Wednesday, November 11, 2009

Los siete nombres de Cristo de ECCLESIA Digital - Jesús es el Hijo de María


María, Madre de Jesús: fácilmente se comprende lo que este título tiene de contenido y de profunda grandeza. Porque siendo EL, la segunda persona de la Santísima Trinidad, ser su Madre es un privilegio único, que duda cabe.
Ahora bien, en lo alto de la Cruz, Nuestro Señor quiso dar a San Juan el mayor legado que podía dejarle. Y fue justamente a su Madre. ¿Entonces ser Hijo de María que significa?

Dios en su infinita sabiduría, al crear a la Santísima Virgen creo la mejor de las criaturas.

Ser Hijo de María significó para Nuestro Señor Jesucristo ser modelo de obediencia, ser modelo de afectividad, ser modelo de Hijo. No era difícil pues ella era la mejor de las Madres. Pero quiso EL darnos ese ejemplo también. Estar sometido a la autoridad de sus padres, que ¡oh grandiosa paradoja! eran sus criaturas.

Es difícil imaginar los coloquios que entre ellos se producían. ¿Cómo debió ser la actitud de entusiasmo permanente de parte de Ella hacia su Creador, su Señor que era por su vez, su HIJO? ¿Y cómo era la actitud de EL delante de aquella que era la obra prima del Creador? Es un misterio que algunos santos intentaron desvelar. Así por ejemplo San Luis María Grignon de Monfort nos dice: “Jesucristo vivió largo tiempo porque siempre estuvo sometido a su Santísima Madre, por obedecer en Ella a Dios su Eterno Padre”. Como la voluntad de Ella estaba enteramente en consonancia con la misma voluntad del Padre, Jesús sabía que obedeciéndole a Ella a Dios obedecía.

Y allí en el inicio de su vida pública, en las Bodas de Caná vuelve a obedecer. Sí, es el Hijo que obedece al pedido de la Madre. Y ella sin dudarlo dice a los que preparaban el servicio de la fiesta: “haced lo que El os diga”. Obedece el Hijo al pedido de su Madre, y obedecen los empelados las sugerencias de María. Ejemplo de nuevo para nosotros. Obedecer, obedecer para ser libre.

En los pasos de la Semana Santa sevillana los artistas nos han dejado tallado de modo primoroso, el dolor del Señor en la Pasión. Y el dolor de María acompañándolo. Esa compañía, que supo cultivar Cristo durante 30 años. Solo tres de vida pública. Pero treinta viviendo junto a María. ¿Por qué? Se diría a primera vista y superficialmente que era más fructífero dedicar más años a la vida pública. Pero si EL no lo hizo así, es por que lo mas perfecto fue obviamente lo que ocurrió. Aquí también tenemos un ejemplo, debemos como Nuestro Señor, pasar mucho tiempo junto a María, en la oración que nos une a su Hijo amadísimo y nos va transformando sin percibirlo, preparándonos para la actividad apostólica.

Jesús Hijo de María, en el camino del Calvario, contempláis ese rostro amado, que se acerca a consolarte. Mayor consuelo imposible. No le evitasteis ese dolor porque bien sabías que Ella ahí quería estar, y como buena Madre a consolarte llegó, pues las madres olvidan sus dolores para consolar los dolores de los hijos.

¡Jesús hijo de María, enséñanos a amarte como te amo tu Madre! Convierte nuestros corazones fríos e indiferentes en corazones llenos de entusiasmo y amor, como lo fue el de Ella. Transforma nuestra indiferencia y el relativismo que invade todos los ambientes, en entrega y obediencia a tus leyes y preceptos, como fuiste tu obediente Hijo de María y gravad a fuego en nuestras almas, que mayor gracia que ser hijo de María e hijo ¡Vuestro no hay!
Ecclesia

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