Sunday, May 05, 2019

RECONOCER A JESÚS por Vicente Martínez

reconocer jesus

La vida no es fácil, pero hay un motor llamado corazón, un seguro llamado fe, y un conductor llamado Dios.
5 de mayo. Domingo III de Pascua
Jn 21, 1-9
El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
Jacques Leclercq señala en El problema de la fe“La conversión es un encuentro con Cristo; encuentro personal con la persona viva de Cristo, es una auténtica experiencia vital. Si Cristo es lo que dice ser, no hay más remedio que seguirle, y no hay cosa alguna fuera de ésta, que pueda interesarnos. Así, pues, la fe cristiana es un contacto de hombre a hombre, de creyente a Salvador. Se presenta como un estado de confianza en una persona determinada”.
A lo que José A. Pagola añade que “Para los cristianoses vital reconocer y confesar cada vez con más hondura el misterio de Jesús el Cristo. Si ignora a Cristo, la Iglesia vive ignorándose a sí misma. Si no le conoce, no puede conocer lo más esencial y decisivo de su tarea y misión. Pero para conocer y confesar a Jesucristo, no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Es necesario seguirlo de cerca y colaborar con él día a día. Esta es la principal tarea que debemos promover en los grupos y comunidades cristianas”.
Los textos de la Biblia son muy sugerentes al respecto. Citaremos algunos de los más significativos:
“Por tanto, digo: El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!” (Lamentaciones 3, 24)
“Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios” (1 Juan 4, 15)
“Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo. En esta escritura podemos ver como Natanael reconoce a Jesús al decirle “tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1, 48-51).
“Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan” (Lucas, 24, 29-35).
Esta escritura es un fragmento del pasaje “El camino a Emaús” que nos narra el capítulo 24 del evangelio según San Lucas, para poder entender esta escritura veremos el contexto de estos acontecimientos. Necesitamos que el Señor abra nuestros ojos (sentidos espirituales) para poder reconocerle, así como estos discípulos, que pasaron de la tristeza y la desesperanza a tener una pasión por Jesús. Esto lo demuestran los discípulos al decir “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” Lo interesante es que cuando reconocen a Jesús se levantan y vuelven a reunirse con el grupo.
Pedro, que tenía una fe profunda en Jesús, se arroja al agua sin dudarlo. Una manera de seguirle muy propia de este apóstol profundamente testarudo.
Rabindranath Tagore cantó el episodio de este modo en el poema:
CAMINO DE EMAÚS
Soy como un jirón de una nube de otoño, que vaga inútilmente por el cielo.
¡Sol mío, glorioso eternamente; aún tu rayo no me ha evaporado, aún no me has hecho uno con tu luz! y paso mis meses y mis años alejado de ti.
Si éste es tu deseo y tu diversión, ten mi vanidad veleidosa, píntala de colores, dórala de oro, échala sobre el caprichoso viento, tiéndela en cambiadas maravillas.
Y cuando te guste dejar tu juego, con la noche, me derretiré, me desvaneceré en la oscuridad; o quizás, en una sonrisa de la mañana blanca, en una frescura de pureza transparente.

Me has hecho conocer a amigos que no conocía, me has hecho sentar en casas que no eran la mía. me has llevado cerca del lejano y convertido al extraño en un hermano.
Cuando uno te conoce ninguno es extranjero, ninguna puerta está cerrada.
Escucha mi oración: que nunca pierda la caricia del uno en el juego de los muchos.

Vicente Martínez
Fe Adulta

No comments: