El rosario es una escuela de contemplación y de silencio y está unido íntimamente a la Palabra de Dios. Lo ha observado Benedicto XVI, en Pompeya, al hablar a los fieles después de rezar el rosario. La cadencia en la repetición del ave María no interfiere con el silencio interior, es más, lo pide y alimenta. El silencio aflora a través de las palabras y las frases, como una presencia de sentido último que trasciende las palabras mismas y junto a ellas habla al corazón. Existe una unión entre el Rosario y la Palabra de Dios; la oración está entretejida de elementos de la Escritura y para ser una oración contemplativa, debe surgir como respuesta a la Palabra, sobre el modelo de la oración de María. Benedicto XVI concluyó su visita a Pompeya el domingo 19 de octubre por la tarde y regresó al Vaticano.
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