Tuesday, July 27, 2021

Fernando Karadima: un símbolo del abuso sexual eclesiástico y la impunidad


El exsacerdote, que falleció este lunes, cometió diversos abusos sexuales que fueron acreditados tanto por la Iglesia Católica como por la justicia chilena. Sin embargo, no fue ningún día en la cárcel y pasó sus últimos años en un hogar de ancianos perteneciente a religiosas.

El año 2010 de la mano de Fernando Karadima la Iglesia Católica comenzó una caída sin fin. El destape de abusos sexuales cometidos por el sacerdote contra adolescentes dio pasó a una profunda crisis que fue creciendo con el paso de los meses al ir manifestándose acciones de poca colaboración, o incluso encubrimiento, por parte de los sacerdotes ante diversos delitos al interior de la institución religiosa.

El caso salió a la luz cuando en 2010 Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton denunciaron haber sido abusados por Fernando Karadima cuando era párroco en la Parroquia de El Bosque en Providencia y las víctimas eran fieles y constantes participantes de las actividades católicas.

En su rol de guía espiritual, Karadima inició una siniestra espiral de abuso de poder sobre sus víctimas que derivó en abuso sexual reiterado, utilizando el conocimiento que tenía sobre la vida de sus fieles para hostigarlos e impedir que lo denunciaran.

James Hamilton

El 16 de enero de 2011 el Vaticano lo declaró culpable de abusos sexuales contra menores de edad con violencia y también por abuso de potestad eclesiástica. Como castigo fue sentenciado a vivir una vida de oración y penitencia.

Sin embargo, el año 2018, por decisión del Papa Francisco, Fernando Karadima fue expulsado de la Iglesia Católica.

En lo que refiere a la justicia penal, el exsacerdote no tuvo ninguna condena que cumplir, es decir, no pasó ningún día en la cárcel, dado que si bien se acreditó la ocurrencia de los delitos, estos ya habían prescrito.

Este lunes se informó el fallecimiento del exsacerdote, quien murió dejando una crisis aún sin resolver en la Iglesia chilena.

“Ha muerto un demonio”

Sobre Fernando Karadima no solo pesan los abusos sexuales que cometió contra adolescentes, sino también abusos de poder ejercidos sobre muchos de sus fieles, aprovechándose de la posición superior que mantienen muchos sacerdotes ante sus feligreses.

A pesar que tanto la investigación eclesiástica como la judicial dieron por acreditados los delitos sexuales, del exsacerdote nunca hubo ninguna muestra de arrepentimiento o alguna petición de perdón.

Parroquia El Bosque de Providencia.

“Ha muerto a los 90 años un demonio. Él participaba dentro de la Iglesia Católica, y la Iglesia Católica cree en el mal, en el bien y en los demonios. Ha muerto un demonio, y cuando lo califico así es porque es un personaje que hizo todo lo que no tiene que hacer un sacerdote. Abusó en conciencia de su poder y sexualmente de menores, fue un depredador”, comenta Marcial Sánchez, doctor en Historia y experto en temas de la Iglesia respecto del exsacerdote.

Además, Sánchez explica que el caso Karadima fue, sin duda alguna, “un golpe muy fuerte” para la Iglesia en Chile, dado que no solo la verdad a la luz dañó su imagen, sino que permitió que se develaran una serie de otras situaciones de abuso dentro de la institución.

“Es un personaje que dañó la imagen de la Iglesia de forma muy grande, debido a que al saberse todo lo que sucedía dentro de la iglesia, con él se empezaron a abrir otros casos que tuvieron tanto o más preponderancia que el caso Karadima”, dijo.

Marcial Sánchez, historiador.

Y agregó: “Siempre cuando hay dinero en este país parece que la persona es buena y este personaje llegó a tener mucho dinero, pero las víctimas no cesaron en tocar todas las puertas y denunciarlo. Y hoy ha muerto como murió Hitler en un bunker, él solo, y así la historia lo va a dejar, solo. Ha muerto un depredador”.

Una opinión muy similar sobre quién era Fernando Karadima tiene la periodista María Olivia Mönckeberg, autora del libro Karadima, el señor de los infiernos.

“Puede ser un poco duro hablarlo el día que se muere, pero con un personaje así yo no me arrepiento del título del libro porque con todo lo que investigué y lo que supe, y con lo que sigo sabiendo, era un personaje muy siniestro, que basaba su poder en hacer obedecer”, expresa.

“Hay algo que se ha dicho poco, lo que más se resalta es el abuso sexual, físico, pero hay algo de este abusador y de muchos de los abusos que se han perpetrado en la Iglesia católica, también en otras probablemente, que es ese abuso de consciencia, esa dominación que ejercía sobre las personas que lo rodeaban, sobre jóvenes en este caso”, añade Mönckeberg.

La Premio Nacional de Periodismo 2009 comenta además que la investigación sobre Fernando Karadima ha sido una de las más desgastantes emocionalmente para ella por la crudeza de los hechos sucedidos.

Asimismo, recuerda que dentro de su investigación un psiquiatra analizó el caso y señaló que incluso lo que pasaba en la Parroquia de El Bosque podía ser homologado con lo que ocurrió en Colonia Dignidad: “Son situaciones comparables porque era una mentalidad muy perversa, a la vez actuaba como secta dentro de la Parroquia de El Bosque”, dice la académica de la Universidad de Chile.

María Olivia Mönckeberg.

El rol del clero chileno

A pesar de que como en todo ámbito no se puede generalizar, en el caso Karadima existió por cierta parte del clero, especialmente por parte de algunos obispos, un apoyo y defensa importante hacia él, aún cuando ya eran de conocimiento público los abusos sexuales cometidos.

Los obispos Andrés Arteaga, Juan Barros y Tomislav Koljatic fueron parte de las personas sindicadas como encubridoras de los abusos de Fernando Karadima, o de al menos haber sido testigos de acciones impropias sin siquiera poner en duda las conductas del párroco de El Bosque.

Según comenta Marcial Sánchez, “a 11 años mirando esto, obviamente la Iglesia ha cambiado. Ha cambiado desde el propio Vaticano, hoy el Papa Francisco no tiene problema en enfrentar temas de abusos, le costó entenderlo, claro, y más en el caso chileno”.

El historiador explica que la acción llevada adelante por el Papa Francisco en 2018 da cuenta de la nueva actitud: “El Papa llama a los obispos y les dice ‘en Chile hay abusos de conciencia, de poder y abusos sexuales dentro de la iglesia y ustedes fueron causantes de la situación, porque han sido encubridores, más aún han quemado papales’, les dice. ¿Eso qué significa? Significa que efectivamente la Iglesia Católica por dentro se estaba pudriendo, se estaban escondiendo casos como estos, y cuando lo digo es porque ha sido así, lo ha estado demostrando la justicia chilena y también la justicia eclesiástica”.

Para la Premio Nacional de Periodismo María Olivia Mönckeberg, la figura dominante y enaltecida de Fernando Karadima es lo que estaba en la base de la ausencia de denuncias por parte de quienes lo rodeaban y veían sus conductas.

“Pareciera ser que durante mucho tiempo no se sabía más allá, o lo encontraban algo natural de un trato de Karadima con los jóvenes que lo rodeaban, pero cuando comienzan las primeras denuncias de ninguna manera hubo una actitud eficaz de ver lo que ocurría y de ponerse alerta por parte de la Iglesia en un primer momento. La madre de James Hamilton, Consuelo Sánchez, me contó de cuando ella fue a hablar con el cardenal Errázuriz, y él no pescaba, no atendía las denuncias. Y tampoco después Ezzati se preocupó de que realmente hubiera un reconocimiento de los horrores que ahí habían pasado”.

“Yo creo que ha habido encubrimiento de la Iglesia Católica en este y otros casos. Uno empieza a darse cuenta de que el asunto es más sistémico, ocurría que o tapaban cosas o no daban importancia (…) Era para muchos entre comillas un personaje maravilloso que lograba conquistar a jóvenes para entrar al sacerdocio, quizás por eso preferían no indagar, no cuestionar, no tomar en cuenta las denuncias”, asevera.

En esa línea, para la periodista de investigación es importante considerar cuál ha sido la actitud preponderante de la Iglesia en este caso, considerando que Fernando Karadima contó con fieles, entre ellos sacerdotes, que lo apoyaron hasta el final.

“No ha habido por parte de la jerarquía católica un reconocimiento a todo lo horrible que fue esta situación, sino que se ha tratado de decir ‘bueno ya, lo castigaron desde el Vaticano, dejó de ser sacerdote’, pero quedó en una casa de reposo. Y todavía hay algunos adeptos a él que seguían en su entorno, entiendo yo, hasta ahora. Y lo complicado, y que es tarea investigativa, es saber qué ha sido de los que quedaron y que no han abierto los ojos, qué ha sido de los que quedaron con el estilo Karadima, que los hubo”, concluye la periodista.

Andrea Bustos
Radio Universidad de Chile

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