miércoles, 07 octubre 2009
“África y América Latina son continentes muy diversos entre sí, y sin embargo es importante saber que en América Latina la población de origen africano es más numerosa que la de nuestros propios pueblos originarios, los indígenas. Nos une también el hecho de que, en ambos continentes, hay un gran porcentaje de la población que vive en situación de pobreza y que necesita de bienes y servicios para su subsistencia: alimentación, vivienda, instrucción y salud”. Lo dijo monseñor Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida (Brasil) y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en su presentación en la inauguración de las sesiones de la Segunda Asamblea Especial para África, en el Sínodo de los Obispos que se está celebrando en Roma.
“En el ámbito político e institucional en muchos de nuestros países no hay una democracia suficientemente arraigada en la cultura del pueblo y por eso ésta no está sólidamente consolidada", prosiguió el arzobispo brasileño. "Las necesidades fundamentales y urgentes de nuestros pueblos, aún pendientes, provocan el surgimiento de aventuras políticas, con promesas populistas, que ilusionan pero no resuelven los problemas estructurales de la población. Siempre en el campo político, la situación se agrava a causa de la corrupción de la que, con frecuencia, se tiene noticias y que es denunciada por varios medios de comunicación de masas. Este fenómeno empuja a la población, y sobre todo a los jóvenes, al conformismo, a la desconfianza para con la política como arte de promover el bien común”.
Más tarde, el presidente del CELAM sugirió la posibilidad de un intercambio fraterno de experiencias entre las iglesias de ambos continentes.
Las semejanzas entre la Iglesia en África y la del Asia fueron recordadas también por monseñor Orlando B. Quevedo, arzobispo de Cotabato (Filipinas), secretario de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (Federation of Asian Bishops Conferences, FABC). “En muchos países de ambos continentes el cristianismo ha sido llevado por misioneros extranjeros durante el período de las colonias. La riqueza de culturas, los valores familiares tradicionales que son auténticamente humanos, las miles de lenguas habladas, el encuentro entre cristianismo, islam y religiones tradicionales locales, son todas realidades importantes, muy similares en África y Asia”, dijo el arzobispo de Cotabato.
El presidente de la FABC señaló después que las dos exhortaciones post-sinodales del Papa Juan Pablo II, Ecclesia in Africa (1995) y Ecclesia in Asia (1999), presentan “similitudes sorprendentes”. Por ejemplo, explicó monseñor Quevedo, “los desafíos pastorales de nuestros días: los imperativos de la inculturación y el diálogo interreligioso, la promoción de una emergente cultura relativista y materialista globalizadora a través de los medios de comunicación social, el impacto negativo de la globalización económica sobre los pobres, la declinación de los valores morales en la vida social, económica y política, y las continuas amenazas a la naturaleza misma del matrimonio y de la familia, los distintos aspectos de la injusticia y el violento conflicto que turba la armonía de las sociedades africanas y asiáticas. La Iglesia en África y la Iglesia en Asia están levantando interrogantes análogos de gran importancia”.
Mundo Negro
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