SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!
Hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio nos presenta la escena de la Anunciación (cfr. Lc 1,26-38). En ella se muestran dos actitudes de María que ayudan a comprender cómo custodió el don único que recibió, un corazón totalmente libre de pecado. Y estas dos actitudes son el asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas simples.
Veamos el primero: el asombro. El ángel dice a María: «¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!» (v. 28); el evangelista Lucas escribe que la Virgen «quedó desconcertada, y se preguntaba qué podía significar ese saludo» (v. 29). Se queda sorprendida, desconcertada, turbada: se asombra cuando oye que el ángel la llama "llena de gracia" -la Virgen es humilde-, es decir, llena del amor de Dios. Esta es una actitud noble: saber asombrarse ante los dones del Señor, no darlos nunca por descontados, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y la ternura que traen consigo. Y también es importante testimoniar este asombro delante de los demás hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no solo de los problemas cotidianos. Ser más positivos. Podemos preguntarnos: ¿sé asombrarme ante las obras de Dios? ¿Experimento maravilla alguna vez y la comparto con alguien? ¿O busco siempre las cosas feas, las cosas tristes?
Vamos con la segunda actitud: la fidelidad en las cosas simples. El Evangelio, antes de la Anunciación, no dice nada sobre María. Nos la presenta como una muchacha sencilla, aparentemente igual a muchas otras que vivían en su pueblo. Una joven que, precisamente gracias a su sencillez, ha conservado puro el Corazón Inmaculado con el que, por gracia de Dios, fue concebida. Esto también es importante, porque para acoger los grandes dones de Dios es fundamental atesorar los más cotidianos y menos llamativos.
Precisamente a través de la fidelidad cotidiana al bien, la Virgen permitió que creciera en ella el don de Dios; de este modo, se ejercitó para responder al Señor, para decirle "sí" con toda su vida.
Entonces, preguntémonos: ¿creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro tiempo para leer el Evangelio, para rezar, para participar en la Eucaristía y recibir el Perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de servicio gratuito? Son esas pequeñas opciones de cada día las que resultan decisivas para acoger la presencia del Señor.
Que María Inmaculada nos ayude a asombrarnos ante los dones de Dios y a responder a ellos con fiel generosidad cada día.
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Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Saludo con afecto a los romanos y a los peregrinos procedentes de Italia y de diversos países, en especial a los fieles de Novoli y a los chicos de Confirmación de Cingoli.
En esta fiesta de la Inmaculada, en las parroquias italianas se renueva la adhesión a la Acción Católica. Animo a todos los socios, desde los más jóvenes hasta los ancianos, a ser piedras vivas en la Iglesia y levadura buena en la sociedad. ¡Buen camino!
Bendigo de corazón a los fieles de Rocca di Papa y la antorcha con la que encenderán la gran estrella sobre la fortaleza de su bella ciudad, en honor a María Inmaculada.
Envío mi saludo a los fieles de la diócesis de Quebec, en Canadá, que celebran hoy a su Patrona, la Inmaculada, e inauguran el Jubileo del 350° aniversario de la diócesis. Quebec fue la primera diócesis fundada en Canadá. ¡Feliz año jubilar y que la Virgen María os acompañe!
Y ahora tengo la alegría de anunciar que el 25 y el 26 de mayo del año que viene celebraremos en Roma la primera Jornada Mundial de los Niños. La iniciativa, patrocinada por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, responde a la pregunta: ¿qué tipo de mundo deseamos transmitir a los niños que están creciendo? Como Jesús, queremos poner a los niños en el centro y cuidarlos.
Esta tarde iré a Santa María la Mayor y luego a la plaza de España para rezar a la Virgen. Os pido a todos, especialmente a los fieles de Roma, que os unáis espiritualmente a mí en estos gestos de encomienda a nuestra Madre, rezando especialmente por la paz, la paz en Ucrania, la paz en Palestina e Israel, y en todas las tierras heridas por las guerras. Pidamos paz, que los corazones se pacifiquen, ¡que haya paz!
Y os deseo a todos una feliz fiesta y un buen camino de Adviento bajo la guía de la Virgen María. Saludo de modo especial a los jóvenes de la Inmaculada, ¡hoy es vuestro día! Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
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