“Me equivoqué al no darme cuenta de que pasaban cosas malas”, admitió ayer el prelado Horacio Valenzuela, a quien se le acusa de encubrir los abusos de Karadima. Religiosos y laicos han pedido la renuncia del prelado, tras conocer la carta del Papa Francisco, en que anunciaba que tomaría medidas en la Iglesia chilena.
Tras la carta que envió el Papa Francisco a los obispos chilenos la semana pasada, donde se les convoca a Roma para tratar la crisis que afecta a la Iglesia chilena, varias voces han hablado sobre posibles remociones y cambios al interior de la jerarquía eclesiástica chilena.
Los principales nombres que han surgido apuntan al obispo de Osorno, Juan Barros, pero también se ha mencionado a otros sacerdotes que habrían sido cercanos al círculo del expárroco de El Bosque Fernando Karadima, entre ellos, el obispo de Linares, Tomislav Koljatic, y el obispo de Talca, Horacio Valenzuela.
Ayer, luego de presidir la misa dominical en el caserío Lircay, Valenzuela fue consultado sobre la crisis de la Iglesia y la petición que han realizado laicos y religiosos para que renuncie a su cargo, tras ser vinculado al presunto encubrimiento de los abusos cometidos por Karadima.
“Ellos tienen que ver si con eso están contribuyendo a la unidad. Creo que lo hacen con buena voluntad, porque uno puede decir una cosa con buena voluntad y estar equivocado, eso puede pasar. Pero por ahí no pasa la solución. Pasa por rezar junto al Papa y ver lo que él nos dice. Si hace un cambio para acá, otro para allá, en fin, él es el que organiza la Iglesia”, dijo el obispo.
Un mensaje similar fue el que entregó a los fieles una vez finalizada la misa: “Nuestra Iglesia siempre ha sabido reconocer sus faltas, siempre ha sido así, y ahora necesitamos mucha oración”, pidió.
El sábado pasado, el sacerdote había emitido un comunicado en el que aseguraba que era necesario “ayudar a restablecer la comunión eclesial en Chile, para reparar el escándalo y restablecer la justicia”.
Sobre este punto, Valenzuela precisó: “Esto es como una familia, que cuando pasa algo malo, un cáncer de la mamá, por ejemplo, todos se culpan, y no debe ser así. Hay que ver que la mamá está enfermita. Juntémonos todos y ayudemos para que se mejore lo más pronto posible y que el dolor de la mamá nos ayude a juntarnos más. Eso es lo que debe pasar”.
Al igual que en su comunicado, el prelado reconoció errores y explicó que “todos tenemos debilidades, todos cometemos pecados, todos nos portamos más o menos mal, no fuimos atentos cuando pasaban cosas malas, faltó lucidez para estar más cerca de los que sufrían, todo eso. Me equivoqué al no darme cuenta de que pasaban cosas malas, como pasó durante el gobierno militar también, que hubo mucha gente que no supo lo que pasaba y no eran culpables, simplemente no supo, pero eso se lo vamos a dejar a Dios”, respondió el obispo de Talca.
Las réplicas
Tras las declaraciones del obispo Valenzuela, las reacciones de actores vinculados al mundo religioso no se hicieron esperar.
“Es importante llamar las cosas por su nombre”, dijo el vocero de los laicos de Osorno, Juan Carlos Claret. “El arzobispo de Malta, Charles Scicluna, no vino a investigar pecados o pequeños errores, vino a indagar sobre delitos. Y no solo a aquellas personas que han sido acusadas como actores principales, sino también a quienes tuvieron algún grado de participación, por ejemplo, encubriéndolos”, añadió.
Sobre las remociones, el vocero aseguró que “no se trata de una ‘cacería de brujas’. Pero el primer paso, sin duda, es la remoción de personas. Si el Papa se propuso restablecer la comunión eclesial y la confianza en la Iglesia, no me imagino a los fieles de Talca o Linares restableciendo esa confianza, sabiendo que los obispos de esas diócesis están acusados de lo mismo que el obispo Barros”.
Por su parte, el doctor en Ciencias Religiosas y académico de Filosofía de la U. de Chile, Luis Bahamondes, señaló que “en este caso la responsabilidad política recae en personas puntuales y un mínimo grado de justicia sería apartarlos para iniciar con buen pie el proceso de reforma”.
Sobre las personas vinculadas con el expárroco Karadima y a quienes se acusa de no haber informado sobre los casos de abuso, Bahamondes señaló que “ellos no han querido dar el paso al costado, eluden las responsabilidades y básicamente lo que terminan haciendo es decir que la Iglesia está en un proceso difícil. Pero la Iglesia está en un proceso difícil porque hay personas de carne y hueso que lo han hecho más difícil aún”.
Paula Riquelme y Camila Mardones
La Tercera
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