Que eso es la penitencia… saber mirar hacia dentro y ser conscientes de que hay bastantes cosas en nuestra vida que necesitan ser convertidas, transformadas.
Saber que, entre el orgullo de creer que se puede ser perfecto, y la necedad de aceptar que todo vale, cabe un camino intermedio: saberse frágil, pero al tiempo desear luchar. Saberse pecador, y sin embargo desear una y otra vez construir el reino y combatir el mal que hacemos, con palabras, silencios, críticas, dejadez (cada quién sabe).
Y tener el valor de mirarse en un espejo interior, y pedir perdón por lo que se haya hecho mal. Pedir perdón con el compromiso de cambiar (o intentarlo).
Pedir perdón, porque sólo quien se siente reconciliado es capaz de acoger la limitación propia y ajena.
Pedir perdón, porque no todo vale, y porque demasiadas cruces en nuestro mundo tienen que ver con la ceguera para percibir el mal.
¿Tal vez es este tiempo de cuaresma una ocasión para pedir perdón por algo?
¿A Dios? ¿Y a alguien más?
Fuente: Jesuitas de Castilla
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