A finales del siglo XV un grupo de artistas comenzó inspirarse en las curiosas pinturas decorativas que encontraron en unas grutas cerca del Coliseo.
Eran variadas y singulares: representaciones naturalistas, geométricas o incluso de figuras fantásticas; medio hombre y medio animal.
De ahí nació el llamado “arte grotesco” del Renacimiento.
Parecían grutas, pero en realidad no lo eran. Eran las aberturas que había en el techo de un colosal palacio, y no uno cualquiera. Se trataba de la Domus Aurea de Nerón.
Este era su verdadero aspecto en el siglo I d.C. El problema fue que tras la muerte de Nerón, sus sucesores practicaron la llamada “Damnatio memoriae”.
El palacio quedó despojado de sus mármoles y esculturas, que se utilizaron para construir otros edificios. Y Trajano dio un paso más: hizo enterrar la Domus Aurea para construir encima unas termas. Eso permitió conservar lo único que quedaba: sus pinturas.
Con el tiempo, el palacio imperial fue redescubierto y ahora, se ha organizado esta exposición para mostrar lo mucho que influyó en el Renacimiento y en el mundo entero.
Por ejemplo, México, en el exconvento de San Miguel Arcángel, en Ixmiquilpán, hay elementos decorativos muy similares.
Y acercándose a paredes como esta se puede ver cómo los artistas renacentistas adaptaron los dibujos de la época romana.
Se trata de una muestra organizada por los 500 años de la muerte de Rafael, pero que a causa de la pandemia se podrá contemplar durante todo el año. Es un modo de descubrir las curiosas historias que hay detrás de los grandes artistas del Renacimiento.
Javier Romero
VM
Rome Reports
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