Desde Castel Gandolfo, en donde está transcurriendo unos días de reposo, el Papa elogió el genio femenino
GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO
Benedicto XVI elogió el genio femenino, el papel de la mujer es fundamental en la comunidad cristiana. Acogido por el afecto de los muchos fieles que le recibieron, el Papa habló desde Castel Gandolfo, en donde se encuentra para pasar unos días de descanso hasta el próximo viernes por la tarde (con un pequeño paréntesis el miércoles, cuando se dirigirá al Vaticano para la audiencia general en la Plaza San Pedro).
En el día del lunes del Ángel, el Papa eligió concentrar su reflexión sobre la figura femenina. Los Evangelios dan a las mujeres justamente la tarea de atestiguar la Resurrección, un evento «misterioso -afirmó Benedicto XVI- no en el sentido de menos real, sino de escondido, más allá del alcance de nuestro conocimiento». Un evento que «transformó la historia y que da sentido a la existencia de todos los hombres». «En ese tiempo, en Israel, el testimonio de las mujeres no podía tener valor oficial, jurídico», explicó Ratzinger. Sin embargo, los Evangelios otorgan esta tarea a las mujeres, porque «las mujeres vivieron una experiencia de vínculo especial con el Señor, que es fundamental para la vida concreta de la comunidad cristiana, y esto siempre, en cualquier época, no solo al inicio del camino de la Iglesia».
La marca de la carta apostólica “Mulieris dignitatem” se nota en el llamado de Benedicto XVI para resaltar, incluso en cargos de responsabilidad en la Iglesia, el papel de la mujer. Y también el eco de las conversaciones informales con una defensora del feminismo. En el profético documento wojtyliano confluyeron la sensibilidad teológica de su entonces estrecho colaborador (Joseph Ratzinger) y, circunstancia menos conocida, una serie de encuentros que tuvieron lugar entre 1987 y 1988 con personalidades de la cultura femenina, en particular con Maria Antonietta Macciocchi.
«El acontecimiento de la resurrección -explicó el Pontífice- en cuanto tal no es descrito por los Evangelistas: éste permanece misterioso, no en el sentido de ser menos real, sino de escondido, más allá de la capacidad de nuestro conocimiento: como una luz tan deslumbrante que no se puede observar con los ojos, de lo contrario los enceguecería. Las narraciones comienzan, en cambio, desde que, en el alba del día después del sábado, las mujeres fueron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío. San Mateo también habla de un terremoto y de un ángel resplandeciente que hizo rodar la gran piedra tumbal y se sentó encima de ella (Cfr. Mt 28, 2). Recibido del ángel el anuncio de la resurrección, las mujeres, llenas de temor y de alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos, y precisamente en aquel momento encontraron a Jesús, se postraron a sus pies y lo adoraron; y él les dijo a ellas: “No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán” (Mt 28, 10).
En todos los Evangelios, las mujeres tienen un gran espacio en los relatos de las apariciones de Jesús resucitado, como también, por otra parte, en los de la pasión y de la muerte de Jesús. En aquellos tiempos, en Israel, el testimonio de las mujeres no podía tener valor oficial, jurídico, pero las mujeres han vivido una experiencia de relación especial con el Señor, que es fundamental para la vida concreta de la comunidad cristiana, y esto siempre, en toda época, no sólo al inicio del camino de la Iglesia. Modelo sublime y ejemplar de esta relación con Jesús, de modo particular en su Misterio pascual, es naturalmente María, la Madre del Señor. Precisamente a través de las experiencia transformadora de la Pascua de su Hijo, la Virgen María llega a ser también Madre de la Iglesia, es decir de cada uno de los creyentes y de la entera comunidad. A Ella nos dirigimos ahora invocándola cual “Regina Caeli”, con la oración que la tradición nos hace rezar en lugar del ángelus durante todo el tiempo pascual. Que María nos obtenga experimentar la presencia viva del Señor resucitado, fuente de esperanza y de paz».
Después de rezar la antífona mariana típica de este tiempo pascual a la Madre de Dios, el “Regina Coeli”, el Papa saludó en diversas lenguas a los numerosos grupos de fieles y peregrinos reunidos en la pequeña localidad lacial de Castel Gandolfo.
Vatican insider
No comments:
Post a Comment