Friday, February 25, 2011

Chema Caballero, misionero en Sierra Leona: «La ayuda a África no funciona»


Ha escrito 'Los hombres leopardo se están extinguiendo'
«No tengo ningún reparo en promocionar el preservativo, con una educación previa»
Su tesis es que la ayuda internacional no está contribuyendo al desarrollo de África sino que, por el contrario, consolida más aún el sometimiento de este territorio lleno de potencialidades pero cuyas gentes difícilmente pueden sacudirse el yugo de la pobreza. Chema Caballero (Castuera, 1961) vive en Sierra Leona desde 1992 y su destino misionero le ha convertido en un experto en planificar el uso más adecuado para que los recursos económicos que llegan a ese país beneficien a quienes más los necesitan. Directivo de un programa para rehabilitación de niños y niñas-soldado conocido en todo mundo, ha demostrado ser el perfecto portavoz de las necesidades de los desheredados africanos. Lo entrevista Mercedes Barrado Timón en Hoy.

Ha tardado un año en escribir el libro 'Los hombres leopardo se están extinguiendo. Sierra Leona, África y la ayuda internacional' (Editorial PPC), que se basa en su diario personal y en el que insiste en los fallos del sistema de cooperación y la necesidad de que las oenegés se replantee sus fórmulas de actuación en África.
Chema Caballero se encuentra en estos momentos en España, donde pasará algunos meses dedicado a impartir un master organizado por la Universidad Oberta de Barcelona. Su libro no saca el dedo de la llaga africana y se lee de un tirón, aunque de vez en cuanto obliga a detenerse para sentir que se vuelve a respirar.
-¿Tiene la sensación de haber conseguido algo en este tiempo, porque a veces parece un poco decepcionado?
-Lo que quiero poner de relieve es que nosotros, que vamos de expertos, no hacemos gran cosa. Son los africanos los que de verdad sacarán a África de su situación. Yo tengo buenos recuerdos y creo que hemos conseguido mucho: Más de 3.000 niños y niñas-soldados reinsertados en la sociedad. Y todo lo que hemos hecho por la educación en estos años a base de construir escuelas, conceder becas y conseguir que niños y, sobre todo niñas, lo cual es mucho más difícil, estén llegando a la universidad, es un trabajo que ha dado buenos resultados. Lo que pasa es que es duro y te preguntas siempre si este esfuerzo que hacemos dará sus frutos porque es un trabajo a muy largo plazo.

-¿Existen los políticos en Sierra Leona?¿Hay una auténtica acción nacional para sacar el país adelante o todo se reduce al trabajo de los particulares e instituciones que allí trabajan?
-Hay partidos políticos y elecciones democráticas. La autoridad local es muy fuerte y está formada por los jefes y pequeños reyes. Y todo eso funciona a su nivel. Lo que falta es una visión de conjunto y del bien común. La política africana consiste en que el que está en el poder se enriquece lo que puede a costa de los demás. Es lo que ocurre en Sierra Leona, un país con tantos recursos naturales que sigue siendo uno de los más pobres del mundo. No hay unos políticos que trabajen por el bien común.Occidentales

-¿Qué pueden hacer los misionero y los hombres occidentales, a los que alcanza la mala conciencia sobre lo que ocurre en África pero a los que usted advierte de que sólo los africanos saldrán adelante por sí mismos?
-Mi idea es que organizamos proyectos con muy buenas intenciones pero el desconocimiento de la cultura, del idioma o donde toma las decisiones el poder hace que estos proyectos no funcionen como quisiéramos. Por eso, al final son cuatro los que en Sierra Leona y otros países limítrofes se benefician de esa ayuda internacional que no llega a los que debería.

-Su crítica alcanza a las oenegés, de las que dice que no someten sus programas a las necesidades locales. ¿Alcanza la crítica a su pequeña oenegé Dyes o también tendría algo que mejorar?
-Siempre hay que autorevisionarse, pero la diferencia es que, cuanto tú estás viviendo sobre el terreno y los proyectos brotan de la gente y están implementados casi al cien por cien por personal local, las cosas son muy distintas. Son ellos los que establecen las prioridades y muestran el camino que hay que seguir y no somos nosotros desde aquí los que decidimos lo que hay que hacer y cómo y cuando hay que hacerlo.
-¿Ha tenido algún eco su llamada a reestructurar el trabajó de la oenegés?¿Está agotado el modelo que les ha llevado a echar mucho tiempo y dinero en este trabajo en los últimos años?
-Lo que yo digo en el libro es que todo lo que proceda de la ayuda internacional es necesario y puede ser bueno. Critico la forma en que está implementándose hoy en día, porque muchas oenegés han perdido sus objetivos y se han convertido en fines en sí mismas y lo que hacen es buscar proyectos para mantenerse. Lo que propongo es un diálogo sobre la ayuda internacional para que realmente se reconduzca a algo que de verdad ayude a África.

-Salen muchas personas en el libro y ninguna parece tener una vida fácil, pero las que tienen bastante más problemas son las mujeres. ¿Qué programas específicos desarrollan para ellas?
-En la guerra, las mujeres son las más vulnerables y a las que más les cuesta después reinsertarse. Hemos hecho programas específicos de formación profesional y microcréditos para que sean ellas las que vayan buscando su forma de salir adelante. Hemos utilizado el tema del fútbol y el deporte para estas mujeres que en un momento dado quieran tomar la opción de no casarse para ser libres e independientes... Creo que son pequeños ejemplos de que ellas poco a poco van encontrando su puesto en la sociedad.
-Habla en su libro de embarazos juveniles, abortos, esclavas sexuales, del sida. Parece que hay misioneros que tienen que saltarse a la torera las directrices del Vaticano, como en el caso del uso del preservativo que genera tanta polémica cuando se habla de la Iglesia católica en África.
-Es que no puedes cerrar los ojos ante la realidad, sobre todo cuando se sale de una situación de guerra en la que ha habido abusos sexuales muy fuertes y donde niños y jóvenes han sido sexualmente activos. Lo que intentamos es inculcarles la abstinencia, que sean fieles a su pareja pero también hay que poner soluciones a problemas como las enfermedades o embarazos juveniles y posiblemente la forma más práctica es el preservativo. Yo por eso no tengo ningún reparo en promocionarlo y distribuirlo siempre con una educación sobre el tema.

-Los cooperantes que pertenecen a organizaciones religiosas, ¿tienen tiempo de hablar a estas gentes de religión o el trabajo es tan ingente que es mejor predicar con el ejemplo y poco más?
-¿Cómo hablar de religión? La religión no se habla, se vive y eso es lo que hay quehacer. Cuando haces la obra de Cristo e intentas revivirle y hacer presente su reino de amor, de justicia y de igualdad de oportunidades para todo el mundo la gente lo ve y se acerca a la Iglesia y es una iglesia de jóvenes y de mujeres que ven un ámbito de libertad, un espacio en el que pueden hablar y encontrar una forma distinta de ser. Es así como se hace la misión, no hablando y predicando y bautizando gente.

-Supongo que en la guerra pasó miedo. ¿Hay razones para seguir teniendo miedo a la violencia cotidiana?
-Hay que tenerlo, somos humanos y el miedo es el sentimiento más humano que hay. He pasado miedo muchas veces aunque a veces relativizas las cosas que has visto, como el horror de la muerte, las violaciones, las amputaciones... Pero el miedo, la compasión, la indignación, el horrorizarte, son sentimiento muy humanos y espero no perderlos nunca.
RD

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