"El que encuentra un buen amigo, ha encontrado un tesoro", dice el Eclesiástico 6,14.
Te doy gracias, oh Dios, por todos aquellos que me has dado como amigos y por todos aquellos de quienes me has hecho amigo; hombres y mujeres que, con su presencia fiel, me han hecho conocer algo de mí mismo y algo de ti.
Te doy gracias por la alegría que han proporcionado a mis días, y también por el dolor que hemos soportado juntos. Con ellos he aprendido que todo lo que comparto resulta multiplicado y que "dar" sin esperar nada a cambio se transforma en un "recibir" rebosante.
Te doy gracias por todos y cada uno de mis amigos, cada uno con su particular modo de ser luz y de amor y de esperanza en mi historia. Y quisiera pedirte por quienes no han conocido la amistad o ya no consiguen fiarse después de una experiencia de amistad traicionada. Hazte reconocer siempre a cada amigo herido tal como eres: como el Amigo. Jesús, haz resonar en el corazón de todos, aquellas palabras que dijiste un día a los discípulos: "Os he llamado amigos".
Máriam Mudarra
Soy católica y además monja, y para más detalles "contemplativa", es decir, de las que "no salen a la calle", o salen lo mínimo para hacer las gestiones necesarias que cualquier ciudadano necesita hacer en la vida social. Mi perfil personal lo defino como el de una mujer que busca, lucha y trabaja para conseguir un ideal. El mío particularmente es el del Amor, pero amor con mayúscula, amor que todo lo da y todo lo recibe; un amor que centra y configura toda la existencia de mi vida. Un amor entregado a Dios, pues fue El quien me llamó a vivir una historia de enamoramiento y total dedicación.
Del Blog Vivir contemplativamente, una forma distinta de afrontar la vida
Fuente: El Periodista Digital
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