La absoluta libertad del mercado como solución a los problemas del mundo, la oposición a cualquier propuesta de cambios estructurales en el modelo de desarrollo: dos “dogmas” del capitalismo actual que el magisterio de Francisco pone en tela de juicio, provocando las críticas de algunos “think tanks”
ANDREA TORNIELLICIUDAD DEL VATICANO
Uno de los puntos neurálgicos de la encíclica «Laudato si'», estrechamente ligada a la exhortación «Evangelii gaudium», es la crítica global del actual sistema de desarrollo, convirtiendo la emergencia ecológica en el rostro contemporáneo de la cuestión social. Francisco afirma: “más allá de cualquier previsión catastrófica, es cierto que el actual sistema mundial es insostenible”. Muchas páginas del nuevo documento, sometido a críticas preventivas antes de que fuera publicado (y, por lo tanto, de que se conociera su contenido), son discutidas desde diferentes puntos de vista. Las tesis e hipótesis de Francisco, por ejemplo, son tildadas de “imprudentes” por el padre Robert Sirico, presidente del Acton Institute, un “think tank” cuyo objetivo es la promoción de “una sociedad libre, virtuosa y humana” mediante la reflexión profunda sobre el vínculo entre la fe y la libertad. Este instituto, de hecho, apoya la absoluta libertad del mercado y de los mercados como solución para los problemas del mundo y trata de relacionarla con la doctrina social de la Iglesia.
En la encíclica «Laudato si’» Papa Bergoglio ofreció un amplio panorama realista sobre la situación, denunció “la sumisión de la política a la tecnología y a la finanza”, dijo que “muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”. “Los poderes económicos -se lee en la encíclica- continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera”, y hoy «cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta». “La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito [...] Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental”, de la misma manera en la que se afirma que los problemas del hambre “se resolverán con el crecimiento del mercado”. “Pero el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social”. Bergoglio también recordó que “la política no debe someterse a la economía”, y que esta no debe someterse a la tecnocracia. Sobre la crisis financiera, además, afirmó: “La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas”, que solo podrá generar crisis. Francisco pidió “evitar una concepción mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos”, y observó que el principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía» y que «hoy algunos sectores económicos ejercen más poder que los mismos Estados”.
El verdadero punto del que nace el enfrentamiento entre el actual Pontificado y los verdaderos ganglios del poder mundial es el que indica sin medias tintas que “esta economía mata”.En su comentario a la encíclica, publicado por el “Wall Street Journal” y en la newsletter del Acton Institute, el padre Sirico afirma: “Vayamos al grano: mucho de lo que se lee en la encíclica de Papa Francisco sobre la custodia medioambiental, Laudato si’, plantea un desafío importante a los que apoyan el libre mercado, a los que creemos que el capitalismo es una fuerza potente para el cuidado del planeta y para hacer que las personas salgan de la pobreza”. Después de haber indicado que uno de los “puntos más apreciados” de la carta papal es la invitación a la discusión, Sirico añade: “Pero gran parte de los puntos discutidos en esta encíclica y muchas de las hipótesis que de ellos surgen son imprudentes. Hay un fuerte prejuicio en contra del libre mercado, y sugerencias de que la pobreza es el resultado de una economía globalizada”.
El presidente del Acton Institute reivindica que “el capitalismo ha estimulado la mayor reducción de la pobreza global de la historia mundial: según la Organización Internacional del Trabajo, el número de personas que viven con $1,25 al día pasó de 811 millones en 1991 a 375 millones en 2013. Esta es una estadística entre todos los argumentos favorables para el capitalismo. Un debate honesto entre los expertos eliminará esta mentira”. Además, en su opinión, “la encíclica concede imprudentemente demasiado a la agenda medioambiental laica, por ejemplo, denigrando los combustibles fósiles”. Y concluye: “La creación de riqueza puede disminuir la pobreza, y la pobreza y la explotación a menudo van de la mano”.
Entonces, la economía que mata, el empobrecimiento que aumenta en los países desarrollados (deberían hacernos reflexionar las imágenes de la lucha física en los supermercados ingleses Tesco para tratar de adquirir alimentos con un enorme descuento porque ya han caducado, o el simple dato que demuestra el aumento de la pobreza absoluta entre las familias italianas, que pasaron del 5,2% en 2011 al 7,9% en 2013) y las responsabilidades del actual sistema capitalista en el que los mercados financieros campean como padrones serían solamente una “mentira”. El “dogma” mercantilista no puede ser puesto en discusión. La única solución a los problemas de la pobreza, del subdesarrollo, del medio ambiente es dejar que el mercado tenga mayor libertad para operar y condicionar las vidas de diferentes países, como está sucediendo en la Unión Europea: unión de monedas, pero no de valores comunes y tampoco de estrategias políticas, como demuestra el trato que están recibiendo los migrantes y la renuncia a un protagonista que guíe los esfuerzos para tratar de resolver la crisis del Medio Oriente.
También se puede notar que las dudas frente al “dogma” mercantilista (incluso sin la indicación de “terceras alternativas” que la Iglesia ha abandonado desde hace tiempo) fueron planteadas en varias ocasiones también por Benedicto XVI, en la “Caritas in veritate”, en la que invitaba a “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial”, explicaba que el mercado solo no garantiza el desarrollo humano integral ni la inclusión social. Y Benedicto XVI esperaba que se creara una autoridad mundial “para el gobierno de la economía mundial, para sanar las economías afectadas por la crisis, para prevenir que empeore la misma y ulteriores y más grandes desequilibrios; para realizar un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz; para garantizar la defensa del medio ambiente y para reglamentar los flujos migratorios”.
Kishore Jayabalan, director del Acton Institute de Roma además de ex-colaborador del Pontificio Consejo Justicia y Paz que criticó fuertemente la exhortación apostólica «Evangelii gaudium», comentó de esta manera la nueva encíclica: “Entre más pienso en este dilema, más me doy cuenta de que la economía es como la instalación hidráulica de nuestra casa común. La economía es absolutamente necesaria para la manutención y la prosperidad de esta última, aunque prefiramos no recordarlo demasiado. Preferimos concentrarnos en la arquitectura, en el jardín, naturalmente, en las personas y en su interior, pero sin una instalación hidráulica eficaz la casa se derrumba y no solo a nivel material”.Hay que hacer una precisar un poco mejor la eficaz imagen propuesta por Jayabalan y su fe incondicional en el mercado. En nuestra “casa común” la instalación hidráulica se encuentra en las condiciones necesarias para llevar una cantidad de agua potable y perfecta solo a un par de departamentos en el último piso del condominio. Los que viven en los demás, y también en los sótanos, no reciben nada cuando abren el grifo. Es inútil llamar al hidráulico, porque no existen las llaves de las tuberías y las reglas sobre la (no) distribución fueron establecidas unilateralmente por los dueños de los áticos.La tesis según la cual todos los instrumentos económicos son neutros en sí (y que no existen problemas de sistema ni estructurales, pues la única solución es una mayor libertad para el mercado) es una idea inadecuada o determinada por intereses para todas las personas que decidan ver a la cara la realidad. Una idea que aprecian esas 85 personas que poseen una riqueza que equivale a la que posee la mitad de la población mundial, es decir tres mil quinientos millones de personas pobres. El abismo entre pobres y ricos es cada vez mayor. Papa Francisco está solo tratando de llamar a las puertas de esos áticos que mantienen el sistema hidráulico en funciones, pero solo para su uso y consumo exclusivos.
Vatican Insider
No comments:
Post a Comment