El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, reconoce su temor a perder el control de la Iglesia Anglicana mundial, que se encuentra al borde de un cisma por el tema de la ordenación de homosexuales.
"Como humano y pecador que soy, temo que la situación termine escapándose a mi control", admite Williams en una entrevista que emite este domingo la cadena de televisión ITV y cuyo contenido adelanta el diario "The Daily Telegraph".
"Temo el cisma no porque considere que es la peor cosa que puede pasar en el mundo, sino que, en el momento presente, va a perjudicarnos. Va a causar recriminaciones y amargura", predice el arzobispo.
El mes próximo, Williams presidirá en Africa una cumbre crucial a la que asistirán los primados de las treinta y ocho iglesias o "provincias" de la comunión anglicana, que reúne a setenta millones de fieles en todo el mundo.
Williams confía aún en que pueda lograrse finalmente un compromiso que permita a conservadores y liberales coexistir relativamente en paz relativa mientras se discute un posible cisma formal.
Pero si fracasa esa estrategia, una parte de la iglesia anglicana podría separarse y constituir una entidad rival, lo que originaría fuerte divisiones en el anglicanismo de todo el mundo.
El proceso de desintegración podría acelerarse en la reunión africana si los arzobispos conservadores se niegan a negociar con la nueva cabeza de la rama liberal del anglicanismo norteamericano que precipitó la crisis al consagrar en el 2003 a un obispo declarado homosexual.
El arzobispo de Canterbury se enfrenta, por otro lado, a una crisis interna tras la revelación de que más de medio centenar de sacerdotes homosexuales de ambos sexos han contraído alianzas civiles en el Reino Unido.
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