Wednesday, February 08, 2017

JORGE COSTADOAT SJ: MATCH POINT DE LA IGLESIA CHILENA



Los actores de los últimos cuarenta años, personas o instituciones, deben mnirar hacia el pasado si quieren participar con honestidad en el futuro del país. La Iglesia católica, habiendo sido protagonista de estas décadas, debe volver sobre los acontecimientos en que se vio involucrada estos años porque su misión le exige continuar contribuyendo a la construcción de Chile.

Aquí y en otras partes del mundo, la Iglesia experimenta una grave crisis en su capacidad para trasmitir la fe. la cristiandad se acabó. La cultura predominante no es cristiana. En nuestro medio, la crisis del paradigma neoliberal en el plano educacional extrema las dificultades de traspasar a las siguientes generaciones la fe. Se ha vuelto muy difícil que la Iglesia incida en la cultura como lo hizo esa generación de obispos y personas, católica y no católicas que, con el Cardenal Silva Henríquez a la cabeza, instalaron en el disco duro de la chilenidad la parábola del Buen samaritano.

¿Qué está ocurriendo con la educación católica? Este es el punto decisivo. El match point. ¿Qué enseñara la Iglesia sobre la persona humana? ¿Qué tipo de ducación católica trasmitirá la creencia en la Encarnación de Dios en jesús en una cultura que, en unos aspectos, involuciona en humanidad y, en otros aspectos, le lleva a la Iglesia la delantera? Enseñar que Jesús es Dios y olvidar que Dios es Jesús, que Cristo es la medida de la salvación del hombre y que esta, en términos contemporáneos, se mide en humanización, da motivos para pensar que el cristianismo es irrelevante. Un cristianismo que pone lo esencial exclusivamente en el más allá no merece la más mínima autoridad en el más acá.

Hoy, además, cuando la emergencia de una clase de jóvenes se levanta contra la injusticia educacional estructural del país, los colegios y universidades católicas debieran revisar los perfiles de egreso de sus alumnos. No pueden desentenderse de lo que está ocurriendo. La Iglesia tiene numerosos colegios y escuelas que educan a los más pobres. La mayoría de estos acogen niños de las clases medias-bajas. la Iglesia tiene universidades que hacen un verdadero esfuerzo por formar generaciones con sentido de bien común. Las mejores no se ubican en los sectores altos de la ciudad.. Están en San Joaquín o en la Alameda- Pero hace cuarenta años hubo intentos de educación católica mucho más integradora. Los curas del saint George quebraron la viga maestra de la educación de la elite: formar a los mejores para que algún día edifiquen un país mejor.

El contexto ha cambiado. Hoy no se puede dar educación buena para ricos y educación mala para pobres. La Iglesia católica, ante el desafío de formación de la elite, se encuentra en una disyuntiva: seleccionar a los  mejores para hacer un país mejor o integrar a niños de diversos orígenes (sociales, culturales y religiosos) para conseguir una sociedad integrada. La selección excluye necesariamente. El país del 2011 ha tomado conciencia de que seleccionar es excluir. La integración, sin embargo puede ser conflictiva. Pero si no se la intenta en el aula y tempranamente, la segregación actual incuba violencia social.

La evangelización se encuentra en un punto crítico. Ya no se trata de hacer de Chile un país católico (el mismo Padre Hurtado habría cambiado su manera de pensar). La cruz del problema de la educación católica es defender la posibilidad de levantar escuelas y colegios con proyectos educativos propios, sin que la calidad de estos colegios, por razón de competencia, perjudique la educación de los más pobres o de quienes no han de ser seleccionados en tales instituciones. Selección es exclusión. Al estado le corresponde impedir que esto ocurra. No impedir el pluralismo de proyectos educativos. Sería una barbaridad. Pero no puede financiar, por vía indirecta, la exclusión. Debe, por el contrario, elevar, en cuanto pueda, el financiamiento de una educación de calidad para todos por parejo. E incluso, hacer una discriminación positiva en favor de los excluidos. La Iglesia no debiera querer más que esto mismo. Sería paradojal que fuera el estado, y no ella, la que hiciera la "opción por los pobres".

Los últimos cuarenta años son una reserva extraordinaria de sentido para la Iglesia católica chilena. Volver la mirada hacia atrás, hacer memoria de la pasión de las victimas del pasado, volver a sentir su dolor, sentir hoy la demanda estudiantil y las quejas contra la sociedad mercantilista, y seleccionar a los excluidos, le da sentido a la misión de la Iglesia: orientación y razón de ser para el futuro. Los católicos se juegan el partido. Match point.

Jorge Costadota sj

Cristianismo en tempestad,
Fe, coraje y esperanza


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