Federico Lombardi destacó el especial interés de Juan Pablo II que visitó a los familiares y pidió públicamente la liberación de Emanuela Orlandi, al igual que lo hizo el cardenal Agostino Casaroli, secretario del Estado vaticano de la época, quien se ofreció a contactar telefónicamente con los secuestradores. Los servicios del Governatorato colaboraron con las autoridades italianas.
El portavoz del Vaticano pidió cautela en las afirmaciones ya que detrás de la desaparición de Emanuela hay una familia que sufre. Lombardi también añadió que no es justo decir que el Vaticano guarde secretos o haya sido indiferente al caso y que el Vaticano siempre estará dispuesto a colaborar en la investigación del caso todavía en curso.
Emanuela, hija de un empleado del Vaticano, desapareció cuando tan sólo tenía 15 años. Su secuestro se relacionó con organizaciones criminales que intentaban presionar para conseguir la liberación de Ali Ağca que atentó contra Juan Pablo II en 1981.
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