Wednesday, June 29, 2016

Finalizamos el encuentro de hoy con una meditación de Carlos Vallés sj. Ranas y príncipes




Ranas y príncipes

“Nacemos príncipes,
Y la civilización nos hace ranas.” 
(Eric Berne)

El cuento de hadas en versión moderna. Somos príncipes por nacimiento, por sangre, por herencia, por naturaleza. Somos libres para pensar y valientes para amar, somos espontáneos, traviesos, alegres como los hijos del rey que retozan por las salas de palacio haciendo resonar las bóvedas solemnes con los aullidos de la infancia. El palacio es nuestro y la creación es nuestra como hijos del Padre que todo lo ha hecho. Somos cada uno distinto con el toque de artista que nos dio la vida en expresión irrepetible de la faceta suya que Dios encarnó en cada uno. Príncipes y princesas del reino que se abre a la eternidad.

Pero la maldición del hada envidiosa nos convierte en ranas. La maldición es la civilización. La etiqueta, la burocracia, la informática. El modelo, la expectativa y el trámite. La cola de rigor en la ventanilla de turno. Los impresos y el sello y la póliza. Todos acabamos siendo una carpeta en un archivo, un disquete en un ordenador. Sigue la moda y obedece a la multitud. Haz lo que todos hacen y habla como todos hablan. Todos igualitos. Todos como rana de charca; verdes y con ojos saltones y voz desafinada. De charco en charco y de noche en noche. Cuá, cuá, cuá. Alcurnia real convertida en serenata húmeda. Herencia perdida.

¿Quién será el hada buena que nos devuelva nuestro rostro? ¿Con qué varita mágica nos tocará para que recobremos nuestro ser? ¿Qué encantamiento pronunciará para deshacer el hechizo que nos aprisiona?

No vamos a esperar a que nos toque el turno en las mil y una noches. El despertar nace de dentro. Nos vibra la conciencia y nos bulle la sangre. Nos sabemos distintos y no queremos permanecer en la rutina. Salgámonos de ella. Una noche estrellada en el silencio de los sueños y el secreto de las sombras, recobremos nuestra forma y reclamemos nuestra independencia. No hacen falta revoluciones ni proclamas. Basta con erguirse y sonreír. Sabemos el misterio. Volvemos a ser príncipes. Nos atrevemos a ser distintos, a decir lo que sentimos, a sentir lo que vivimos, a vivir lo que somos. Nos atrevemos a pensar. Nos salimos del molde. Nos saltamos la cuadrícula. Nos escapamos del rodillo. Seremos siempre respetuosos con la sociedad en que vivimos y las personas con quienes tratamos, pero seremos libres, originales, creativos. Seremos príncipes de sangre real, profetas de imaginación, artistas de conducta. Seremos el toque de color en la sociedad computerizada. El ser nosotros mismos en la plenitud de nuestra persona y la ilusión de nuestro vivir es el mejor servicio que podemos hacer a una sociedad uniformada. Esa es la verdadera civilización.

Carlos Vallés sj

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