Wednesday, March 07, 2007

En el desierto: El poder

“De nuevo le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: “Todo esto te daré si postrándote me adoras”.

No seas bobo, acepta.
Cuando todo sea tuyo
podrás organizarlo bien,
podrás hacer la justicia,
podrás ordenar al rico
compartir y al violento ceder.

Podrás exigir la bondad.
Podrás instaurar tu reino, ¿o no?

El pequeño trámite,
adorar al mal, es un gesto…

El problema es que el reino
no se impone, se propone.
No se obliga,
sino que se invita a la gente a participar…
y se espera que respondan.

El problema es que
la justicia de Dios es libre,
tan libre que no se basa en el poder,
sino en la convicción
.
Y el problema es
que adorar al mal es
un comienzo demasiado malo.

Si algo sabemos de Dios
es que su evangelio no se exige,
sino que cautiva;

no nos encadena,
sino que nos emociona;
no nos ata, sino que nos libera.

¿Qué es lo que me convence a mí en la vida?
¿Qué me seduce?
¿Qué “fuerzas” me cautivan?
¿Qué tiene poder sobre mí?

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