reencuentro en profundidad con el Evangelio. Será la vivencia del Evangelio, abierta a todos, la que tendrá la fuerza de provocar los cambios adecuados en la vida de la Iglesia”.
Menos optimista con la evolución interna eclesial se muestra el teólogos José María López Vigil, para el que “la Notificación contra Sobrino –más bien contra la Cristología de la Liberación- es un mal presagio”. Y se pregunta: “¿No se podía haber esperado tres meses, para haber celebrado Aparecida bajo la ilusión de que, en este nuevo pontificado, ya no se perseguía a la teología de la opción por los pobres? ¿O es que se ha querido expresamente enviar pode delante un mensaje para Aparecida?”.
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