Un telediario italiano reveló una entrevista con el cardenal de Múnich poco antes del cónclave de 1978: «Es necesario insistir sobre la marca local del cargo papal»
ANDREA TORNIELLICIUDAD DEL VATICANO
«No estaría a favor de un Papa no italiano…». La entrevista fue registrada en junio de 1978, poco antes de la muerte de Paolo VI y del Cónclave que, el 26 de agosto, habría elegido a Juan Pablo I. Respondía un cardenal alemán (de 51 años) que hacía un año había llegado a la diócesis de Múnich; se llamaba Jospeh Ratzinger. El video fue desempolvado por un noticiero italiano (Tg2 Dossier) y será transmitido el próximo sábado 14 de abril a las 23.30 durante un programa dedicado al Papa, en ocasión de su cumpleaños número 85, a cargo de Enzo Romeo y que se llama “Benedetto si racconta”.
El entrevistador había preguntado al entonces cardenal Ratzinger: «Considerando el futuro, ¿usted piensa que podría ser elegido un Pontífice no italiano?». El entrevistado no excluyó esta posibilidad, que, por lo demás, se habría verificado pocos meses después, tras la enigmática muerte del Papa Luciani, pero indicó que prefería la hipótesis italiana: «Digamos que –afirmó– podría suceder. En el pasado ha sucedido. Personalmente no estaría a favor, por dos motivos. En primer lugar, hay que recordar que el Papa es el obispo de Roma. Él no cubre solo un puesto por encima de otros puestos, sino que es el obispo de una Iglesia local, en este caso la de Roma. Como obispo de Roma es, contemporáneamente, responsable de la Iglesia en el mundo. Según mi opinión es necesario insistir sobre esta marca local del cargo papal. Es decir: él es, antes que nada, obispo de una ciudad, y hay que insistir en ello».
En 1978, para Ratzinger, la elección consecuente era la de la «marca local»: el papa «tendría que provenir del contexto, en el que se inserta esta Iglesia local, por lo tanto tendría que ser un italiano». Una indicación motivada, entonces, por el carácter poco destacado de Italia en un escenario geopolítico mundial: «Creo que actualmente, considerando los sentimientos nacionalistas que siguen existiendo en la humanidad y entre los cristianos, lo más neutral sería permanecer en la tradición de los siglos pasados y, por ende, elegir a un Papa que provenga de este país, para que, respetando las tradiciones, no confiera a su cargo un carácter político o nacionalista».
Hay que recordar que estas afirmaciones de Ratzinger fueron pronunciadas poco antes del Cónclave que elegiría a un italiano. Pero Albino Luciani murió sorpresivamente, tras solo 33 días. Las semanas que siguieron, el mismo cardenal de Múnich que había expresado sus opiniones a favor de un candidato italiano, se encontraría entre los cardenales electores del primer obispo de Roma originario de Polonia. El hecho de ser polaco habría sido determinante durante el Pontificado de Juan Pablo II: la experiencia bajo el régimen comunista sería de hecho una clave de lectura para la situación del catolicismo en otros continentes. Después de Wojtyla, sorpresivamente para muchos observadores y analistas, habría llegado el turno justamente a aquel cardenal bávaro, de edad avanzada, para recibir la herencia del Pontificado y continuando con la serie de los sucesores de Pedro no italianos.
¿Qué valor pueden tener las palabras de Ratzinger que transmitirá el Tg2 Dossier en nuestros días? Las consideraciones sobre la nacionalidad parecen superadas y anacrónicas, después de la internacionalización de la Curia y 34 años de Pontífices no italianos: cuando Benedicto XVI fue elegido, hace siete años, nadie se planteó el problema de que no fuera italiano, como si la cuestión ya no fuera importante. En cambio, parece muy actual el hecho de insistir en la «marca local» del papado: recordar el vínculo irrenunciable con la ciudad y con la diócesis de Roma; el hecho de entender que el Pontífice es tal porque es el obispo de Roma y no al contrario, permite entender que el Papa no puede ser comparado con el presidente de una multinacional o con un monarca absoluto que gobierna a sus fieles. Pero en tiempos «glocal», cuando se conjugan la globalización y el localismo, incluso un Papa originario de los Estados Unidos, Brasil, Filipinas o el Congo puede ser con todas las de la ley “romano”.
Vatican Insider
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