Camino de Kumasi
Basta con aparecer en la plaza en que se amontonan decenas de autobuses para que nos rodee un enjambre de niños preguntándonos adónde queremos ir: “A Kumasi”. Saltando de alegría, nos conducen al autobús adecuado. Están contentos porque, por el hecho de haber encontrado pasajeros, recibirán del conductor una naranja o un plátano.
Nos subimos al autobús y ocupamos los asientos. En este momento puede producirse una colisión entre dos culturas, un conflicto. Esto sucederá si el pasajero es un forastero que no conoce África. Alguien así empezará a removerse en el asiento, a mirar en todas direcciones y a preguntar: "¿Cuándo arrancará el autobús?" "¿Cómo que cuándo?", le contestará, asombrado, el conductor, "cuando se reúna tanta gente que lo llene del todo".
El europeo y el africano tienen un sentido del tiempo totalmente diferente: lo perciben de maneras dispares y sus actitudes también son distintas. Los europeos están convencidos de que el tiempo funciona independientemente del hombre, de que su existencia es objetiva, en cierto modo exterior, que se halla fuera de nosotros y que sus parámetros son medibles y lineales.
Según Newton, el tiempo es absoluto: "Absoluto, real y matemático, el tiempo transcurre por sí mismo y, gracias a su naturaleza, transcurre uniforme; y no en función de alguna cosa exterior." El europeo se siente como su siervo, depende de él, es su súbdito. Para existir y funcionar, tiene que observar todas sus férreas e inexorables leyes, sus encorsetados principios y reglas. Tiene que respetar plazos, fechas, días y horas. Se mueve dentro de los engranajes del tiempo; no puede existir fuera de ellos. Y ellos le imponen su rigor, sus normas y sus exigencias.
Entre el hombre y el tiempo se produce un conflicto insalvable, conflicto que siempre acaba con la derrota del hombre: el tiempo lo aniquila.
Los africanos, perciben el tiempo de manera bien diferente. Para ellos, el tiempo es una categoría mucho más holgada, abierta, elástica y subjetiva. Es el hombre el que influye sobre la horma del tiempo, sobre su ritmo y su transcurso. El tiempo, incluso, es algo que el hombre puede crear, pues, por ejemplo, la existencia del tiempo se manifiesta a través de los acontecimientos, y el hecho de que un acontecimiento se produzca o no, no depende sino del hombre. Si dos ejércitos no libran batalla, ésta no habrá tenido lugar (es decir, el tiempo habrá dejado de manifestar su presencia, no habrá existido).
El tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre. Todo lo contrario de la manera de pensar europea.
Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: "¿Cuándo se celebrará la reunión?" La respuesta se conoce de antemano: "Cuando acuda la gente."
Ryszard Kapuściński, Ébano
Ampliando miras: EL SENTIDO DEL TIEMPO
Probablemente no lleve a ninguna parte preguntarnos si el sentido del tiempo africano es mejor o peor que el europeo. Son dos maneras diferentes de percibir y de reaccionar que expresan culturas y valores distintos.
Precisamente, en el contacto de ambas culturas las dos se benefician, siempre que el diálogo sea auténtico y no minusvalore a la otra parte. Los europeos podemos aprender mucho del sentido subjetivo del tiempo africano y liberarnos de una excesiva dependencia del reloj.
Y seguramente los africanos también pueden enriquecer su cultura con el sentido objetivo del tiempo, que trae consigo la eficiencia, racionalidad y previsión organizadora.
Gesto para hoy:
Gesto para hoy:
Intenta acercarte a ese sentido subjetivo del tiempo. Haz lo que tengas que hacer sin estar atado minuto a minuto al tiempo.
¿Podrías quitarte el reloj y pasar el día sin él?
Oración:
Oración:
Enséñanos a valorar el sentido del tiempo
que tienen nuestros hermanos africanos.
Concédenos anteponer la persona al horario,
y danos creatividad para vivir los días y las horas c
on una sensibilidad más humana y serena.
Amén.
Más información de Costa de Marfil, aquí
Fuente: Ágora Marianista
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