Saturday, April 14, 2012

Jesucristo no fue Papa

"Ni llevó sandalias de Armani, ni tiara, ni mitra"


La Real Academia registrará pronto el

vocablo "papalatría"


En tiempos de Jesús, la actual "gerontocracia infalible y absolutista", hubiera sido impensable

(Antonio Aradillas)- En las coordenadas entre la que se enmarca en la actualidad cuanto se relaciona con el Papa, la selección de temas con sus referencias y los términos para suexposición, están ya a punto de requerir actitudes y disposiciones "cristianas" rayanas en lo patológico. Todavía no aparece registrado en el Diccionario de la Real Academia el vocablo
"papalatría", aunque muchos son los convencidos de que lo estará muy próximamente.

Pero el hecho es que Jesucristo ni fue ni es Papa. Ni tampoco lo quiso. Por tanto, y en conformidad con los datos que aporta la iconografía de todos los tiempos y latitudes, a nadie se le ocurrió ni representar ni presentar al Señor revestido de Papa y con los atuendos pontificios correspondientes, y menos para recibir el culto y la devoción en lugares, actos, y celebraciones, solemnes o no, litúrgicas o para-litúrgicas. La tiara, como que es "Papa, obispo y rey", no fue "por los siglos de los siglos" signo religioso que identificara a Cristo Jesús entre los fieles cristianos.

Tampoco lo fueron las sandalias, y menos las diseñadas por el mismísimo Armani. Con las toscas zapatillas del pescador, pero no en versión cinematográfica alguna, le fue posible recorrer los caminos salvadores de su testimonio y adoctrinamiento. La mitra ni fue ni pudo ser para Cristo Jesús tentación alguna, leve y lejana. Con ella puesta, o sin poner, no se discurre, o se discurre muy poco. Además, Cristo tampoco llegó a obispo.

Papas y obispos proceden de tiempos eclesiásticos posteriores a Él. Antes, la "gerontocracia infalible y absolutista" de los tiempos presentes, hubiera sido impensable.

Jesucristo -"Dios y hombre verdadero"-, de haberse casado, no hubiera dejado de ser Dios. Por otra parte, casarse no es malo. Ni pecado. Más aún, para sus seguidores, que somos todos los cristianos, el matrimonio es un sacramento. José y María se llamaron sus padres. Tuvo apóstoles, con muy buena prensa posterior, como Pedro, que estaba casado. Lo testifica el santo evangelio. Este no refiere nada de hijos de padres apóstoles, pero no es descartable que algunos los tuvieran. Según las leyes divinas, los hijos vienen al mundo por los caminos que la naturaleza les tiene amorosamente asignado. Si hubiera sido mujer, tampoco Cristo Jesús hubiera perdido su condición divina. Aún más, tuvo y sigue teniendo en sus ejemplos y en su doctrina, comportamientos y gestos tanto o más de "madre" que de "padre"

Por donde quiera que pasó, y en los lugares en los que se detuvo, Cristo tuvo amigos. Estos, generalmente, fueron los "malos de la película" de la vida y de la religión oficial, entonces y siempre imperantes. Del trato con los pecadores -hombres y mujeres- conservan los santos evangelios impresionantes e inimaginables escenas. Diríase queJesús apenas si se relacionó con los "oficialmente buenos". Mención relevante merecen los Sumos- y los no sumos- Sacerdotes, los levitas y demás congéneres, a quienes hasta en las parábolas les confirió papeles de malos e irreligiosos. Exactamente en la vida real fueron los Sumos Sacerdotes, Anás y Caifás, quienes lo condenaron a muerte, aunque por circunstancias políticas hubo de firmar la sentencia el romano Poncio Pilato. De las pocas veces que Jesús estuvo en el "templo sagrado de Jerusalén", una de ellas, armado de látigos, expulsó a los mercaderes, que lo eran y actuaban allí, con la sacrosanta licencia y rentabilidad de sus sacerdotes. De entre los fariseos -los "oficialmente buenos"- jamás recolectó amigos. De entre los publicanos -los "oficialmente malos", sí que los tuvo. Uno de ellos fue evangelista.

Su trato con las mujeres fue ciertamente exquisito. Para algunos de entonces, y también de hoy, hasta escandaloso. Su predilección por la mujer es -sigue siendo- incontrovertible, clara y manifiesta. Se dejó tocar, besar y perfumar por alguna de ellas, las comprendió, les devolvió la dignidad perdida, las disculpó siempre y en todo, a alguna le resucitó un hijo, y a otras un hermano, les confirió el encargo nada menos que de ser testigo de su resurrección, y en las bodas de Caná bebió el vino, recriado y añejado por Él, con su madre, y "hermanos y hermanas". Junto al brocal del pozo de Jacob, en Sicar, con escándalo "farisaico" de una porción de amigos, los propios apóstoles, compartió amistad y secretos con la "Samaritana"... En aquellos tiempos, y en estos, de tan fervorosamente religiosa atención y aprecio a lo antropológicamente masculino, con flagrante desprecio de lo femenino, el ejemplo dado por Cristo Jesús entraña una dimensión escalofriante y paradigmáticamente actual, que ni las más altas jerarquías, representantes de Cristo en la tierra, terminan de captar.

Para Jesucristo, por poner un ejemplo de plena actualidad, ni hubiera sido, ni sería un problema en la Iglesia por Él ideada y fundada, si son o no merecedores/as de la comunión eucarística los divorciados, si para los sacerdotes el celibato es ya opcional, si la confesión como sacramento ha de ser siempre oral, o si el infierno es mayoritario destino para creyentes, y seguro acomodo para no creyentes o a-religiosos, sean buenos o malos, y más si algún obispo insustancial y frivolón intelectualmente, los tachó y los condenó por su condición de homosexuales.

RD

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