"Otra parte de la semilla
cayó entre espinos,
y los espinos crecieron y la ahogaron,
de modo que la semilla no dio grano.
Pero otra parte cayó en buena tierra,
y creció, dando una buena cosecha.
Algunas espigas dieron treinta granos,
otros sesenta, otras cien".
(Marcos 4, 7-8)
Tu has puesto tu semilla, Señor,
en mi propia vida.
Tu palabra ha llegado a mis oidos.
Ayúdame a ser buena tierra
para que pueda multiplicarse
en una abundante cosecha.
Te ofrezco todo lo que haga en este día.
Amén
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