"El bolsillo es un tema tabú"
"Hay que dar hasta que duela, no de las sobras"
Todos y todas somos muy de izquierdas mientras no nos toquen el bolsillo. Ser de izquierdas es ser solidario con las personas empobrecidas. Es tomarse en serio lo que llamamos "opción por los pobres". Jon Sobrino decía: "No hay opción por los pobres sin decisión a defenderlos. Y por lo tanto, sin una decisión a introducirse en el conflicto histórico. Esto no suele ser muy tenido en cuenta. Ni siquiera teóricamente. Pero, digámoslo una vez más: no hay opción por los pobres sin arriesgar". Hasta aquí Jon Sobrino.
No cabe duda que la decisión personal y comunitaria de la gente de base es la defensa de las personas empobrecidas. Los defendemos cuando vamos a las mareas blanca y verde, Denunciamos el silencio de la jerarquía ante el drama de los refugiados. Hacemos declaraciones en contra de las desigualdades sociales. Estamos de acuerdo con los partidos más radicales. La mayoría somos antisistema. Escribimos cosas contra el capitalismo. Más todavía, participamos en comprometidas Eucaristías, asistimos a foros sociales, hacemos reflexiones profundas sobre la justicia, buscamos un conocimiento más profundo de los Evangelios, defendemos los Derechos humanos, estamos por una Ecología radical, y mucha solidaridad con América Latina. Todas esas cosas son buenas, necesarias para mantener la tensión de la fe, pero insuficientes, si no llegamos al bolsillo.
¿Qué más podemos hacer? La exigencia fundamental es una exigencia de justicia social, lo mismo para creyentes que para los no creyentes. El punto decisivo, lo mismo para unos que para otros, es el de la propiedad, el del dinero. El problema es el bolsillo.
Nos podíamos preguntar, si queremos ser coherentes con la opción por las personas empobrecidas. ¿Qué es lo que arriesgamos los creyentes de izquierdas? Mientras no nos toquen el bolsillo somos un ejemplo de compromiso sociopolítico. Repito, el punto clave de la ética y de la fe en Jesús es el bolsillo, no solo las tertulias cristianas, la celebración de la eucaristía o las clases de Biblia, y los compromisos sociales, todo eso también es muy conveniente, es necesario, pero no es suficiente.
Jesús dijo claramente, (¿de forma simplista?) "No podéis servir a Dios y al dinero". "Si quieres ser perfecta, vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme". Darlo a los pobres, dice Jesús, no a la familia o a los amigos y amigas. Servir al dinero es lo que hacen muchos que se identifican con los objetivos del capitalismo liberal, propio de la derecha, como es el deseo de acumular beneficios, no de repartir o de compartir. El dar de comer al hambriento no es sólo un imperativo ético de justicia distributiva, sino que al mismo tiempo, para los creyentes, es una exigencia de fe. Es un postulado evangélico que se preocupa de los últimos. No se puede servir a Dios y al dinero, a la propiedad. Nosotros y nosotras vivimos muy bien, muy cómodamente, pero hay muchísimos millones de personas que no viven, que se mueren cada día de hambre o de miseria o todo junto, o que se van muriendo lentamente. Tenemos de todo, no nos falta de nada, y la mayoría de los Seres Humanos apenas tienen lo necesario para vivir.
En un cartel de la comunidad de Sto Tomás de Aquino, de Madrid, ejemplar en muchos aspectos, dice lo siguiente: "no os canséis de dar, pero no deis de las sobras, dad hasta sentirlo, dar hasta que duela". Dar de lo que tenemos en la cuenta corriente, dar de la pensión, de lo que tenemos, si es mucho, mucho, si es poco, poco. Pero, siempre dar. Si en el 31 de diciembre tengo más dinero en mi cuenta corriente, que en enero de ese mismo año, se puede decir que me he enriquecido, pero no he compartido nada. Es complicado crecer económicamente y al mismo tiempo ser solidario de verdad con las personas empobrecidas.
RD
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