Friday, January 08, 2010

El celibato opcional

El celibato opcional


En fechas recientes el Papa Benedicto XVI ha dispuesto que sean aceptados en la Iglesia Católica, pudiendo ejercer su ministerio, los clérigos de la Iglesia Anglicana, casados y con hijos, que han solicitado su ingreso en el catolicismo.


Esta decisión ha reabierto el debate sobre el celibato obligatorio para los sacerdotes católicos de rito latino. Precepto que no existía en los primeros siglos del cristianismo y tampoco hay referencia alguna en los textos evangélicos, al contrario, se dice que “el obispo (o dirigente) tiene que ser intachable, fiel a su única mujer, juicioso…tiene que gobernar bien su propia casa y hacerse obedecer de sus hijos con dignidad”. (1Tim 3, 1-5).


En el siglo V se empieza a prohibir el matrimonio de los sacerdotes, pero no todos los obispos lo exigían. Más adelante, en el Concilio de Letrán (año 1123), se acordó el celibato obligatorio sólo para el clero de rito latino (católicos de occidente), norma que en muchas diócesis no se cumplió.
Para el oriente cristiano (también católico) se declaró que hombres casados podían ser ordenados sacerdotes, norma que continúa en vigor.


Fue en el Concilio de Trento (siglo XVI) donde se sanciona la obligatoriedad del celibato para la Iglesia de occidente. Actualmente miles de católicos precedentes de la Iglesia oriental que ahora viven en países del occidente europeo están siendo atendidos por sus sacerdotes, casados y con hijos, con el beneplácito de nuestros obispos. Realidad que dejan en evidencia la obligatoriedad del celibato para los curas de rito latino.


La desaparición de esta norma no perjudicaría a la fe, ni a la verdad, ni al evangelio. Son muchos los sacerdotes de profunda vocación, comprometidos con los valores del Reino allí donde estén, que han abandonado obligatoriamente su ministerio por el hecho de haberse enamorado. Todo amor proviene de Dios ¿por qué entonces el amor conyugal ha de ser un impedimento para ejercer el sacramento del amor entregado al prójimo?


¡Cuánta riqueza ha perdido la Iglesia con el abandono de tantos sacerdotes de profunda fe y coherente compromiso pastoral!


La aplicación rigurosa de este precepto ha llevado a decisiones injustas como la sufrida por un sacerdote murciano secularizado, que después de estar cinco años ejerciendo como profesor de Religión fue destituido por el Obispado por haber participado en una reunión pro defensa del celibato opcional.


Recientemente el tribunal de Estrasburgo ha considerado improcedente su despido. Es imposible entender que los sacerdotes anglicanos, casados y con hijos, puedan ejercer su ministerio en el catolicismo latino, y un sacerdote secularizado, por el hecho de defender el celibato opcional sea despedido de su puesto de profesor. En este caso la defensa de la norma ha estado por encima de la fraternidad y la justicia en una cuestión que hasta Juan Pablo II consideraba abierta; en una ocasión dijo que el celibato obligatorio es una disciplina que algún día cambiaría, pero no sería durante su Pontificado.


Hoy no es sostenible negar la evidencia y la necesidad de suprimir esta norma. En muchos países de América Latina no hay sacerdotes suficientes para atender a las parroquias, fenómeno que también crece en Europa ¿Será ésta la razón que ha motivado la acogida a los clérigos anglicanos?


Muchos cristianos confiamos en una apertura a la acción del Espíritu recordando las ya lejanas palabras del Papa Juan XXIII: “la Iglesia necesita un aggiornamento” (puesta al día); o aquellas otras “abramos las puertas de la Iglesia para que entre aire fresco” miramos con esperanza una Iglesia actualizada. Necesaria actualización que debería incluir el sacerdocio de la mujer. Su exclusión es un anacronismo en la actual sociedad occidental, donde la mujer tiene reconocidos todos sus derechos en pie de igualdad con los del varón. Las razones teológicas que se esgrimen en su contra no son justificables, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos las ampara a pesar de que la Iglesia no los haya reconocido.


Alfonso Hernández Martín es funcionario, y miembro de las Comunidades Cristianas de Base de la Región de Murcia.

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