Elaborada por el teólogo Luis Santamaría del Río, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), la investigación se concluyó en 2018, aunque hasta la publicación en este número de Vida Nueva solo habían podido conocer su contenido los participantes en los cursos sobre Exorcismos y la oración de liberación que, cada año, organiza en Roma el Instituto Sacerdos del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (APRA) y el Grupo de Investigación e Información Sociorreligiosa (GRIS, por sus siglas en italiano).
Tras contactar con todas las diócesis españolas, incluido el Arzobispado Castrense, y aunque diez no le dieron una respuesta clara, Santamaría confirmó que 26 de ellas contaban con un exorcista nombrado por escrito por su obispo. Se trata del 38% del total, un porcentaje más alto que el del anterior sondeo conocido. Fue publicado en 2011 como apéndice a la tesina de licenciatura en Teología del sacerdote madrileño Antonio Doñoro, y mostraba que, en aquel año, el 26% de las diócesis del país tenía un exorcista. El crecimiento experimentado entre 2011 y 2018 ha continuado en los últimos tres años, según las estimaciones de Santamaría.
Normalizar la situación
“La situación está mejorando y se va normalizando en todas las diócesis. Cada vez hay más exorcistas en España, porque los obispos han tomado conciencia de la necesidad de contar con sacerdotes formados y con sensibilidad para acoger a las personas que precisan de un exorcismo”, explica a esta revista el experto de la RIES. El crecimiento de la práctica de estos ritos en nuestro país se enmarca dentro de un aumento generalizado a nivel global en la Iglesia católica, según confirmaron los exorcistas participantes en el último seminario celebrado en el APRA a finales del pasado mes de octubre.
Según los datos recopilados por Santamaría, en 2018 había 37 sacerdotes exorcistas en España, de los que varios de ellos pertenecían a la misma diócesis. La investigación también confirmó que, al menos, un obispo realizaba exorcismos. Recientemente, salió a la luz que Xavier Novell, que dejó el cargo de obispo de Solsona tras enamorarse de una mujer, llevaba años ejerciendo como exorcista de su diócesis ante la falta de una persona preparada para desempeñar este ministerio.
No en vano, la Iglesia católica considera que el primer exorcista de un territorio debe ser su pastor, aunque, desde la promulgación del Rituale Romanum en 1614, esta tarea recae habitualmente en sacerdotes con formación y sensibilidad para desarrollarla.
El mismo sacerdote
La citada investigación revela que había cuatro diócesis españolas en 2018 que acababan de quedarse sin exorcista y estaban en proceso de nombramiento, y otras cuatro en las que se designaba uno cuando era necesario, siendo elegido habitualmente el mismo sacerdote. En los 23 territorios eclesiásticos donde no había un exorcista, sí que estaba prevista al menos una praxis de acogida y discernimiento para los fieles que presentaban un posible caso de posesión demoníaca.
Normalmente, es el vicario general, el canónico penitenciario o el propio obispo quien recibe a estas personas, valora cada caso y propone el tipo de acompañamiento. Cuando hay certeza de que hace falta un exorcismo, se remite a una diócesis cercana que cuente con este ministerio. Resulta ilustrativo el testimonio recogido por Santamaría de un obispo que, como el resto de eclesiásticos citados en la investigación, exigió el anonimato: “Cuando me llega algún caso, lo remito al psiquiatra (hombre de fe y gran profesional) con la pregunta de si el caso tiene alguna explicación y tratamiento médico. Si él lo ve oportuno, entonces nombro exorcista ad casum a un sacerdote (siempre el mismo) y, de acuerdo con el párroco, se procede al exorcismo en presencia del párroco, de los padres (si es menor), de un médico y de, al menos, dos testigos”.
El informe sobre la situación de los exorcistas en España cuenta con el testimonio de 16 de ellos con nombramiento estable, que respondieron a un cuestionario por correo electrónico o por teléfono. Con edades comprendidas entre los 39 y los 88 años, la mayoría compagina este ministerio con otras tareas pastorales, siendo algunos canónigos penitenciarios de sus respectivas catedrales.
Vida Nueva
No comments:
Post a Comment