Saturday, January 26, 2008

Congregación General 35: En la prensa


«En España era intolerante, pero Asia cambió mi forma de ver la fe»


Adolfo Nicolás, elegido hace una semana para dirigir la Compañía, descubre su personalidad afable y entusiasta en su primera aparición pública en Roma


El nuevo general jesuita, el español Adolfo Nicolás, elegido el pasado sábado, era un desconocido para los medios, pero ayer lo solucionó en media hora. Convocó a la prensa para presentarse en público, decir unas palabras y despejar dudas sobre lo que se dice de él y de la Compañía, tras la expectación de los días del 'cónclave'.


Pero al final empezó a hablar y no paró. Descubrió a una persona sencilla, afable, con sentido del humor, muy normal y extraordinariamente curiosa por el otro. Era todo un ejemplo de lo que puede suceder en la frontera, en Asia, de donde él llega, tras el contacto intenso entre el catolicismo y las religiones orientales.


Empapado de espiritualidad, hablando incluso de budismo y prácticas zen, dijo cosas muy alejadas de la rotundidad que se suele emplear en el Vaticano y otras que simplemente no se oyen. Es algo que le han dado 40 años viajando por Asia, después de nacer en un pueblo de Palencia y estudiar en Alcalá de Henares.


Tiene 71 años. «Asia me ha cambiado, espero que para bien, me ha ayudado a entender a los demás. Vi que el mundo no era como pensaba en España, en el modo de ver la fe. (...)


En España era un poco intolerante, siempre con el orden, con la religión entendida como fidelidad a una serie de prácticas religiosas. En Japón la religión es más profunda», explicó. «A ellos les escandaliza que no aceptemos la diversidad, por eso pienso que Asia puede enriquecer a la Iglesia universal». Ésta es, de un plumazo, la esencia del aire fresco que Nicolás puede aportar desde su nuevo puesto.


«No hay antítesis»


Tras 25 años de mandato de Peter Hans Kolvenbach, un periodo de 'cuarentena' tras el choque de Juan Pablo II y el general Arrupe en 1981, la llegada de Nicolás ha sido saludada con esperanza. También con las habituales menciones a las distantes relaciones entre la orden y el Vaticano, o entre él mismo y la doctrina oficial de la Iglesia, que ayer quiso desmentir antes que nada. «No es verdad que haya una antítesis entre los jesuitas y el Papa, es una tensión artificial creada fuera de nosotros», afirmó. Aunque luego añadió: «La Compañía está en comunión con el Santo Padre, si hay dificultades es porque estamos muy unidos, sólo quien se ama se hiere».

«Quien esté casado sabe de lo que hablo», añadió con una sonrisa.


Luego apuntó a la «distancia teológica» que habría entre él y Ratzinger. Según afirmó, sólo existe «en la cabeza de quien se la imagine». «Yo he crecido estudiando con Ratzinger, ya en Tokio leía sus libros, fue una novedad y una inspiración para todos nosotros entre 1964 y 1968, era un gran profesor». No obstante, también es verdad que las tesis del actual Papa evolucionaron a partir de 1968, cuando le alarmó la deriva progresista del Concilio Vaticano II.


Luego enfiló otra de las etiquetas que se han utilizado estos días: «No soy Arrupe, a quien admiro -llegó a ser su barbero en Japón- ni soy Kolvenbach, obviamente. ¿Quién soy? Veremos, estoy en camino de llegar a ser lo que Dios quiera, veré si tengo habilidad, o si puedo responder o no a lo que se espera de mí».


Y bromeo sobre las descripciones que le atribuyen un 50% de Arrupe y la otra mitad de su antecesor: «No sería una sorpresa que tuviera un 50% de Elvis Presley». Por cierto que dicen que imita muy bien a Charlot.«Sobre el futuro no puedo decir mucho», dijo. «Cuando en la sala hablan del padre general yo pienso en Kolvenbach, no pienso todavía que sea yo», explicó otra vez entre risas. La Congregación General de la orden aún sigue adelante algunas semanas y, como órgano supremo, establecerá el camino a seguir. «Yo oiré y obedeceré», apuntó.


En cuanto al primer encuentro con Benedicto XVI, dijo que será «cuando me llame». Como despedida, y adelantando que espera no tener secretos a partir de ahora, se definió como un hombre transparente, algo que aprendió de una pareja de Indonesia. «Vivían en un ambiente donde se creía en espíritus malignos y decidieron que lo mejor era la transparencia: lo malo pasa y lo bueno se comunica a los demás».


Y así, ya sin muchas dudas, quedó inaugurado el estilo de la nueva era de los jesuitas de Nicolás. «No soy Arrupe, a quien admiro, ni Kolvenbach; veremos quién soy» «No hay tensión entre los jesuitas y el Papa, pero sólo se hiere a quien se ama» «No tengo distancia teológica con él, yo crecí estudiando sus libros»


Fuente: eldiariomontanes.es

No comments: