Rumiar la Palabra de Dios
“Porque la Palabra del Señor no puede ser recibida como cualquier noticia: hay que repetirla, asumirla, custodiarla”
El Señor corazones dóciles
Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Del 31 de octubre al 12 de noviembre de este año tendrá lugar la vigésima sexta edición de la COP (Conferencia de las Partes) de la ONU en la ciudad de Glasgow en Escocia. El gran tema a ser tratado por los 191 países participantes es cómo controlar el calentamiento global, resultado de la emisión de gases de efecto invernadero. Según el reciente informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) el panorama mundial se presenta más sombrío que nunca. Tenemos solo una década para reducir por lo menos a la mitad las emisiones de CO2. En caso contrario alcanzaremos un calentamiento de 1,5 grados centígrados. Con esta temperatura ocurriría una grave devastación de la naturaleza, pues la mayoría de los seres vivos no se adaptaría y podría desaparecer; alcanzaría también dramáticamente a la humanidad, con millones de emigrados climáticos, ya que sus regiones se volverían demasiado calientes para vivir y producir; además, podría ocurrir la irrupción de una vasta gama de virus que sacrificarían seguramente un número inimaginable de vidas humanas, mucho mayor que la actual Covid-19.
Debido a lo que se ha acumulado ya en la atmósfera, pues el CO2 permanece en ella de 100 a 120 años, los cambios que hagamos ahora no cambiarán el curso creciente de los eventos extremos causados por esta acumulación; al contrario, tenderán a agravarse como vimos en la inundación de la ciudad de Nueva York por el agua del mar. Ni la geoingeniería, propuesta por la ciencia, detendría el nivel de los cambios climáticos. Razón por la cual muchos estudiosos del clima sustentan que hemos llegado demasiado retrasados y no hay cómo dar marcha atrás. Esta constatación ha hecho que innumerables científicos se hayan vuelto escépticos y tecnofatalistas. Sin embargo, afirman que si ya no podemos cambiar el curso del calentamiento creciente podemos por lo menos utilizar la ciencia y la tecnología disponibles para minimizar sus desastrosos efectos. El clima actual comparado con lo que viene, nos parecerá benigno.
El informe del IPCC es contundente al afirmar que esta situación es una consecuencia absolutamente segura de actividades humanas dañinas para la naturaleza (desarborización, utilización excesiva de energía fósil, erosión de la biodiversidad, desertificación creciente y maltrato de los suelos etc). Es imperioso reconocer que estos trastornos climáticos tienen poco que ver con la gran mayoría de la humanidad empobrecida y víctima del sistema imperante. Este produce lamentablemente una doble injusticia: ecológica, al devastar ecosistemas enteros, y social, haciendo aumentar la pobreza y la miseria a nivel mundial. Los verdaderos causantes son las megacorporaciones industrialistas y extractivistas mundializadas que no respetan los límites de la naturaleza y que parten de la falsa premisa de un crecimiento/desarrollo ilimitado porque los recursos naturales también serían ilimitados. La encíclica Laudato Sí del Papa Francisco declara como mentira esta suposición (n.106).
¿Qué esperar de la COP26 en Glasgow? Muchos ponen en duda si habrá consenso suficiente para mantener el Acuerdo de París, con el compromiso de reducir las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero hasta llegar a reducirlos a cero hacia 2050. Sabemos, sin embargo, a partir de las COPs anteriores, que la agenda está controlada por los agentes de las megacorporaciones, particularmente del petróleo y de la alimentación entre otras. Ellas tienden a mantener el statu quo que las beneficia y se oponen a transformaciones de fondo que las obligaría también a cambiar su modo de producción y a disminuir sus ganancias en función del bien general planetario. Así que crean obstáculos al consenso y frenan medidas más drásticas ante el deterioro evidente del equilibrio climático de la Tierra.
Obviando un largo razonamiento, diría simplemente lo que la Carta de la Tierra (2003) y las dos encíclicas ecológicas del Papa Francisco, Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común (2015) y Fratelli tutti (2020) afirman con toda seriedad: tenemos que operar una “profunda conversión ecológica” pues «estamos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie» (Carta de la Tierra, preámbulo y final; Fratelli n.30.34).
Pero sucede que el tema de cómo es nuestra relación con la naturaleza: ¿de rapiña o de cuidado? ¿de protección de su biocapacidad o de agotamiento de sus bienes y servicios necesarios a nuestra vida y a la supervivencia?, no está planteado y por no estar planteado tampoco es considerado ni respondido.
La Tierra y la naturaleza son sin embargo el Gran Player. De que las preservemos dependen todos los demás proyectos de los players y el futuro de nuestra civilización. El análisis de la situación degradada de la Tierra, innegable y desenfrenada, nunca es considerado en las distintas COPs. La centralidad está ocupada por la economía política vigente, el player dominante, el verdadero causante de los desequilibrios climáticos. Este nunca es puesto en cuestión.
El verdadero player salvador es la naturaleza, la Tierra-Gaia, totalmente ausentes en todas las COPs y suponemos que también será así en Glasgow. En la perspectiva de Fratelli tutti: o pasamos del paradigma del dominus, el ser humano desligado de la naturaleza y entendiéndose como su dueño y dominador, al paradigma del frater, el ser humano sintiéndose parte de la naturaleza y hermano y hermana de los humanos y de todos los demás seres de la naturaleza o si no, vamos al encuentro de lo peor. Esta es la quaestio stantis et cadentis, es decir, la cuestión fundamental, sin la cual todas las demás cuestiones se invalidan.
Esta vez el futuro está en nuestras manos. Como afirma al final la Carta de la Tierra: «como nunca antes en la historia, el destino común nos exige buscar un nuevo comienzo». En su sentido más profundo, esta es la lección que la Covid-19 nos quiere dar. ¿Volveremos al antes, aterrador para la mayoría de la humanidad, o tendremos valor para un “un nuevo comienzo”, contrario al Great Reset (el gran reinicio) de los multimillonarios?
¿Deseamos un verdadero “nuevo comienzo” beneficioso para toda la comunidad de vida especialmente para la Casa Común y para nosotros, sus habitantes, incluida la naturaleza? Es la condición para nuestra continuidad sobre este pequeño y esplendoroso planeta Tierra.
*Leonardo Boff es ecoteólogo y ha escrito Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Record, Rio de Janeiro 2010; con J.Moltmann, ¿Hay esperanza para la creación amenazada? Vozes, Petrópolis 2014.
Traducción de Mª José Gavito Milano
Atrio
Desde sus inicios el Sodalicio de Vida Cristiana se opuso a la teología que planteó el P. Gustavo Gutiérrez en sus libros Teología de la liberación. Perspectivas (Lima, 1971) y posteriormente en La fuerza histórica de los pobres (Lima, 1979). El libro Como lobos rapaces (Lima, 1978) de Alfredo Garland fue escrito con el fin de cortarle las alas a la teología de la liberación representada sobre todo por el P. Gutiérrez, cuyo nombre es el que más veces aparece mencionado en el libro. El problema es que este intento de demolición no se efectuó a partir de una comprensión profunda de los planteamientos teológicos del P. Gutierréz y de un debate intelectual, sino a partir de teorías de la conspiración provenientes de autores católicos derechistas, conservadores y nacionalistas, que veían en la teología de la liberación un intento por parte del comunismo marxista de infiltrar a la Iglesia y destruirla desde dentro.
Si bien en el Sodalicio hubo posteriormente quienes leyeron y estudiaron las obras del P. Gutiérrez, estas iniciativas partían de antemano del supuesto de que esta teología debía ser rechazada y combatida, porque era supuestamente una interpretación marxista de todo el misterio cristiano que vaciaba de contenido a la fe. Desde este punto de vista, no hubo las intenciones de rescatar lo valioso que pudiera haber en esta nueva aproximación teológica. Aunque es cierto que el P. Gutiérrez empleaba en las obras mencionadas terminología proveniente del mismo Marx y de otros pensadores marxistas, uno se pregunta si efectivamente el teólogo liberacionista asumió el pensamiento de Marx o si más bien lo suyo era una teología en diálogo con el marxismo –ideología que mantenía vigencia en los años ’60 y ’70 del siglo pasado–, tal como lo expresó en su primer libro:
«Son muchos los que piensan […] con Sartre que “el marxismo, como marco formal de todo pensamiento filosófico de hoy, no es superable”. Sea como fuere, de hecho, la teología contemporánea se halla en insoslayable y fecunda confrontación con el marxismo. Y es, en gran parte, estimulado por él que, apelando a sus propias fuentes, el pensamiento teológico se orienta hacia una reflexión sobre el sentido de la transformación de este mundo y sobre la acción del hombre en la historia. Más aún, la teología percibe gracias a ese cotejo lo que su esfuerzo de inteligencia de la fe recibe de esta praxis histórica del hombre, así como lo que su propia reflexión puede significar para esa transformación del mundo.» (Teología de la liberación. Perspectivas, pp. 25-26)
De hecho, no se puede encontrar en toda la obra de Gutiérrez ninguna afirmación clara y explícita de que asuma el marxismo tal cual, como sí se puede constatar en algunos otros teólogos de la liberación, cuyos planteamientos carecen del análisis intelectual y el nivel académico que encontramos en los escritos del P. Gutiérrez. Pues la teología de la liberación no es un corpus uniforme, sino una realidad compleja donde hay de todo, como en cajón de sastre. Como ha ocurrido también en las diversas corrientes teológicas que han ido apareciendo a lo largo de la historia del cristianismo.
En el año 1984 la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida entonces por el Cardenal Joseph Ratzinger, publicó una primera instrucción Libertatis nuntius sobre algunos aspectos de la ‘Teología de la liberación’, señalando algunos errores y desviaciones en que habían caído algunas teologías particulares dentro de la corriente teológica liberacionista. Muchos creyeron entonces –entre ellos los miembros del Sodalicio– que por fin se la había dado una estocada definitiva a la teología de la liberación y que ésta estaba herida de muerte. Pocos se percataron de que el documento reconocía la validez del término “teología de la liberación”, a la vez que admitía que se trataba de una realidad compleja, que abarcaba muchas posiciones doctrinales, a veces incompatibles entre sí.
«La expresión “teología de la liberación” designa en primer lugar una preocupación privilegiada, generadora del compromiso por la justicia, proyectada sobre los pobres y las víctimas de la opresión. A partir de esta aproximación, se pueden distinguir varias maneras, a menudo inconciliables, de concebir la significación cristiana de la pobreza y el tipo de compromiso por la justicia que ella requiere. Como todo movimiento de ideas, las “teologías de la liberación” encubren posiciones teológicas diversas; sus fronteras doctrinales están mal definidas.» (Libertatis nuntius, III, 3).
«…la expresión “teología de la liberación” es una expresión plenamente válida: designa entonces una reflexión teológica centrada sobre el tema bíblico de la liberación y de la libertad, y sobre la urgencia de sus incidencias prácticas.» (Libertatis nuntius, III, 4)
«…hay una auténtica “teología de la liberación”, la que está enraizada en la Palabra de Dios, debidamente interpretada.» (Libertatis nuntius, VI, 7)
La Libertatis nuntius fue complementada posteriormente con la instrucción Libertatis conscientia sobre libertad cristiana y liberación del año 1986, un documento más extenso que el primero, que planteaba orientaciones para desarrollar una auténtica teología de la liberación y que enunciaba lo siguiente en su Introducción:
«La Instrucción “Libertatis nuntius” sobre algunos aspectos de la teología de la liberación anunciaba la intención de la Congregación de publicar un segundo documento, que pondría en evidencia los principales elementos de la doctrina cristiana sobre la libertad y la liberación. La presente Instrucción responde a esta intención. Entre ambos documentos existe una relación orgánica. Deben leerse uno a la luz del otro.» (Libertatis conscientia, 2)
Lo que no sospechaban quienes se oponían a toda teología de liberación y la combatían en base a una caricatura que se habían formado ella, es que no se había puesto ningún punto final al asunto, sino que recién se iniciaba el proceso de discernimiento para quedarse con lo bueno y válido, y dejar a un lado las interpretaciones teológicas que cayeran bajo las observaciones de la primera instrucción vaticana. Estas tipo de reflexiones nunca se hicieron al interior del Sodalicio, donde siempre se combatió a la teología de la liberación en bloque, llegándose incluso a plantear una teología alternativa sustitutoria, la “teología de la reconciliación”, que salvo algunos desarrollos ligeros y esporádicos en folletos publicados por Luis Fernando Figari y otros sodálites, nunca llegó a plasmarse en un corpus teológico ni dio origen a una reflexión sólida que haya tenido el alcance eclesial y universal que ha tenido la teología de la liberación. La animadversión contra la teología de la liberación llegó hasta el punto de descender a lo personal, pues al P. Gutiérrez se le solía designar ad intracon expresiones ofensivas que prefiero no mencionar, e incluso alusiones burlonas referentes a su aspecto físico, como “Cara de Sapo” –una de las que con mayor frecuencia oí–. De hecho, no sé de nadie del Sodalicio que haya intentado entablar un diálogo con el P. Gutiérrez, cómo si lo hizo posteriormente en los ’90 la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Hay una anécdota que refleja de manera paradigmática la actitud que tomó el Sodalicio contra el P. Gustavo Gutiérrez. Durante la segunda visita del Papa Juan Pablo II al Perú, hubo una Misa multitudinaria en Plaza San Miguel (Lima), que tuvo lugar el 15 de mayo de 1988, en el marco de un Congreso Eucarístico. Entre los voluntarios encargados de custodiar el estrado donde estaba ubicado el altar y los sitios para los sacerdotes concelebrantes había algunos sodálites, vestidos con el acostumbrado traje azul. Habían recibido la orden expresa de evitar que el P. Gustavo Gutiérrez ocupara uno de los sitios. De modo que cuando esté hizo acto de presencia para poder concelebrar la Misa junto con el Papa, dos sodálites se le acercaron, le indicaron que no tenía permiso para estar allí y lo obligaron a bajar del estrado. Uno de estos dos sodálites, amigo mío ahora desvinculado del Sodalicio, me comento que se sentía arrepentido de haber actuado así, pues se trató de un acto prepotente y arbitrario, más áun cuando el P. Gutiérrez aceptó retirarse sin protestar, con actitud serena y sin intentar hacer valer su derecho a ocupar un sitio.
En el año 1988 el P. Gustavo Gutiérrez publicó una edición corregida de su libro Teología de la liberación. Perspectivas(4ta. edición) reemplazando algunos términos demasiado vinculados al marxismo por otros que carecieran de esta connotación, pero manteniendo intactas las intuiciones de fondo. Fue un intento de alejar las malinterpretaciones de sus planteamientos teológicos, pues Gutiérrez nunca se ha definido a sí mismo como marxista.
En el verano de 1989, cuando yo estaba continuando estudios en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima para obtener la licenciatura en teología, tuve la ocasión de participar en un seminario dirigido por el P. José Luis Idígoras, S.J. –un maestro en todo el sentido de la palabra, pues siempre estimulaba el pensamiento de quienes le oían–, donde escogí como tema el método teológico en las obras del P. Gustavo Gutiérrez. Fue mi primer acercamiento a fondo a su teología directamente a través de sus textos y no a través de la mediación de artículos y libros críticos escritos por otros. Fruto de ello escribí un extenso artículo que iría perfeccionando a lo largo de ese año hasta su redacción final en diciembre de 1989 y que lleva el título de El cuarto menguante o Las cuatro fases de Gutiérrez. En ese texto dividía el pensamiento del P. Gutiérrez en cuatro fases, yendo a contracorriente de la opinión generalizada por entonces que hablaba de un Gutiérrez influido por el marxismo en sus dos primeras obras, y un Gutiérrez posterior que había dejado de lado esa impronta marxista y usaba un lenguaje teológico distinto. La primera de esas fases, correspondiente a su pensamiento anterior a su primer libro Teología de la liberación. Perspectivas y que había plasmado en algunos folletos, me fue sugerida por el mismo Luis Fernando Figari, uno de los fundadores del Sodalicio de Vida Cristiana, quien me prestó el material correspondiente. La cuarta fase fue de cosecha propia, dadas las características que tenía el libro Dios o el oro en las Indias (Lima, 1989), el último publicado por Gutiérrez en ese entonces. Se ha de tener en cuenta que Figari siempre ha tenido la obsesión de poner en duda el apelativo de “padre de la teología de la liberación” que ha recibido Gutiérrez, incidiendo en que fue el brasileño Rubem Alves el primero que utilizó este término. Si bien esto es cierto, también es cierto que la obra de este teólogo presbiteriano no tuvo ni la influencia ni el alcance que tuvo el primer libro de Gutiérrez, verdadero punto de partida de la corriente teológica liberacionista de impronta católica.
Nota explicativa de carácter histórico sobre el caso del R.P. Gustavo Gutiérrez, O.P.
1. El 27 de octubre de 1995 la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede, solicitó al Pbro. Gustavo Gutiérrez Merino que redactara un artículo sobre la eclesiología inherente a sus escritos, en el cual señalara la necesidad de corregir ciertos abusos pastorales que se habían verificado a partir de una teología de la liberación mal entendida.
2. El P. Gustavo Gutérrez, respondiendo a la Congregación para la Doctrina de la Fe, envió el artículo “La Koinonía Eclesial” el 3 de octubre de1998.
3. Este artículo es enviado por la Congregación para la Doctrina de la Fe a la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal del Perú, el 14 de noviembre de 1998 para su examen.
4. El 15 de enero de 1999, la Comisión Episcopal de Doctrina del Episcopado Peruano envió a la Congregación para la Doctrina de la Fe el resultado del examen de dicho artículo.
5. La Congregación para la Doctrina de la Fe, el 27 de mayo de 1999 solicitó al P. Gustavo Gutiérrez una segunda redacción de su artículo, teniendo en cuenta las observaciones realizadas a la primera redacción, ya que según la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe del Episcopado Peruano concluía que si bien el artículo “no contenía errores doctrinales, tampoco respondía a las razones por las cuales el mismo le fue solicitado al autor”.
6. El 29 de mayo de 2004, el R.P. Gustavo Gutiérrez envió a la Congregación para la Doctrina de la Fe la segunda redacción de su artículo titulado “La Koinonia Eclesial”.
7. Este artículo fue enviado nuevamente a la Comisión de Doctrina de la Fe del Episcopado Peruano el 21 de junio de 2004 para su examen correspondiente y esta Comisión notificó el resultado a la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede, el 18 de agosto de 2004.
8. El 15 de septiembre de 2004, la Congregación para la Doctrina de la Fe envió al R.P. Gustavo Gutiérrez Merino las conclusiones del examen realizado por la Comisión de Doctrina del Episcopado peruano, según la cual no había objeción teológico-pastoral a la segunda redacción del artículo “La Koinonía eclesial” y recomendaba su publicación
9. El artículo “La Koinonía Eclesial” del R.P. Gustavo Gutiérrez Merino fue finalmente publicado en el volumen 81, fascículo 4, de la Revista ANGELICUM del año 2004, dando así por concluido el camino de clarificación de los puntos problemáticos contenidos en algunas obras del autor.
10. Este artículo ha sido publicado igualmente en la Revista Páginas en el No. 200 del mes de agosto de 2006, del Centro de Estudios y Publicaciones, Lima-Perú.
Lima, 1º de septiembre de 2006
In Domino
El 17 de diciembre del año 2004, el mismo Papa Benedicto XVI escribió una carta al dominico argentino Carlos Alfonso Azpiroz Costa –en ese momento Maestro General de la Orden de los Predicadores– en la que «daba las gracias al Altísimo por la satisfactoria conclusión de este camino de aclaración y de profundización», como cuenta Gianni Valente en un artículo de la sección Vatican Insider del diario La Stampa (ver http://vaticaninsider.lastampa.it/es/en-el-mundo/dettagliospain/articolo/teologia-della-liberazione-theology-of-freedom-teologia-de-la-liberacion-gutierrez-10865/).
Después de todo esto, ¿quién dudaría en considerar la teología del P. Gutiérrez como auténtica teología católica? Pues nada menos que la agencia informativa ACI Prensa, vinculada al Sodalicio de Vida Cristiana, que da cuenta de la información que hemos puesto no de manera directa sino incidental en un artículo de respuesta a unas críticas que le había hecho Mons. Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo (ver http://www.aciprensa.com/noticias/obispo-peruano-acusa-a-aci-prensa-de-distorsionar-la-verdad-en-un-reportaje/). Y las críticas del arzobispo peruano a ACI Prensa referentes a que distorsiona la verdad quedan confirmadas por el mismo artículo en cuestión, pues en el mismo ACI Prensa manipula la información para llegar a la conclusión de que todo el proceso de aclaración de varios aspectos doctrinales de la teología del P. Gutiérrez señalado antes no quiere decir que su obra no siga conteniendo graves errores. Resulta curioso que cuando la misma Congregación para la Doctrina de la Fe ha llegado a la conclusión de que el P. Gustavo Gutiérrez está libre de polvo y paja, ACI Prensa indirectamente le enmiende la plana, y cada vez que mencione el nombre del sacerdote peruano le siga aplicando tanto a él como a su teología los calificativos de “marxista” y “controvertido”. Pues tanto para ACI Prensa como para el Sodalicio, Gustavo Gutiérrez seguirá siendo considerado un teólogo hereje, aunque la Santa Sede diga lo contrario. Y ante eso no valen las palabras de elogio que el actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Gerhard Ludwig Müller, le ha prodigado a la teología del P. Gutiérrez. Que es una teología con la cual se puede discrepar –como con cualquier teología, pues todas son intentos de comprender la Revelación divina–, pero que no puede seguir siendo considerada como contraria a la fe católica. Pues constituye un valioso aporte que enriquece al Pueblo de Dios que es la Iglesia.
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A través de los enlaces correspondientes se pueden descargar los siguientes materiales de referencia:
Al cumplirse 50 años de esta obra, la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), el Instituto Bartolomé de las Casas y el Centro de Estudios y Publicaciones (CEP) han decidido celebrar por todo lo alto con un seminario internacional del 25 al 29 de octubre.
En el marco de este evento, abordarán diversas corrientes teológicas en torno al texto del teólogo peruano y como tributo en vida a sus aportes.
“Es importante por varios motivos. Ha marcado tanto el pensamiento teológico universal y luego el latinoamericano. El libro sigue despertando decisiones importantes”, ha expresado Carmen Lora, co-organizadora y directora del CEP.
Por ahora –explica Lora– la gran mayoría de las personas “vive en una situación de pobreza y debemos decirles a estas personas cómo Dios los ama y está bastante relacionado con la vida cotidiana”.
Por tanto “al plantear el término liberación, la teología busca transmitir el mensaje evangélico de esperanza y acción”.
Foto: La República
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Se trata de una de las formaciones más veteranas de la música religiosa no litúrgica en España. Comenzaron su itinerario en 1971 cuando Vicente Morales “descubrió” que a su hija mayor le gustaba cantar. Enseguida se sumaron los 13 hijos del matrimonio de Vicente y Rosi, y durante casi 50 años esta familia ha anunciado el Evangelio a través de la música.
Son más de cuarenta años “de camino y de canción, encuentros, convivencias, vida en comunidad, siguen delatando lo mucho que siente y espera el hombre total de toda la tierra; lo mucho que tenemos que convertirnos los cristianos cada día para reafirmar nuestra vocación de ser alimento; lo mucho que aún queda por transformar hábitos de vida y pensamiento; por acrecentar hábitos del corazón sea cual sea el lugar donde vivamos”, aseguran.
“Al cabo de los años -explican-, a pesar de que a los conciertos salimos un mínimo de hermanos, hemos constatado con gozo, y liberados de la responsabilidad de la historia, que el Mensaje está siempre por encima del mensajero. Y que por su enorme riqueza nos mantiene en búsqueda tras del rastro de Dios”.
Su estilo musical busca ser cercano y su repertorio es muy variado: “Hay cantos que enseguida alegran el corazón, mientras que otros necesitan un ratito de oración para comprenderlo”, explican.
Texto: Paraula
Rm 8, 26-30 A los que aman a Dios todo les sirve para bien
Tu palabra, en la que se cimienta una certeza. Todo es bueno. Es más fácil de decir cuando juzgamos que van bien las cosas, u objetivamente parecen ir bien, sin grandes alteraciones o desarmonías personales. Pero en el fondo de ser, allí donde se asienta tu presencia en nosotros, nada ni nadie nos puede separar de la certeza de tu amor, de que tú constituyes mi vida. Y eso siempre es bueno, y la raíz del ser en plenitud.
Todo ser humano puede encontrarse con Dios. Esto sucede todo el tiempo, aunque la mayoría de las personas no se dan cuenta. Los cristianos creen que experimentar una profunda alegría; tiene relacion con experimentar la presencia de Dios. Esto es verdad para la alegría que nos deja una grata sensación, luego del evento que causó la alegría. Puedes experimentar esa alegría cuando rezas, cuando estás en la iglesia, y también en tu trabajo, en la cocina, en un museo o caminando por el campo. Esa alegría puede ser intensa. Es a menudo callada, y casi indetectable. La alegría que continúa resonando, nos dice algo sobre donde y cómo Dios está presente en la vida de esa persona.
Nikolaas Sintobin SJ
Espacio sagrado
A menudo solemos caer en la tentación de vivirnos desde una lógica de rentabilidad en la que el imperativo más urgente es la ganancia, donde la máxima que parece guiar nuestro proceder es time is money (el tiempo es dinero) y dejamos de lado el detenernos ante los pequeños detalles que le dan el buen sabor a nuestra vida. Olvidamos que vivimos entre personas absolutas en sí mismas y caemos en la trampa de ver a los otros como meros medios que nos ayudan o nos estorban para lograr un fin determinado o, lo que es peor, los vemos como fríos números que suman o restan en términos de pérdida o ganancia monetaria.
Nos decimos cristianos y con nuestro síndrome de salvadores del mundo pasamos la vida atropellando a los demás. Incapaces de detenernos a escuchar, vamos a toda prisa en una carrera sin fin. Nuestro ceño fruncido parece imponerse ante una tierna sonrisa. Nuestra mirada opacada suele ver a todos como objetos y deja de asombrarse ante la belleza. Nuestros oídos parecen escuchar sólo las manecillas de un tirano reloj que avanza frenético y olvidamos escuchar los sonidos de la realidad. ¿En qué momento hemos olvidado a aquel Jesús de Nazaret, pobre hasta de tiempo, que sabía detenerse ante las necesidades de los demás? Ese Jesús que no se acelera en medio de las urgencias de Jairo, el jefe de la sinagoga, ni pierde su centro ante las multitudes que lo avasallan. Si contemplamos bien a Jesús, podemos caer en cuenta que sabe detenerse ante aquella mujer con flujo de sangre necesitada de consuelo, que con tanta fe había tocado su manto (Mc 5, 21-43).
En Fratelli Tutti el papa Francisco nos insta una vez más a recuperar uno de los signos más elocuentes del cristiano: la amabilidad. Nos recuerda que todavía es posible cultivarla, si es que la hemos desterrado de nuestra vida. Rehabilitar la amabilidad nos libera del cruel verdugo que muchas veces llevamos dentro y nos convierte en estrellas que dan luz y hacen la vida más agradable a los hermanos en medio de la oscuridad de una existencia acelerada e individualista. Un cristiano amable es aquel que se ha sentido amado incondicionalmente, que ha contemplado que el actuar de Dios en el mundo es lento y constante, un cristiano que ha percibido la presencia de su Señor en la suave brisa de la mañana o en la voz silenciosa que le reanima en medio de la fatiga del trabajo. Un cristiano amable es aquel que sabe anteponer sus propias necesidades y urgencias egoístas para buscar el bien común; es un hombre y una mujer que sabe tratar a los demás, que es cuidadoso con sus palabras y gestos para no herir a los demás, está presto y diligente para aliviar el peso o el sufrimiento de otros. Como dice el papa Francisco en el número 223 de la misma encíclica: «la amabilidad expresa un estado de ánimo que no es áspero, rudo, duro, sino afable, suave, que sostiene y conforta». La amabilidad es un don de Dios que se aprende del corazón manso y humilde de Cristo y, como todo don, hay que pedirlo y también cultivarlo para rehabilitarlo.
Genaro Ávila-Valencia sj
pastoralsj
| Jimena Guadalupe Hernández López, corresponsal en México
Después de la investigación realizada por el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) y 150 medios asociados, que en días pasados ha develado una lista de personajes e instituciones que se han beneficiado de fideicomisos creados en países considerados paraísos fiscales, se han proporcionado más datos relacionados con los manejos y usos de éstas cuentas.
La Congregación de los Legionarios de Cristo, fundada en México por Marcial Maciel en 1941 y a quien se acusó y comprobó el abuso sexuales de menores pertenecientes a la Congregación, ha sido de las Instituciones nombradas en ésta investigación.
En 2010 el Vaticano anuncia que incautaría las operaciones de la Legión de Cristo y que comenzaría una nueva investigación, y poco tiempo después ejecutivos de alto perfil de la orden, como el Reverendo Luis Garza, comenzaron a crear los primeros tres fideicomisos encargados de cuentas bancarias en Suiza, indican los documentos filtrados.
"Dos de estos fideicomisos movieron millones de dólares alrededor del mundo. Esto incluyó más de 14 millones de dólares destinados a inversiones en complejos habitacionales como Pensam Capital. En sus comentarios al ICIJ, los representantes de Pensam dijeron no haber recibido información que indicara que hubiera recibido inversiones de la Legión" confirma la investigación.
Los fideicomisos hicieron docenas de otras inversiones, incluyendo participaciones en centros de rehabilitación, una empresa de dispositivos médicos radicada en Texas y una empresa mexicana de suplementos alimentarios.
Los medios que han realizado ésta investigación, expresan que la hermana de Luis Garza, Roberta, quien dejó la rama laica de la Legión, le dijo al ICIJ que se había usado históricamente estructuras offshore para desviar el dinero de caridad a fines más egoístas, incluyendo el suntuoso estilo de vida de Maciel, sus hijos secretos y su consumo de drogas. “Los financistas conservaban mucho dinero fuera de la Legión, eran gente con poder notarial completamente fiel a la Legión”, dijo Roberta Garza. “Nunca podrían encontrarlo”.
Algo que niega el sacerdote Aaron Smith afirma: “No conocemos en qué basa Roberta Garza sus afirmaciones, no hemos encontrado prueba del uso de estructuras offshore para desviar de la Congregación el dinero religioso o de caridad para financiar lo que conocemos acerca de la doble vida de Maciel”, según lo relata la ICIJ.
Mediante una nota informativa que la Dirección General de la Congregación emitió, afirma que "El Retirement and Medical Charitable Trust (RMCT) es un fideicomiso establecido por la Congregación de los Legionarios de Cristo para recibir donativos y destinarlos especialmente al cuidado de la salud de sacerdotes y personas consagradas, especialmente los ancianos, o a otros fines religiosos, caritativos y educativos"y es claro al afirmar que no guarda relación con los otros dos fideicomisos creados por un sacerdote de la Legión y su familia, para fines personales.
Ésta investigación, que declara tener en su haber más de 11,9 millones de archivos confidenciales analizados por más de 600 periodistas y 150 medios, afirma que busca como fin proporcionar una perspectiva sobre cómo operan el dinero y el poder en el siglo XXI, y cómo el estado de derecho ha sido doblegado y roto en todo el mundo por un sistema de secreto financiero habilitado por Estados Unidos y otras naciones ricas.
RD
Hoy, 4 de octubre, es el día del Seráfico Padre San Francisco, como los frailes cariñosamente suelen llamarlo. Fue alguien que llevó tan lejos el proyecto de Jesús que acabó identificándose con él. Por esto es llamado el Primero después del Único, Jesucristo, o también el Último cristiano. La Tradición de Jesús generó incontables seguidores, entre hombres y mujeres, pero nadie fue tan radical como él: el último cristiano de verdad.
Según el historiador Arnold Toynbee, y el filósofo Max Scheler, profesor de Martin Heidegger, Francisco ha sido el mayor hombre que produjo Occidente. Él desborda la Orden Franciscana y ya no pertenece a la Iglesia Católica sino a la humanidad. Ha pasado a ser el hermano universal. Inspiró al Papa Francisco a escribir las dos encíclicas de ecología integral “Sobre el cuidado de la Casa Común” (2015) y “Todos hermanos y hermanas” (2020). Dice conmovedoramente: Francisco “es el ejemplo del cuidado de lo que es frágil; cualquier criatura era una hermana, unida a él por lazos de cariño, pues se sentía llamado a cuidar de todo lo que existe” (n.10 y 11).
Francisco también es llamado el Poverello, el pobrecito de Asís, o el Fratello, el hermano de toda criatura.
Tres características entre otras marcan su persona: la pobreza, la fraternidad y la minoridad.
La pobreza para Francisco no es un ejercicio ascético. Es un modo de vida. Consiste en suprimir todo lo que puede distanciarme del otro: los bienes, los saberes y principalmente los intereses. Como la palabra sugiere – interés– es aquello que hay entre (inter) yo y el otro. Francisco quiso despojarse de todo eso. Ponerse de rodillas, a la altura del otro, para estar ojo a ojo, rostro a rostro. Sin distancia tú sientes al otro como tu hermano o tu hermana, su piel, su mirada y el latir de los corazones.
La fraternidad resulta de esta pobreza. Ser pobre para ser más hermano y hermana y formar una comunidad humana y también cósmica. Acogió con profunda humildad el humus oscuro de donde todos nos originamos, en sus palabras “la madre y hermana Tierra”, y también a todos los seres de la naturaleza. A la lombriz que forcejea para hacer un agujero en el piso duro del camino, él cuidadosamente la recoge y la lleva a un lugar húmedo. Ve una rama rota y corre a vendarla para que pueda revivir. Escucha a las alondras cantando y les pide permiso para unirse a ellas con sus salmos. Buscó la unidad de la creación entre los seres humanos y todo lo creado. En plena cruzada contra los musulmanes, cruza el frente y va a hablar con el sultán de Egipto. No fue para convertirlo, sino para confraternizar con él y rezar juntos. Se hacen grandes amigos. Hasta el feroz lobo de Gubbio es su hermano y hace que se reconcilie con toda la ciudad.
La minoridad nace de la pobreza y de la fraternidad universal. En su tiempo había “mayores”, toda la jerarquía eclesiástica que tenía al Papa como su cabeza, los ricos comerciantes de las Comunas, como su padre, que estaban formándose y dejando atrás las jerarquías feudales. Y había también “menores”, los siervos de la gleba, los empleados de los talleres de tintura de telas, que vivían en condiciones miserables. Y había todavía los hansenianos (los leprosos), rechazados y aislados fuera de la ciudad.
Son los sin poder. Y con ellos va a vivir y convivir Francisco. Se junta con los leprosos, come de la misma escudilla de ellos, les limpia las llagas y los abraza como hermanos y hermanas. Rechaza todo poder. Sabe que la mayor tentación humana consiste en el poder, pues nos hace parecer “pequeños dioses” que tienen en sus manos el destino de los demás. Bien observaba Hobbes en su Leviatán: “el poder para asegurarse busca cada vez más poder y esto solo cesa con la muerte”. Los sabios de todas las tradiciones nos advierten: donde impera el poder, desaparece el amor y falta la ternura; impera la competencia, surge la tensión, irrumpe el conflicto y puede ocurrir hasta el asesinato del otro. Ser “menor” para Francisco es unirse a los sin-poder, participar de su marginación y rechazar decididamente todo poder. No elaboró ninguna institución que los auxiliase. Hizo más: fue a vivir con ellos y a participar de su suerte.
Finalmente, cabe hablar de su profundo amor a Clara. Pocas veces en la historia cristiana se ha verificado tanta sintonía entre el animus y el anima. No huyeron de la experiencia más gratificante y profunda del amor humano ni de sus sutilezas. En el amor real y verdadero entre ambos encontraban al Amor Mayor que los unía más profundamente y también con todas las criaturas.
En alabanza al Seráfico Padre Francisco, su hermano y seguidor en homenaje escribió: Francisco de Asís: el hombre del paraíso, ilustrado por Nelson Porto, Vozes, Petrópolis 1986.
Traducción de Mª José Gavito Milano