Thursday, January 07, 2010

Un proyecto de vida para los niños con ausencia de padres


Surgida de la fundación “Pibes de la Patagonia” por iniciativa del salesiano Juan Carlos Molina.
Más de 60 niños y adolescentes de Valdocco celebraron con algarabía la llegada del año nuevo acompañados por el sacerdote salesiano, Juan Carlos Molina, y numerosos colaboradores de la institución. Ahora se aprestan a realizar un viaje de vacaciones. “¿Cuántos panes tienes para dar?”. Esta es la frase impresa en el exterior de la capilla María Auxiliadora que existe en ese lugar y que fue el lema del año 2009, el cual sintetiza el sentimiento de caridad que se requiere de todas las personas de una comunidad hacia sus semejantes.
De hecho, el mismo refleja la filosofía que impuso el padre Juan Carlos Molina cuando fundó la Casa Valdocco con su intención de plasmar el legado de bondad que transmitió San Juan Bosco a todos sus misioneros.
“El nuestro es un proyecto de vida”, reseñó el sacerdote rodeado de niños que van desde los 2 hasta los 14 años, quienes en su mayoría llegaron allí por instancias judiciales, debido a problemas que afrontaron o siguen afrontando sus padres por hechos delictivos, alcoholismo, drogadicción, serias peleas matrimoniales, separaciones de hecho, o bien porque los abandonaron. Así de simple, así de triste.
Por ello, cuando una persona visita ese lugar, situado a 12 kilómetros de Cañadón Seco, donde antes existió un casco de estancia donada por YPF, no puede sustraerse a las expresiones que se reflejan en el rostro de los chicos.
Es que, más allá de sus sonrisas, de saber que se alimentan bien, que tienen vestimenta, un hogar para dormir, escuela, múltiples talleres, tareas de chacra, gimnasio con pileta de natación, cine, cobertura médica y numerosos profesionales y ayudantes que están detrás de ellos, igualmente se percibe que el amor de los padres nunca podrá ser reemplazado.
VACÍOS HUMANITARIOS
Molina recordó que hace poco más de seis años el primer grupo de chicos que fue asistido por la fundación eran dos grupos de ocho hermanitos que pertenecían a padres que tenían graves problemas de violencia, droga y alcohol, por lo cual un juzgado de familia, al ver la situación de riesgo en que se encontraban los menores, decidió retirárselos y encomendárselos al propio cura.
A partir de allí se fueron conociendo otros casos problemáticos, no sólo vinculados al abandono sino también a la drogadicción de los propios menores. A modo de ejemplo, cuesta creer que uno de los asistidos sólo tenía 10 años y estaba virtualmente perdido a causa de inhalar pegamento.
“Ciertamente, uno nunca termina de endurecerse por las cosas que afectan a los chicos, principalmente la ausencia, que es ese vacío de no tener cerca a la mamá y al papá a quienes siempre esperan”, los que no pueden ser reemplazados por ningún pariente.
“Nosotros intentamos darles compañía para que estén contenidos, que tengan lo afectivamente posible, pero la ausencia permanece en el tiempo. Incluso muchos de ellos, luego de varios años, creyeron que les habíamos mentido con respecto a sus padres, hasta que ellos mismos se encontraron con la realidad de un padre ebrio o que solamente aparece en busca de un certificado de escolaridad para ganar unos pesos más en sus trabajos”.
SIN PARADIGMAS
No hay un modelo estructurado en la Casa Valdocco, nombre que referencia un lugar de Italia donde residía Don Bosco. Esto lo dijo el propio cura Molina al señalar que muchos talleres de actividades prácticas que se realizaban hace cinco años, hoy han sido reemplazados por otros e incluso se fueron incorporando profesionales para ocuparse de otros aspectos de la formación de los chicos, como ser lo atinente a su educación y contención psicológica.
En ese contexto, debe mencionarse que se ha ampliado la cobertura de la institución con la incorporación de la denominada Casa Educativa Terapéutica, la cual no solo da cabida a los chicos mayores de 14 años sino también a jóvenes que llegaron de distintas localidades por problemas de drogadicción. Entre todos conforman una comunidad.
La dirección de esa Casa está a cargo de Rubén Magrotti, quien tiempo atrás abrazó el sacerdocio y tiene una vasta experiencia en el tratamiento de adolescentes y jóvenes atrapados por las drogas.
Cuando se recorre Valdocco queda de manifiesto la protección que se les brinda a los chicos, que en algún momento fueron discriminados por un grupo de adultos de Cañadón Seco que expresaron su molestia porque varios de ellos compartían con sus hijos las aulas de la escuela de EGB que existe en esa comisión de fomento.
El cura Molina nunca podrá olvidarse de ese desagradable momento, donde les respondió con fuertes solicitadas en medios periodísticos.
“Uno se puede bancar las criticas personales y las que se hacen a la institución, pero cuando hablan mal de los pibes, están alterando la esencia de la Casa”, expresó con cierto enojo y fue más allá al señalar que “yo acepto que me critiquen diciendo que ando en la política, pero no me marginen a los chicos. Eso es muy doloroso”.
Pero más allá de ese amargo momento, Valdocco se sigue proyectando como un ejemplo hacia otras localidades del país, a tal punto que hace pocos meses se abrió una institución similar en la provincia de Chaco, precisamente en una remota zona conocida como “el Impenetrable”.
Allí reside la comunidad aborigen wichi, sumida en una extrema pobreza, un panorama distinto al que existe en Santa Cruz donde el propio Molina admite que el problema en esta zona no son el hambre y otras consecuencias que trae la pobreza, sino que todo gira en un contexto de falta de afectos familiares.
ERA ADICTO, HOY ESTÁ RECUPERADO
La comunidad terapéutica es un anexo de la Casa Valdocco que asiste a jóvenes con problemas de drogadependencia, alcoholismo y conductas que llevan situaciones de alto riesgo con pocas posibilidades de contención en una comunidad.Dispone de varios talleres como grupo de autoayuda, sesiones individuales, carpintería, panadería, tambo, huerta, teatro, quesería, etcétera.
Además, brinda la posibilidad de continuar estudios inconclusos y practicar una gran variedad de deportes.
Hay evidencias concretas de jóvenes que lograron recuperarse, tal como es el caso de Omar Oyarzún, de 21 años, quien llegó a ese lugar por iniciativa propia.
El mismo contó a Diario Patagónico su experiencia, señalando en principio que trabajaba como empleado en un Centro Integrador Comunitario y que la adicción a las drogas lo separó de su mujer y dos pequeños hijos.
“Estaba muy mal, pero ahora me valoro yo mismo por lo que pude lograr al recuperarme”, dijo Omar visiblemente emocionado, citando que es el estilo de vida que eligen las personas lo que lleva a las adicciones, aunque también influye en algunos casos la falta de cariño y comportamiento de los padres. A modo de ejemplo, mencionó que su padre es un alcohólico crónico. “Yo me fui alimentando de ese mundo oscuro y con el tiempo me hice adicto al alcohol y a la cocaína. También tuve varias caídas en la policía por contraventor ya que hice cosas malas, aunque menores”.
“Desde el primer día que llegué, Valdocco me dio todo y pude reordenar mi vida porque me brindaron lo que me faltaba: cariño y amor”, relató el muchacho, quien admitió que “al principio desconfiaba porque pensaba que era un instituto atendido por gente recia, pero me encontré con lo contrario”.
Dijo que se quedará por algún tiempo más, para completar su tratamiento, en tanto los directivos de Valdocco le asignaron la responsabilidad de integrar el equipo de coordinadores. Mientras tanto, “ya estoy pensando en la manera en que voy a cuidar a mis hijos y darles una buena educación”. (Fuente: El Patagónico).
El Períodico

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