Saturday, April 14, 2018

¿Y qué irá a pasar? por José Agustín Cabré, Claretiano



Treinta y cuatro (34) han sido los clérigos que han ocupado la sede episcopal de Santiago de Chile, desde que el Bachiller Rodrigo González de Marmolejo, religioso de la Orden de los Dominicos y criador de caballos de raza, asumiera como pastor en el año 1561. En todo este lapso han sido solamente doce (12) los pertenecientes a alguna congregación; todos los otros han surgido del clero secular.
A muchísimas personas se les hace un lío al conocer este tema de religiosos y seculares. Creen que todos los curas son iguales. Y no lo son. Veamos: de suyo el asunto es simple: hay dos clases de clérigos o sacerdotes: 1) los que integran alguna congregación que tiene vida común y promete los votos de obediencia, castidad y pobreza, y a los que se les llama “regulares” por haber profesado una “regla” de vida, y 2) otros que no asumen ninguna de esos dos compromisos y pueden vivir en solitario o con sus familias y administrar sus bienes y que reciben el nombre de “seculares”.

Por ejemplo, en el caso de Santiago de Chile, de los seis arzobispos que han sido cardenales (Caro, Silva Henríquez, Fresno, Oviedo, Errazuriz y Ezzati) solamente Caro y Fresno han sido “seculares” siendo los otros “religiosos”.

Pareciera que esa situación no tuviera gran influencia en el comportamiento pastoral. De hecho, para mi gusto, que puede ser o no ser compartido por otras personas, los cuatro primeros (dos seculares y dos religiosos) sacaron aplausos y los dos últimos (religiosos) han sido para el olvido.

Ahora se está a la espera de un nuevo nombramiento para la sede más importante del país, como también para otras sedes episcopales (Valparaíso, Rancagua, Valdivia, probablemente también en Osorno).

Los nombres que aparecen no son novedosos, aparte que el Nuncio Ivo Scapolo saque alguna sorpresa escondida en su manga.

Se considera probable que un arzobispo ya en ejercicio pase a ocupar la sede de la capital. En esa situación están Ducasse (Antofagasta), Rebolledo (La Serena), Chomalí (Concepción) y Caro (Puerto Montt).

Sin embargo estarían descartados Caro, por edad, y Ducasse por haber asumido recientemente en Antofagasta. Quedarían en la mira un moralista (Chomalí), y un canonista (Rebolledo). Tampoco se puede descartar a un biblista, como el obispo castrense Santiago Silva, quien es presidente de las Conferencia Episcopal de Chile.

Pero sea quien sea el nominado, deberá enfrentar el tema de fondo: la poca credibilidad, la falta de confianza, el descrédito y la falta de un proyecto pastoral que ilumine-anime-entusiasme-y- provoque- una reacción positiva en el pueblo de Dios.

En estos días se ha conocido la carta de Francisco a los obispos chilenos citándolos a un encuentro en el Vaticano. Desde luego no podría ser un discurso de felicitación el que los espera en Roma. Ojalá sea un “téngase presente” que aún siendo una expresión en los entreveros judiciales, podría clarificar la situación de la jerarquía de la iglesia en el país.

Por ejemplo, téngase presente que la conciencia de pertenencia a la comunidad católica en el país va en caída libre desde hace unos años; téngase presente que los escándalos de abuso clerical (de poder, de hechos sexuales, de enredos administrativos…) han minado la pertenencia eclesial de mucha gente; téngase presente que los proyectos y planificaciones pastorales tienen todavía un sesgo de autoritarismo clerical inaceptable; téngase presente que la mayoría de las comunidades cristianas son consideradas como “rebaño” y, por lo tanto, guiadas por quien lleva la campanilla que indica los derroteros por donde se debe pastar.

Falta el pastor. Sobran los lebreles.

Finalmente, téngase presente que las crisis son la ocasión para enmendar rumbos, para abandonar rutinas y para abrirse a nuevas posibilidades.
Ojalá sea así. Ojalá, en su expresión arábiga de buen deseo, de confianza y de seguridad.

José Agustín Cabré, Claretiano
El catalejo de Pepe
RD

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