La cultura chaca y sus valores
Evangelizar no es enseñar una moral ni un conjunto de verdades. Es mucho más. El misionero tiene que encontrarse con lo más íntimo y profundo del pueblo al que ha sido enviado. La evangelización es una vida que se inicia en comunión de amistad. El misionero tiene que escuchar antes de hablar y, antes de dar, disponerse a recibir.
El pueblo chaca, tal y como lo encontré en el norte de Mozambique, no es un pueblo intelectual. No vive dominado por lo racional, sino que tiene una sabiduría experimen-tal, inclinado a lo funcional, a las exigencias vitales. La vida es una escuela y la experiencia una maestra. Saber no es memorizar o comprender racionalmente porque la persona no es únicamente memoria o inteligencia. Los viejos son una riqueza. Por eso se les respeta y nadie los puede despreciar. Su experiencia es la biblioteca del pueblo, el archivo de la comunidad, el granero de las familias. Es un crimen no escucharlos y quien no los respeta merece castigo.
Personas, animales y cosas son interdependientes, porque todo viene marcado con el signo de la unión con la fuerza vital. Todos los seres están penetrados por ella y se clasifican según su grado de participación en ella. Por esa razón, el pueblo chaca no se deja llevar fácilmente por las apariencias externas. Convertirse al cristianismo exigirá antes mucha observación de la vida y del testimonio de los misioneros y de los ya bautizados. El contacto, la semejanza y la imitación son reglas supremas para conocerse y comunicarse. Por eso son muy cautelosos con las máscaras, pero muy esforzados en aproximarse de las personas con experiencia.
La demostración de la existencia de Dios no está en la conclusión de un raciocinio. Es la fuerza suprema, el origen de todo; y entra en comunicación con la humanidad a través de genios, antepasados y espíritus. El pueblo chaca no tiene Biblia. Su libro sagrado es la naturaleza y la grandiosidad del firmamento. El mundo es una pluralidad de fuerzas coordenadas pero jerarquizadas según su clase. Por encima de toda fuerza está Dios. Así, dice un proverbio, "Los ríos nacen, pero Dios no". El nombre de Dios es Nluku, que significa piedra, como los enormes bloques que se levantan majestuosamente en sus llanuras. "Dios es fuerte", es una expresión que escuché muchas veces en el curso de nuestra conversación.
Nluku es fuerte o causa de fuerzas. El ser humano es una de las fuerzas contingentes, vivas, mantenidas y desarrolladas por la fuerza vital y creadora de Dios. Su gran aspiración es mantener el vigor, asegurar la vida en y después de sí mismo. De ahí, la exigencia de vivir en armonía consigo mismo, con los otros, con la comunidad y con los espíritus. El chaca tiene una estrecha relación con sus antepasados, con sus hermanos de familia, con la descendencia y hasta con su patrimonio, sus tierras, sus siembras y sus cosechas. Su fuerza vital es fuente de todo eso. Lo que disminuye o estropea su patrimonio, le afecta igualmente.
P Manuel Neves. Revista Boa Nova. Abril, 2004
Traducción del portugués de Javier González
Ampliando miras: VIVIR EN ARMONÍA CON EL UNIVERSO
A los que hemos empezado la cuaresma recordando que "somos tierra y en tierra nos convertiremos" nos vienen bien las palabras del Jefe indio Seattle en 1854: Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo lo que ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.
Gesto para hoy:
Por la mañana píntate una discreta mancha de barro (de una maceta, por ejemplo) en las muñecas y procura que dure todo el día. Cada vez que veas el barro en tus muñecas acuérdate de que eres tierra y que perteneces a la tierra.
Oración:
Bendice, Padre bueno, al pueblo Chaca, que se siente
Oración:
Bendice, Padre bueno, al pueblo Chaca, que se siente
creado, mantenido y unido por la fuerza que viene de ti.
Guía a cuantos son acogidos en su tierra para escuchar,
aprender y valorar su cultura, en comunión de amistad.
Que su ejemplo despierte en nosotros el deseo de cuidar
los vínculos y las raíces que nos sustentan.
De Ágora marianista
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