El sábado 27 de noviembre tuvo lugar (presencial y online) un retiro de Adviento. María será el hilo conductor. En ella podemos ver reflejadas muchas de nuestras búsquedas, anhelos, miedos, heridas y, sobre todo, esperanzas.
MARÍA, ESPEJO DE NUESTRA ESPERA
Material de apoyo
Retiro de Adviento (27/11/2011)
José María R. Olaizola, sj
PREÁMBULO. EL LABERINTO DE LOS ESPEJOS.
Hay que aprender a mirar. Y descubrirse...
El óbolo de la viuda (Lc 21, 1-4)
“Ese hombre eres tú” (Natán y David) 2 Sam 12 1,7-a
“Ese hombre eres tú” (Natán y David) 2 Sam 12 1,7-a
“Ahora vemos como enigmas en un espejo, entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco a medias, entonces conoceré tan bien como soy
conocido” (1Cor 13, 12)
ACTO PRIMERO. HÁGASE EN MÍ.
El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada
Nazaret, a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia
de David; la virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde estaba ella
y le dijo:
—Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquél. El ángel le dijo:
—No temas, María, que gozas del favor de Dios. Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin. María respondió al ángel:
—¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón? El ángel le respondió:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios. Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses. Pues nada es imposible para Dios. Respondió María:
—Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue. (Lc 1, 26-38)
—Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquél. El ángel le dijo:
—No temas, María, que gozas del favor de Dios. Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin. María respondió al ángel:
—¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón? El ángel le respondió:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios. Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses. Pues nada es imposible para Dios. Respondió María:
—Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue. (Lc 1, 26-38)
Un Dios que nos necesita.
Adviento (I)
El Hijo quiere encarnarse,
busca un vientre maternal
abierto a todo el misterio
para empezar a crecer,
busca un vientre maternal
abierto a todo el misterio
para empezar a crecer,
buscar una playa en espera
desplegada ante el mar infinito
para hacerse una ola,
busca una duda
en la cueva de una frente
para nacer en el frío,
busca una ausencia
en la oquedad de un corazón
para iniciar una historia,
busca una lágrima
rodando por la mejilla,
para encenderla por dentro,
busca una ruta clandestina
por el agua y el desierto,
para emigrar con los pobres,
busca un pueblo vacío
con rutina de muchedumbres
para encantarlo sin fin.
(Benjamín González Buelta, sj)
ACTO SEGUNDO. SERVIR
Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a
un pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando
Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre;
Isabel, llena de Espíritu Santo, exclamó con voz fuerte:
—Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para
que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a
mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre. ¡Dichosa tú que
creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció. (Lc 1, 39-45)
Ver – Querer – Concretar (tres pasos necesarios)
¿Quién me necesita? ¿Quiero ayudarle? ¿Cómo hacerlo?
ACTO TERCERO. MAGNIFICAT
María dijo: —Proclama mi alma la grandeza del Señor, mi espíritu festeja
a Dios mi salvador, porque se ha fijado en la humildad de su esclava y
en adelante me felicitarán todas las generaciones. Porque el Poderoso ha
hecho proezas, su nombre es sagrado. Su misericordia con sus fieles
continúa de generación en generación. Su poder se ejerce con su brazo,
desbarata a los soberbios en sus planes, derriba del trono a los
potentados y ensalza a los humildes, colma de bienes a los hambrientos
y despide vacíos a los ricos. Socorre a Israel, su siervo, recordando la
lealtad, prometida a nuestros antepasados, a favor de Abrahán y su
linaje por siempre. (Lc 1, 46-56)
Lógica de Dios
Donde acaba la ciudad
y empieza el miedo,
donde terminan los caminos
y empiezan las preguntas,
cerca de los pastores
y lejos de los dueños,
en el calor de María
y en el frío del invierno,
viniendo de la eternidad
y gestándose en el tiempo,
salvación poderosa para todos
en una fragilidad recién nacida,
liberador de todos los yugos
atado a un edicto del imperio,
rebajado hasta un pesebre de
animales
el que a todos nos sube hasta
los cielos,
nació el Hijo del Padre,
Jesús, el hijo de María.
Solo abajo está el Señor del
mundo
que nosotros soñamos en lo
alto.
(Benjamín G. Buelta, sj)
ACTO CUARTO. CONFLICTO
“Si te decides a seguir al Señor, prepárate para la prueba” (Eclo 2, 1)
Cuando se marcharon, un ángel del Señor se apareció en sueños a José
y le dijo: —Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y
quédate allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para
matarlo. Se levantó, todavía de noche, tomó al niño y a su madre y
partió hacia Egipto, donde residió hasta la muerte de Herodes. Así se
cumplió lo que anunció el Señor por el profeta: Llamé a mi hijo que
estaba en Egipto. Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se
enfureció mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años
en Belén y sus alrededores; según el tiempo que había averiguado por
los magos. Así se cumplió lo que anunció el profeta Jeremías: Una voz
se escucha en Ramá: llantos y sollozos copiosos, es Raquel que llora a
sus hijos y rehúsa el consuelo porque ya no viven. (Mt 2, 13-18)
ACTO QUINTO. COMUNIDAD
“Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que
dista de Jerusalén tan sólo un camino de sábado. Cuando llegaron,
subieron al piso superior donde se alojaban: Pedro y Juan, Santiago y
Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago de Alfeo,
Simón el Zelota y Judas de Santiago. Todos ellos, con algunas
mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en
la oración. “ (Hch 1, 12-15)
AMOR PASCUAL
Amor de carne y sangre,
de entrega y tiempo,
de historia y lucha.
Amor de fiesta y llanto,
de alianza eterna,
de mesa puesta,
de mano abierta
Amor que no negocia
ni escatima…
Dispuesto a partirse
para llegar a todos,
especialmente
a los desamados,
a los solos,
a los que hambrean
encuentro,
justicia
y ternura
Amor por cada ser humano,
tú conoces nuestros pies de
barro,
nuestros sueños,
nuestras metas,
nuestro pecado,
el bien que soñamos
y el que negamos...
Amor de Dios,
hecho carne
entregándote,
como palabra
última, definitiva,
como raíz que ha de llegar
a la entraña de las vidas,
para transformarlo todo.
(José M. R. Olaizola, sj)
pastoralsj
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