La Iglesia no teme el progreso de la ciencia, pero sí denuncia la arrogancia de quien quiere sustituir al Creador o de quien supedita la investigación a los intereses comerciales. Lo ha afirmado Benedicto XVI, en el discurso a los participantes al congreso que ha tenido lugar en Roma con motivo de los diez años de la Encíclica "Fides et Ratio" de Juan Pablo II. La filosofía y la teología se vuelven ayudas indispensables con las cuales es necesario confrontarse para evitar que la ciencia proceda por sí sola por un camino pedregoso, lleno de imprevistos y riesgos. Es necesario mantener atento el sentido de responsabilidad que la razón y la fe tienen respecto a la ciencia, para que permanezca en la línea de su servicio al hombre. La verdad de Cristo, en cuanto toca a cada persona en búsqueda de alegría, felicidad y de sentido, supera por mucho cualquier verdad que la razón pueda encontrar. Es, por lo tanto, alrededor del misterio, que la fides et ratio encuentran la posibilidad real de un recorrido común.
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