LA CEREMONIA, PRESIDIDA POR EL PAPA, COINCIDIRÁ CON EL SÍNODO DE LOS OBISPOS
El Vaticano todavía no ha confirmado oficialmente la fecha ni el lugar
(José M. Vidal).- La canonización de Monseñor Romero será en Roma el domingo, 21 de octubre. Primero lo divulgaron los comités Oscar Romero y, ahora, una fuente todavía más cercana al Papa, el cardenal Maradiaga. A su paso por Madrid, para participar en la 47 Semana de la vida consagrada, el purpurado hondureño confirmó que "la canonización de Romero será el día 21 de octubre, en Roma, coincidiendo con el Sínodo de los Obispos".
El prelado salvadoreño será canonizado, pues, nada menos que con el Papa Pablo VI y, quizás, con algunos otros santos o santas, todavía sin especificar. Lo que sí parece confirmado es que, con este gesto de la canonización conjunta del arzobispo Romero y del Papa Montini, el Papa Francisco ha querido resaltar y unir en la misma ceremonia a dos 'abanderados' del Concilio Vaticano II.
Es una forma indirecta y clara de decir a la Iglesia que no hay marcha atrás en la aplicación a tumba abierta del Concilio y que, por lo tanto, tampoco habrá retroceso en la implementación de las reformas del Papa de la primavera. Una reformas que no tienen más hoja de ruta que el Vaticano II.
Se estuvo especulando, durante mucho tiempo, sobre el lugar más adecuado para elevar a los altares al Santo de América. Con dos posturas enfrentadas. Unos pretendían que se realizase en su patria, El Salvador, aprovechando el viaje del Papa a Panamá, para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud. De esta forma, El Salvador recibiría la visita de Francisco, esperada como un bálsamo de esperanza y de apertura de horizontes, para un país sumido en el caos de la violencia de las maras.
De hecho, el cardenal Rosa Chávez, amigo del beato Romero, pide a los salvadoreños que entiendan la canonización como acto de reconciliación para El Salvador, pese se ser éste un año electoral y a pesar de la polarización que afecta al país. Rosa Chávez viene insistiendo en que la santificación de Romero debe servir como un momento propicio para el reencuentro de sociedad salvadoreña.
Tanto es así que en el país centroamericano comenzó a circular una campaña, liderada por María López Vigil, para pedirle al Papa que canonice a Romero en Roma. Entre otras cosas, porque se teme que pudiese ser la escusa de un mayor estallido de violencia. Y tampoco quieren que la figura del arzobispo asesinado sea instrumentalizado y 'domesticado' por la derecha ultraconservadora, tanto política como religiosa.
Otros, por su parte, optaban porque la canonización se celebrase en Roma, para universalizar, más aún si cabe, la figura del beato salvadoreño, que ya es San Romero de América, pero, desde el Vaticano, puede convertirse en Sam Romero del mundo y alcanzar una talla de icono mundial de la solidaridad y del martirio.
La suerte está echada, a falta de la comunicación oficial vaticana. Además de las razones coyunturales y re resonancia mundial, parece que lo que definitivamente inclinó el fiel de la balanza a favor de Roma fue el interés del propio Papa Francisco, que quiere elevar personalmente a los altares a su 'papa preferido' y al arzobispo que tanto admira.
Cuentan en Roma que lo único que le duele al Papa es que, al canonizar a Romero en Roma, los pobres, sus amados pobres salvadoreños no podrán asistir a la ceremonia y no se descarta que el Vaticano pudiese ayudar, directa o indirectamente, a familias pobres salvadoreñas, para que puedan asistir al evento.
RD
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