Vuelven las reflexiones cotidianas de Papa Francisco en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae
MICHELANGELO NASCA
Al concluir la pausa de verano, Papa Francisco retoma las reflexiones cotidianas en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae para pequeños grupos de personas que durante estos seis meses de Pontificado han tenido la posibilidad de compartir con el Papa la cita cotidiana de la celebración eucarística. Una novedad con respecto al pasado que sigue llamando la atención de muchísimos fieles, que esperan las palabras del Papa antes de emprender un nuevo día.
Papa Francisco, durante la homilía de hoy partió del pasaje evangélico propuesto por la liturgia, que habla del encuentro de Jesús con sus coterráneos. Los nazarenos admiran a Jesús –observó el Pontífice–, pero esperan de él algo sorprendente: «querían un milagro, querían lo espectacular» para creer en él. De esta manera Jesús dice que no tienen fe y «ellos se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de matarlo». «Pero miren cómo la cosa ha cambiado –prosiguió el Pontífice–: comenzaron con belleza, con admiración, y terminaban con un crimen: queriendo matar a Jesús. Esto por los celos, la envidia, todas esas cosas … Esto no es algo que sucedió hace dos mil años: esto sucede cada día en nuestro corazón, en nuestras comunidades. Cuando en una comunidad se dice: ‘¡Ah, qué bueno, este que ha venido!’. Se habla bien el primer día; no tanto el segundo, y al tercero se comienza a chismear y terminan despellejándolo».
Vuelve de esta manera un antiguo problema que forma parte de la vida del hombre, el parloteo, los discursos vanos y el chisme que a menudo se convierte en calumnia. El Papa afirmó: «aquellos que en una comunidad hablan mal de los hermanos, de los miembros de la comunidad, quieren matar: ¡es lo mismo! El Apóstol Juan, en la primera Carta, capitulo III, versículo 15, nos dice: ‘Aquel que odia en su corazón a su hermano, es un homicida’. Nosotros estamos acostumbrados a las habladurías, a los chismes. ¡Cuántas veces nuestras comunidades, también nuestra familia, son un infierno donde se gesta esta criminalidad de matar al hermano y a la hermana con la lengua!»
En donde está Dios no hay odio, envidia o celos, ni deben existir esos chismes que matan a los hermanos. «Una comunidad, una familia - continuó el Papa - es destruida por esta envidia, que el diablo siembra en el corazón y que hace que uno hable mal del otro, y así se destruya» «En estos días - subrayó - estamos hablando tanto de la paz», vemos a las víctimas de las armas, pero hay que pensar en nuestras armas cotidianas: «la lengua, las habladurías, el chisme». Cada comunidad – concluyó el Papa - debe vivir con el Señor y ser «como el Cielo». «Para que haya paz en una comunidad, en una familia, en un país, en el mundo, debemos comenzar así : estar con el Señor. Y donde está el Señor no hay envidia, no hay criminalidad, no hay odio, no hay celos. Hay fraternidad. Pidamos esto al Señor: Jamás matar al prójimo con nuestra lengua, y estar con el Señor, así estaremos todos con él en el Cielo. Así sea».
Vatican Insider
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