Friday, April 20, 2012

Cruces negadas en Gran Bretaña

Una situación nueva con la tensión que está aumentando entre el gobierno y las Iglesias católica y anglicana

MARCO TOSATTIROMA


Parece extraordinario que en el país que cuenta precisamente con tres cruces en la propia y famosa bandera, la Union Jack (la cruz inglesa, la escocesa y la de Gales) llevar una pequeña cruz al cuello en el lugar de trabajo pueda hacer que se corra el riesgo de ser despedido. Y sin embargo es así: este es el Reino Unido del 2012. Una situación que ha provocado la dura y amarga reacción de George Carey, arzobispo emérito de Canterbury, y ahora, miembro de la Cámara de los Lores. Carey, que condujo durante muchos años la Iglesia anglicana, ha condenado sin medias tintas la "denigración" de la cual está siendo objeto el cristianismo en el país cuyo rey (o reina) tiene el estatus de jefe de la Iglesia de Inglaterra. Hasta el punto que Isabel II es según su título oficial "by the Grace of God, of the United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland and of Her other Realms and Territories Queen, Head of the CommonwealthDefender of the Faith".

Carey ha declarado, en una deposición enviada al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, que "existe un estímulo para hacer desaparecer los valores judeocristianos de la pública plaza", que algunos creyentes son tratados como "mojigatos" y que el cristianismo se encuentra bajo ataque. “En un país en el que los cristianos pueden ser despedidos porque manifiestan su fe, son denigrados por las instituciones del Estado, viven con el temor de represalias o incluso de ser arrestados por expresar sus puntos de vista, hay algo verdaderamente equivocado”. Y ha añadido: "Esto tiene que ver con la orientación moral y ética del Reino Unido. Los cristianos son excluidos de muchos sectores del empleo simplemente a causa de su fe: una fe que no es contraria al bien común".

Carey añade en su deposición, que algunas decisiones de la magistratura contra los cristianos que trataban de manifestar su fe, han privado la libertad religiosa en Gran Bretaña de "toda su sustancial eficacia”. "Está llevándose a cabo la persecución a los cristianos: a menudo acosados y calumniados como activistas homosexuales. Los cristianos están siendo empujados hacia las catacumbas. Parece claro que hay un ánimo contrario a la fe cristiana, contra los valores judeocristianos. Claramente los tribunales del Reino Unido necesitan ser aconsejados y guiados”.

Habla de ello desde Edimburgo el cardenal Keith O'Brien, un purpurado combativo y valeroso. Precisamente uniéndose a la “batalla de las cruces ”el cardenal ha recordado que una cruz para llevarla prendida en la solapa de la chaqueta cuesta menos de una libra esterlina. “Cuesta menos que un huevo de Pascua de chocolate. Espero ahora que muchas personas tomen en consideración la idea de regalar una y de llevarla con orgullo”.

Los escoceses, católicos y de confesiones protestantes diversas de la defendida por el régimen central a menudo los pasados siglos pagaron valientemente su adhesión a la fe. O'Brien sabía que estaba tocando cuerdas sensibles, cuando exhortaba a sus fieles que "llevaran con orgullo el símbolo de la cruz de Cristo sobre sus prendas todos y cada uno de los días de su vida”.
Los motivos de la doble toma de posición son evidentes. Una enfermera, Shirley Chaplin, ha interpuesto un recurso ante la Corte europea de Derechos humanos para obtener el derecho llevar la cruz al cuello cuando está trabajando. El gobierno británico contestará el recurso con el argumento de que llevar puesta una cruz "no está generalmente reconocido como un modo de practicar la fe cristiana”. Un caso análogo es el de Nadia Eweida, una empleada de British Airways, que ha padecido la discriminación en el trabajo precisamente por llevar puesta una cruz. Según un tribunal británico impedir a Eweida llevar la cruz en el cuello no es discriminatorio porque los cristianos "en general" no consideran que llevar una cruz sea una obligación fundamental de su fe. Estos dos casos han sido la continuación de otros por todo el país que no han llegado al Tribunal Europeo. Pero han hecho que el cardenal O'Brien afirme: "Tengo que hacer oír mi preocupación por la creciente marginalización de la religión, y en particular del cristianismo, que está teniendo lugar en algunos sectores de la sociedad”.

Vatican Insider

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