SOBRE LA TEOLOGÍA DEL P. GUSTAVO GUTIÉRREZ
Desde sus inicios el Sodalicio de Vida Cristiana se opuso a la teología que planteó el P. Gustavo Gutiérrez en sus libros Teología de la liberación. Perspectivas (Lima, 1971) y posteriormente en La fuerza histórica de los pobres (Lima, 1979). El libro Como lobos rapaces (Lima, 1978) de Alfredo Garland fue escrito con el fin de cortarle las alas a la teología de la liberación representada sobre todo por el P. Gutiérrez, cuyo nombre es el que más veces aparece mencionado en el libro. El problema es que este intento de demolición no se efectuó a partir de una comprensión profunda de los planteamientos teológicos del P. Gutierréz y de un debate intelectual, sino a partir de teorías de la conspiración provenientes de autores católicos derechistas, conservadores y nacionalistas, que veían en la teología de la liberación un intento por parte del comunismo marxista de infiltrar a la Iglesia y destruirla desde dentro.
Si bien en el Sodalicio hubo posteriormente quienes leyeron y estudiaron las obras del P. Gutiérrez, estas iniciativas partían de antemano del supuesto de que esta teología debía ser rechazada y combatida, porque era supuestamente una interpretación marxista de todo el misterio cristiano que vaciaba de contenido a la fe. Desde este punto de vista, no hubo las intenciones de rescatar lo valioso que pudiera haber en esta nueva aproximación teológica. Aunque es cierto que el P. Gutiérrez empleaba en las obras mencionadas terminología proveniente del mismo Marx y de otros pensadores marxistas, uno se pregunta si efectivamente el teólogo liberacionista asumió el pensamiento de Marx o si más bien lo suyo era una teología en diálogo con el marxismo –ideología que mantenía vigencia en los años ’60 y ’70 del siglo pasado–, tal como lo expresó en su primer libro:
«Son muchos los que piensan […] con Sartre que “el marxismo, como marco formal de todo pensamiento filosófico de hoy, no es superable”. Sea como fuere, de hecho, la teología contemporánea se halla en insoslayable y fecunda confrontación con el marxismo. Y es, en gran parte, estimulado por él que, apelando a sus propias fuentes, el pensamiento teológico se orienta hacia una reflexión sobre el sentido de la transformación de este mundo y sobre la acción del hombre en la historia. Más aún, la teología percibe gracias a ese cotejo lo que su esfuerzo de inteligencia de la fe recibe de esta praxis histórica del hombre, así como lo que su propia reflexión puede significar para esa transformación del mundo.» (Teología de la liberación. Perspectivas, pp. 25-26)
De hecho, no se puede encontrar en toda la obra de Gutiérrez ninguna afirmación clara y explícita de que asuma el marxismo tal cual, como sí se puede constatar en algunos otros teólogos de la liberación, cuyos planteamientos carecen del análisis intelectual y el nivel académico que encontramos en los escritos del P. Gutiérrez. Pues la teología de la liberación no es un corpus uniforme, sino una realidad compleja donde hay de todo, como en cajón de sastre. Como ha ocurrido también en las diversas corrientes teológicas que han ido apareciendo a lo largo de la historia del cristianismo.
En el año 1984 la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida entonces por el Cardenal Joseph Ratzinger, publicó una primera instrucción Libertatis nuntius sobre algunos aspectos de la ‘Teología de la liberación’, señalando algunos errores y desviaciones en que habían caído algunas teologías particulares dentro de la corriente teológica liberacionista. Muchos creyeron entonces –entre ellos los miembros del Sodalicio– que por fin se la había dado una estocada definitiva a la teología de la liberación y que ésta estaba herida de muerte. Pocos se percataron de que el documento reconocía la validez del término “teología de la liberación”, a la vez que admitía que se trataba de una realidad compleja, que abarcaba muchas posiciones doctrinales, a veces incompatibles entre sí.
«La expresión “teología de la liberación” designa en primer lugar una preocupación privilegiada, generadora del compromiso por la justicia, proyectada sobre los pobres y las víctimas de la opresión. A partir de esta aproximación, se pueden distinguir varias maneras, a menudo inconciliables, de concebir la significación cristiana de la pobreza y el tipo de compromiso por la justicia que ella requiere. Como todo movimiento de ideas, las “teologías de la liberación” encubren posiciones teológicas diversas; sus fronteras doctrinales están mal definidas.» (Libertatis nuntius, III, 3).
«…la expresión “teología de la liberación” es una expresión plenamente válida: designa entonces una reflexión teológica centrada sobre el tema bíblico de la liberación y de la libertad, y sobre la urgencia de sus incidencias prácticas.» (Libertatis nuntius, III, 4)
«…hay una auténtica “teología de la liberación”, la que está enraizada en la Palabra de Dios, debidamente interpretada.» (Libertatis nuntius, VI, 7)
La Libertatis nuntius fue complementada posteriormente con la instrucción Libertatis conscientia sobre libertad cristiana y liberación del año 1986, un documento más extenso que el primero, que planteaba orientaciones para desarrollar una auténtica teología de la liberación y que enunciaba lo siguiente en su Introducción:
«La Instrucción “Libertatis nuntius” sobre algunos aspectos de la teología de la liberación anunciaba la intención de la Congregación de publicar un segundo documento, que pondría en evidencia los principales elementos de la doctrina cristiana sobre la libertad y la liberación. La presente Instrucción responde a esta intención. Entre ambos documentos existe una relación orgánica. Deben leerse uno a la luz del otro.» (Libertatis conscientia, 2)
Lo que no sospechaban quienes se oponían a toda teología de liberación y la combatían en base a una caricatura que se habían formado ella, es que no se había puesto ningún punto final al asunto, sino que recién se iniciaba el proceso de discernimiento para quedarse con lo bueno y válido, y dejar a un lado las interpretaciones teológicas que cayeran bajo las observaciones de la primera instrucción vaticana. Estas tipo de reflexiones nunca se hicieron al interior del Sodalicio, donde siempre se combatió a la teología de la liberación en bloque, llegándose incluso a plantear una teología alternativa sustitutoria, la “teología de la reconciliación”, que salvo algunos desarrollos ligeros y esporádicos en folletos publicados por Luis Fernando Figari y otros sodálites, nunca llegó a plasmarse en un corpus teológico ni dio origen a una reflexión sólida que haya tenido el alcance eclesial y universal que ha tenido la teología de la liberación. La animadversión contra la teología de la liberación llegó hasta el punto de descender a lo personal, pues al P. Gutiérrez se le solía designar ad intracon expresiones ofensivas que prefiero no mencionar, e incluso alusiones burlonas referentes a su aspecto físico, como “Cara de Sapo” –una de las que con mayor frecuencia oí–. De hecho, no sé de nadie del Sodalicio que haya intentado entablar un diálogo con el P. Gutiérrez, cómo si lo hizo posteriormente en los ’90 la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Hay una anécdota que refleja de manera paradigmática la actitud que tomó el Sodalicio contra el P. Gustavo Gutiérrez. Durante la segunda visita del Papa Juan Pablo II al Perú, hubo una Misa multitudinaria en Plaza San Miguel (Lima), que tuvo lugar el 15 de mayo de 1988, en el marco de un Congreso Eucarístico. Entre los voluntarios encargados de custodiar el estrado donde estaba ubicado el altar y los sitios para los sacerdotes concelebrantes había algunos sodálites, vestidos con el acostumbrado traje azul. Habían recibido la orden expresa de evitar que el P. Gustavo Gutiérrez ocupara uno de los sitios. De modo que cuando esté hizo acto de presencia para poder concelebrar la Misa junto con el Papa, dos sodálites se le acercaron, le indicaron que no tenía permiso para estar allí y lo obligaron a bajar del estrado. Uno de estos dos sodálites, amigo mío ahora desvinculado del Sodalicio, me comento que se sentía arrepentido de haber actuado así, pues se trató de un acto prepotente y arbitrario, más áun cuando el P. Gutiérrez aceptó retirarse sin protestar, con actitud serena y sin intentar hacer valer su derecho a ocupar un sitio.
En el año 1988 el P. Gustavo Gutiérrez publicó una edición corregida de su libro Teología de la liberación. Perspectivas(4ta. edición) reemplazando algunos términos demasiado vinculados al marxismo por otros que carecieran de esta connotación, pero manteniendo intactas las intuiciones de fondo. Fue un intento de alejar las malinterpretaciones de sus planteamientos teológicos, pues Gutiérrez nunca se ha definido a sí mismo como marxista.
En el verano de 1989, cuando yo estaba continuando estudios en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima para obtener la licenciatura en teología, tuve la ocasión de participar en un seminario dirigido por el P. José Luis Idígoras, S.J. –un maestro en todo el sentido de la palabra, pues siempre estimulaba el pensamiento de quienes le oían–, donde escogí como tema el método teológico en las obras del P. Gustavo Gutiérrez. Fue mi primer acercamiento a fondo a su teología directamente a través de sus textos y no a través de la mediación de artículos y libros críticos escritos por otros. Fruto de ello escribí un extenso artículo que iría perfeccionando a lo largo de ese año hasta su redacción final en diciembre de 1989 y que lleva el título de El cuarto menguante o Las cuatro fases de Gutiérrez. En ese texto dividía el pensamiento del P. Gutiérrez en cuatro fases, yendo a contracorriente de la opinión generalizada por entonces que hablaba de un Gutiérrez influido por el marxismo en sus dos primeras obras, y un Gutiérrez posterior que había dejado de lado esa impronta marxista y usaba un lenguaje teológico distinto. La primera de esas fases, correspondiente a su pensamiento anterior a su primer libro Teología de la liberación. Perspectivas y que había plasmado en algunos folletos, me fue sugerida por el mismo Luis Fernando Figari, uno de los fundadores del Sodalicio de Vida Cristiana, quien me prestó el material correspondiente. La cuarta fase fue de cosecha propia, dadas las características que tenía el libro Dios o el oro en las Indias (Lima, 1989), el último publicado por Gutiérrez en ese entonces. Se ha de tener en cuenta que Figari siempre ha tenido la obsesión de poner en duda el apelativo de “padre de la teología de la liberación” que ha recibido Gutiérrez, incidiendo en que fue el brasileño Rubem Alves el primero que utilizó este término. Si bien esto es cierto, también es cierto que la obra de este teólogo presbiteriano no tuvo ni la influencia ni el alcance que tuvo el primer libro de Gutiérrez, verdadero punto de partida de la corriente teológica liberacionista de impronta católica.
Nota explicativa de carácter histórico sobre el caso del R.P. Gustavo Gutiérrez, O.P.
1. El 27 de octubre de 1995 la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede, solicitó al Pbro. Gustavo Gutiérrez Merino que redactara un artículo sobre la eclesiología inherente a sus escritos, en el cual señalara la necesidad de corregir ciertos abusos pastorales que se habían verificado a partir de una teología de la liberación mal entendida.
2. El P. Gustavo Gutérrez, respondiendo a la Congregación para la Doctrina de la Fe, envió el artículo “La Koinonía Eclesial” el 3 de octubre de1998.
3. Este artículo es enviado por la Congregación para la Doctrina de la Fe a la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal del Perú, el 14 de noviembre de 1998 para su examen.
4. El 15 de enero de 1999, la Comisión Episcopal de Doctrina del Episcopado Peruano envió a la Congregación para la Doctrina de la Fe el resultado del examen de dicho artículo.
5. La Congregación para la Doctrina de la Fe, el 27 de mayo de 1999 solicitó al P. Gustavo Gutiérrez una segunda redacción de su artículo, teniendo en cuenta las observaciones realizadas a la primera redacción, ya que según la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe del Episcopado Peruano concluía que si bien el artículo “no contenía errores doctrinales, tampoco respondía a las razones por las cuales el mismo le fue solicitado al autor”.
6. El 29 de mayo de 2004, el R.P. Gustavo Gutiérrez envió a la Congregación para la Doctrina de la Fe la segunda redacción de su artículo titulado “La Koinonia Eclesial”.
7. Este artículo fue enviado nuevamente a la Comisión de Doctrina de la Fe del Episcopado Peruano el 21 de junio de 2004 para su examen correspondiente y esta Comisión notificó el resultado a la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede, el 18 de agosto de 2004.
8. El 15 de septiembre de 2004, la Congregación para la Doctrina de la Fe envió al R.P. Gustavo Gutiérrez Merino las conclusiones del examen realizado por la Comisión de Doctrina del Episcopado peruano, según la cual no había objeción teológico-pastoral a la segunda redacción del artículo “La Koinonía eclesial” y recomendaba su publicación
9. El artículo “La Koinonía Eclesial” del R.P. Gustavo Gutiérrez Merino fue finalmente publicado en el volumen 81, fascículo 4, de la Revista ANGELICUM del año 2004, dando así por concluido el camino de clarificación de los puntos problemáticos contenidos en algunas obras del autor.
10. Este artículo ha sido publicado igualmente en la Revista Páginas en el No. 200 del mes de agosto de 2006, del Centro de Estudios y Publicaciones, Lima-Perú.
Lima, 1º de septiembre de 2006
In Domino
El 17 de diciembre del año 2004, el mismo Papa Benedicto XVI escribió una carta al dominico argentino Carlos Alfonso Azpiroz Costa –en ese momento Maestro General de la Orden de los Predicadores– en la que «daba las gracias al Altísimo por la satisfactoria conclusión de este camino de aclaración y de profundización», como cuenta Gianni Valente en un artículo de la sección Vatican Insider del diario La Stampa (ver http://vaticaninsider.lastampa.it/es/en-el-mundo/dettagliospain/articolo/teologia-della-liberazione-theology-of-freedom-teologia-de-la-liberacion-gutierrez-10865/).
Después de todo esto, ¿quién dudaría en considerar la teología del P. Gutiérrez como auténtica teología católica? Pues nada menos que la agencia informativa ACI Prensa, vinculada al Sodalicio de Vida Cristiana, que da cuenta de la información que hemos puesto no de manera directa sino incidental en un artículo de respuesta a unas críticas que le había hecho Mons. Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo (ver http://www.aciprensa.com/noticias/obispo-peruano-acusa-a-aci-prensa-de-distorsionar-la-verdad-en-un-reportaje/). Y las críticas del arzobispo peruano a ACI Prensa referentes a que distorsiona la verdad quedan confirmadas por el mismo artículo en cuestión, pues en el mismo ACI Prensa manipula la información para llegar a la conclusión de que todo el proceso de aclaración de varios aspectos doctrinales de la teología del P. Gutiérrez señalado antes no quiere decir que su obra no siga conteniendo graves errores. Resulta curioso que cuando la misma Congregación para la Doctrina de la Fe ha llegado a la conclusión de que el P. Gustavo Gutiérrez está libre de polvo y paja, ACI Prensa indirectamente le enmiende la plana, y cada vez que mencione el nombre del sacerdote peruano le siga aplicando tanto a él como a su teología los calificativos de “marxista” y “controvertido”. Pues tanto para ACI Prensa como para el Sodalicio, Gustavo Gutiérrez seguirá siendo considerado un teólogo hereje, aunque la Santa Sede diga lo contrario. Y ante eso no valen las palabras de elogio que el actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Gerhard Ludwig Müller, le ha prodigado a la teología del P. Gutiérrez. Que es una teología con la cual se puede discrepar –como con cualquier teología, pues todas son intentos de comprender la Revelación divina–, pero que no puede seguir siendo considerada como contraria a la fe católica. Pues constituye un valioso aporte que enriquece al Pueblo de Dios que es la Iglesia.
__________________________________________________
A través de los enlaces correspondientes se pueden descargar los siguientes materiales de referencia:
No comments:
Post a Comment