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Saturday, January 06, 2007
Los Reyes Magos
La Nueva España - JAVIER PIZARRO MARTÍN
El día 6 de enero se celebra tradicionalmente la fiesta llamada «de los Reyes Magos», en la cual se tiene por costumbre hacer obsequios a los familiares y también a las personas allegadas. En nuestra sociedad del consumo y del materialismo esta costumbre está lógicamente hiper-desarrollada. Sin embargo, son muy pocos los que conocen realmente quiénes eran estos enigmáticos pero entrañables personajes.
Los personajes históricos conocidos con el nombre de «Reyes Magos de Oriente» procedían de algún lugar del Lejano Oriente o de Asia Menor (seguramente de algún país donde la ciencia astronómica estuviera muy avanzada en la época, como Persia o Babilonia, aunque hay quien asegura que también podían proceder de lugares como Egipto, Sumeria, Arabía o incluso China).
No se trataba de monarcas o soberanos de ningún país, a pesar de que tradicionalmente se les haya representado ataviados a la usanza de los reyes medievales (corona, túnica, manto forrado de armiñosÉ). Pertenecían, más bien, a alguna clase social noble o aristocrática propia de sus lugares de origen y especializada en los estudios mágico-astrales. En cualquier caso, eran científicos expertos en astronomía. Incluso para algunos estudiosos se trataba de sacerdotes de Zoroastro que rendían culto al sol.
Acudieron a Belén creyendo que el fenómeno astronómico que habían descubierto en el cosmos (la llamada «Estrella de Belén»), y de acuerdo con las antiguas escrituras proféticas del pueblo judío, anunciaba la inminencia de un acontecimiento de extremada importancia en la historia de la Humanidad, y querían ser testigos del mismo. Murieron martirizados en el siglo I y sus restos fueron trasladados desde Palestina a Constantinopla y de allí a Milán.
Tertuliano, en el siglo III, los coronó como reyes. Su número es indeterminado y se han barajado varias hipótesis a lo largo de los siglos, desde tres a 12, o incluso 24. El Papa San León Magno, en el siglo V, fija su número en tres para zanjar futuras discusiones. Este número representa simbólicamente a la Santísima Trinidad y a los tres «mundos» que confluían cerca de Jerusalén: Asia (Gaspar), África (Baltasar) y Europa (Melchor). En el año 1164 el emperador Federico Barbarroja regaló sus reliquias al obispo de Colonia (Alemania), en cuya catedral reposan sus restos en la actualidad.
Durante los primeros siglos Baltasar no era representado como un hombre de raza negra, al asimilarse este color con el demonio y lo maligno.
Melchor es representado como un hombre anciano. Su ofrenda es una copa llena de incienso, como símbolo de la condición divina de Jesucristo y de la elevación de nuestras plegarias ante Él.
Gaspar, según la tradición, era rubio y lampiño, casi imberbe. Hace ofrenda de una caja llena de mirra, sustancia resinosa de origen vegetal, de color rojo brillante y transparente. Esta sustancia era muy apreciada por su agradable aroma y porque era utilizada como bálsamo para heridas. Simboliza la eternidad, la pureza y también la pasión y muerte de Cristo.
Baltasar ofrecía oro, símbolo de la luz y del poder real. Los santos padres de la Iglesia relacionan esta ofrenda con nuestras buenas obras y con el carácter mesiánico de Jesucristo.
La Iglesia católica celebra el día 6 de enero la fiesta denominada Epifanía, palabra griega que se debe traducir por «aparición», «manifestación», «darse a conocer». Lo que se quiere decir con ello es que, al ser adorado Cristo por estos personajes que eran «gentiles» (esto es, extranjeros, no pertenecientes al pueblo de Israel), se «aparece» o «manifiesta» como Mesías y Salvador no sólo para los llamados «descendientes de Abraham», sino de todos los pueblos, culturas y civilizaciones del mundo, sean o no miembros del pueblo de Israel.
La Iglesia ortodoxa oriental celebra el nacimiento de Jesucristo precisamente ese día (puesto que Cristo se «manifiesta» a los que no son judíos), y no el 25 de diciembre.
Fuente: Ecclesia Digital
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