HABLARÁN CON FRANCISCO DEL HORROR DE LOS ABUSOS Y DEL ENCUBRIMIENTO
También se quejarán de los eclesiásticos que, durante décadas, los desacreditaron y difamaron
(José M. Vidal/Agencias).- Han sufrido un calvario, les han llamado de todo, han querido silenciar su voz. Ahora el Papa no sólo les va a escuchar, llorar con ellos y consolarlos, sino que va a recibir en su propia casa a Juan Carlos Cruz, Andrés Murillo y James Hamilton, las tres principales víctimas de Karadima y los tres principales acusadores del obispo Barros. Las víctimas entran en Casa Santa Marta y con llamadas a convivir con el Papa.
Se reunirán con Francisco, en Roma, a finales de abril, posiblemente el sábado, día 28, y el domingo, día 29. También podrán verse de nuevo con los dos enviados papales a Chile, monseñor Scicluna y el español, Jordi Bertomeu.
Juan Carlos Cruz, víctima de Karadima, uno de los sacerdotes depredadores más conocidos del país sudamericano, dijo que él y sus colegas aceptaron la invitación del pontífice de viajar a Roma, para que el papa pueda disculparse personalmente por haberlos desacreditado durante su reciente visita a Chile.
En una entrevista telefónica con AP, Cruz dijo que los tres hombres no permitirán que el Vaticano se apunte un éxito de relaciones públicas con la reunión. Indicó que hablará con Francisco acerca del horror del abuso sexual y el horror del encubrimiento que líderes eclesiásticos han cometido durante décadas, y cómo han desacreditado y difamado a las víctimas que los denunciaron.
El propio Francisco estaba en ese sendero "desafortunadamente" cuando acusó a las víctimas de "calumnia" por haber denunciado reiteradamente la conducta del obispo chileno Juan Barros, dijo Cruz. Pero agregó que el papa parece haber "abierto sus ojos a la realidad ... de miles de vidas que han sido crucificadas" por sacerdotes que violan y manosean a niños.
Francisco expresó su cambio radical de posición en una dramática carta a los obispos chilenos el miércoles en la que admitió que cometió "graves errores de juicio" en el caso de Barros, a quien Cruz y otras víctimas acusan de haber presenciado e ignorado los abusos en su contra.
Barros, protegido del sacerdote pederasta Fernando Karadima, ha negado esas acusaciones.
Francisco atribuyó sus errores a una falta de "información veraz y equilibrada", y dijo que quería disculparse en persona con las personas a quienes ofendió.
Cruz dijo que él y otras dos víctimas chilenas, Jimmy Hamilton y José Andrés Murillo, habían estado en conversaciones por algún tiempo para organizar la visita. Dijo que los tres se reunirán con Francisco individualmente y como grupo el fin de semana del 28 y 29 de abril y que el papa quería pasar un tiempo significativo con ellos.
Se reunirán además con el padre Jordi Bertomeu, el funcionario del Vaticano que junto con el arzobispo maltés Charles Scicluna preparó el informe de 2.300 páginas sobre Barros que hizo cambiar de parecer al papa.
RD
A finales de abril tres víctimas de Karadima se encuentran con el Papa
Cruz, Hamilton y Murillo serán recibidos a finales del mes en Santa Marta. La polémica con el cardenal Errázuriz
A finales de este mes deberían llegar al Vaticano, probablemente el 28 o el 29 de abril, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, tres de las víctimas del poderoso párroco que abusaba de menores Fernando Karadima. La prensa chilena dio la noticia.
El mismo Pontífice indicó su voluntad de encontrarse con algunas de las víctimas en la histórica carta a los obispos chilenos, dada a conocer el pasado miércoles 11 de abril de 2018, en la que Francisco admite haber cometido «graves equivocaciones» de valoración sobre los abusos cometidos por religiosos en Chile debido a que lo habían informado mal. Bergoglio, que recibió el informe de 2300 páginas redactado por su enviado especial, el arzobispo Charles Schiclina, ha podido finalmente darse cuenta de la situación real y por ello ha convocado al Vaticano a todo el episcopado chileno.
Hamilton, Cruz y Murillo han criticado al cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo demérito de Santiago de Chile y miembro del “C9” de los cardenales consejeros del Papa. Errázuriz dijo hace dos días que no le había dado noticias falsas al Pontífice y aseguró que no era tarea suya informarlo. Errázuriz también agradeció a las víctimas por haber «roto el silencio». Según Cruz, el cardenal «trata de hacer creer que nos apoyó», pero, en opinión de las víctimas, «nunca lo ha hecho». Murillo, con un “tuit”, comentó de esta manera las declaraciones del arzobispo emérito de Santiago: «En lugar de asumir que fallaron, que traicionaron su rol y nuestra confianza, los obispos de Chile tratan de sacarse los balazos culpándose unos a otros. Triste espectáculo».
En lugar de asumir que fallaron, que traicionaron su rol y nuestra confianza, los obispos de Chile tratan de sacarse los balazos culpándose unos a otros. Triste espectáculo
— José Andrés Murillo (@JosAndrsMurillo) 13 de abril de 2018Hamilton recordó la carta que Errázuriz envió un mes antes a diferentes presidentes de las Conferencias Episcopales latinoamericanas, en la que culpaba de algunos problemas durante la visita del Papa a Chile al «protagonismo» del obispo Juan Barros, uno de los pupilos de Karadima, y a las declaraciones de las víctimas sobre el tema de los abusos: «Este señor dice que no es el llamado a informar, pero leyendo carta que envió a los obispos de Latinoamérica parece que sí está llamado a desinformar».
Efectivamente, las declaraciones del cardenal chileno, que parecía rechazar cualquier responsabilidad porque el Papa carecía de información adecuada, suenan a inconciencia. No es la actitud que pidió Francisco en su carta, con la que pidió a toda la Iglesia chilena que se pusiera en un «estado de oración».
Por el contrario, el mensaje del papa fue acogido plenamente por los obispos de Chile, que, en un comunicado al final de su asamblea general, escribieron:
«Acogemos con fe y obediencia filial» la carta de Francisco. «Junto al Papa, sentimos dolor y vergüenza porque, a pesar de las acciones realizadas estos años, no hemos logrado que las heridas de los abusos sanaran en los corazones de muchas víctimas y siguen siendo una ‘llaga’ abierta en el corazón de la Iglesia en Chile».
«La carta del Papa –continúa el texto del episcopado chileno– la recibimos como una invitación a asumir con magnanimidad y humildad este desafío. Para iniciar este camino nos ponemos, como Iglesia, en estado de oración, escucha, discernimiento y disponibilidad para renovar la comunión eclesial. Queremos hacernos cargo de los errores que nos correspondan y corregirlos, de tal forma que la Iglesia sea, cada vez más, un ambiente sano y seguro para niños, niñas y jóvenes».
Vatican Insider
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