Wednesday, April 11, 2012

Benedicto XVI pide que se deje entrar a Cristo en el corazón


11 de Abril, 2012. (Romereports.com) Más de 20.000 personas llenaron la plaza de San Pedro para escuchar a Benedicto XVI que hizo un alto en sus vacaciones en Castelgandolfo para presidir la primera audiencia general después de Semana Santa. El Papa reflexionó sobre la aparición de Jesús a los discípulos tras la Resurrección.

Benedicto XVI

“La situación de angustia de los discípulos cambió radicalmente con la llegada de Jesús. Él abre las puertas cerradas, se sitúa en medio de ellos y les dice: 'Paz a vosotros'. Se trata de un saludo común que todavía hoy tiene un nuevo significado. Supone un cambio en el interior; es el saludo de la Pascua, que supera todo temor de los discípulos”.


Benedicto XVI habló de la paz que Jesús llevó a los apóstoles y dijo que sólo Cristo da verdaderaesperanza al ser humano.


Benedicto XVI

“Hoy Cristo resucitado entra en nuestras casas y en nuestros corazones, aunque a veces las puertas están cerradas. Entra dando alegría y paz, vida y esperanza, dones que necesitamos para nuestro renacimiento humano y espiritual”.


El Papa explicó que en la Misa y en la lectura del Evangelio el cristiano puede encontrar a Cristo resucitado todos los días del año.


Benedicto XVI

“La escucha de la Palabra en comunión con Cristo y la fracción del pan; dos 'lugares' profundamente conectados, ya que la Palabra y la Eucaristía van de la mano tan íntimamente que no se puede entender una sin la otra: la Palabra de Dios hecha carne en el sacramento eucarístico”.


La nota de color la pusieron esta veintena de músicos vestidos con traje regional que dedicaron una pieza musical a Benedicto XVI. Tras la audiencia general, el Papa regresó en helicóptero aCastelgandolfo para continuar hasta el viernes con sus vacaciones.



Benedicto XVI: «Jesús resucitado mueve las piedras que encierran el corazón del hombre»


El Papa se dirigió a Roma desde Castel Gandolfo para la Audiencia del miércoles y dedicó su catequesis a los temas de la Pascua

ALESSANDRO SPECIALE
CIUDAD DEL VATICANO

El Papa Benedicto XVI está pasando algunos días de descanso en Castel Gandolfo, después del viaje a América Latina y el “maratón” litúrgico de laSemana Santa. Pero no quiso dejar de asisitir a la cita de todos los miércoles con los fieles para la audiencia genreal.

Llegó en helicóptero de la villa pontificia de Castel Gandolfo y se encontró, a pesar de los nubarrones que se ciernen sobre Roma, a alrededor de 25 milfieles, entre los que destacan 6 mil chicos que llegaron de Milán para la profesión de fe.

El Pontífice se detuvo a reflexionar sobre el significado cristiano de la Pascua apenas transcurrida, sobre todo sobre el efecto que tuvieron la muerte y la Resurrección de Jesús en la primera comunidad de los apóstoles.

Cuando Jesús resucitó, recordó Benedicto XVI, el Cenáculo en donde se refugiaron los apóstoles se volvió una habitación llena de miedo y de angustia: «el temor oprime al corazón e impide el encuentro con los demás, el encuentro con la vida –afirmó. El Maestro ya no está. El recuerdo de su Pasión alimenta la incertidumbre».

Es por ello que Jesús eligió, antes que nada, aparecerse ante sus discípulos “a puertas cerradas”, pronunciando una frase que, para el Papa, no es solo un saludo: «La paz esté con ustedes...» Es el saludo pascual, que permite que los discípulos «superen cualquier miedo».

Esta paz, explicó Ratzinger, es «un don, el don que el Resucitado quiere hacer a sus amigos, y es , al mismo tiempo, una entrega: esta paz, adquirida por Cristo con su sangre, es para ellos, pero también para todos, y los discípulos deberán llevarla a todo el mundo»; esta novedad, de una vida que no muere, inaugurada por la Pascua, debe ser anunciada a fin de que «la espina del pecado que hiere el corazón del hombre deje su lugar a la Gracia que germina».

También ahora, prosiguió el Pontífice, cuando el Resucitado trata de entrar «en nuestra casa y en nuestro corazón», encuentra a veces las puertas «cerradas». Sin embargo, subrayó el Papa, entra de todas formas, «ofreciendo alegría y paz, vida y esperanza, dones que necesitamos para nuestro renacer humano y espiritual. Dejemos que Jesús resucitado venga a nuestro encuentro. Él vive y está siempre presente, camina con nosotros para guiar nuestra vida».

«Sólo Él –prosiguió– puede mover las piedras sepulcrales que el hombre a menudo pone en sus propios sentimientos, en las propias relaciones, en los propios comportamientos, piedras que marcan la muerte: divisiones, enemistades, rencores, envidias, desconfianzas, indiferencias. Solo Él puede acabar con las divisiones, enemistades, rencores, envidias, desconfianzas, con la indiferencia. Sólo Él puede dar sentido a la existencia de quien está cansado, triste, abatido y sin esperanza».

Por ello, después de haber citado el episodio de los discípulos de Emaús, Benedicto XVI concluyó explicando lo que para él es el sentido del tiempo pascual: una «ocasión propicia para redescubrir con alegría y entusiasmo las fuentes de la fe», porque la fe en «Él transforma nuestra vida: la libra del miedo, de da una esperanza sólida, la anima con lo que da pleno sentido a la existencia: el amor de Dios».


Vatican Insider

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