Friday, January 08, 2010

Marcos 6: 34-44
Al desembarcar, Jesús vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles largamente. Se había hecho tarde. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: "Estamos en un lugar despoblado y ya se ha hecho tarde; despide a la gente para que vayan a las aldeas y a los pueblos más cercanos y se compren algo de comer". Jesús les contestó: "Denles ustedes de comer". Ellos dijeron: "¿Y quieres que vayamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para dárselo?" Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Volvieron y le dijeron: "Hay cinco, y además hay dos pescados". Entonces les dijo que hicieran sentar a la gente en grupos sobre el pasto verde. Se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta. Tomó Jesús los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Asimismo repartió los dos pescados entre todos. Comieron todos hasta saciarse; incluso se llenaron doce canastos con los pedazos de pan, sin contar lo que sobró de los pescados. Los que habían comido eran unos cinco mil hombres.




¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
El relato de Marcos tiene varios aspectos. Tenemos el fuerte contraste entre la macabra fiesta de cumpleaños de Herodes, relatada en el capítulo seis y donde Juan el Bautista es decapitado, con este banquete de Jesús ofrecido a la gente común en un despoblado. En un aspecto la multiplicación de los panes representa la compasión de Jesús por la multitud hambrienta, y usa sus poderes divinos para alimentarlos. En otro aspecto, estos alimentos anticipan lo que Jesús hará en la Última Cena, cuando "mira al cielo, bendice y parte los panes y los da a los discípulos."

¿En qué lugar, si existe alguno, participa la Eucaristía en mi vida?

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