Sunday, January 13, 2008

La Congregación General 35 en la Prensa: La justicia que brota de la fe

El lunes pasado, siete de enero de 2007, todavía con la impronta de los Magos de Oriente en el espíritu, símbolo cristiano de una evangelización universal, la Compañía de Jesús estrenaba su Congregación General XXV para elegir a su nuevo superior general, a sus más cercanos consejeros, a los representantes de los grandes grupos geográficos (llamados asistentes), y en fin, dialogar y legislar sobre la respuesta oportuna a los desafíos que la sociedad del momento presenta a su carisma ignaciano.

En Roma, junto a la sede de Pedro, al que los jesuitas están vinculados de forma específica por el cuarto voto, en todo lo relativo a las "misiones o encargos apostólicos" que el Papa decida hacerles llegar.

Parece que se prolongará unos dos meses, y se consumará con la audiencia privada en Benedicto XVI les ha concedido para el 21 de febrero, en la recta final de los trabajos enunciados.

Será el punto de llegada de un esfuerzo singular para insistir en el lema de Pedro Arrupe por excelencia: "La justicia que brota de la fe". Es decir, desarrollar el misterio de la Encarnación Pascual de Jesucristo, único Señor de la Compañía.

Dado que en listado aparte aparecen las cifras más llamativas de la asamblea jesuita y por lo tanto nosotros precisamos de las mismas, deseamos ofrecer a los lectores de Diario de Mallorca, una serie de reflexiones de fondo para situarse mejor en esta reunión que más allá de protagonismos inútiles, concierne al conjunto de la Iglesia y de la sociedad contemporánea.

Las sucesivas noticias sobre cuanto suceda en el aula de la Curia generalicia romana, será oportuno situarlas en las claves que a continuación proponemos. Como "guía de caminantes".


1. La Compañía de Jesús no es cuerpo democrático, en el sentido civil del término, en absoluto. Es una realidad vertical donde las haya, pero que, también es cierto, desarrolla todo un permanente proceso de consultas a sus bases para llegar a la decisión del superior de turno: general, provincial y local. Decir lo contrario es falsear la realidad y obligar a una interpretación equívoca de su forma de vida en la Iglesia y en la sociedad donde los jesuitas debieran estar insertados para llevar a cabo su misión donde sea más urgente y necesario.

La Congregación General, desde esta óptica, es el único momento de la estructura jesuita absolutamente democrático, porque los 218 electores determinarán, sobre todo, quién les gobernará en el futuro mediante una votación por mayoría absoluta. Un hombre, un voto. En momento alguno posterior se reproducirá este sistema. No hay que olvidarse de este detalle tan llamativo en un cuerpo verticalista donde los haya.


2. Los reunidos/electores tienen que optar por uno de los casi 20.000 jesuitas que hay en el planeta, orgánicamente representados en el aula, y procurar que reúna estas cualidades, ya especificadas por San Ignacio en las Constituciones primeras: un hombre unido con facilidad a Dios, capaz de conjugar las diferentes sensibilidades de la Compañía universal, con capacidad de gobierno pero ejerciéndolo de manera paternal, y en fin, pendiente de los deseos de la Iglesia en cada lugar pero muy en especial en cuanto expresados por el Santo Padre.

Como decía, y dice, el mismo Ignacio en los ejercicios espirituales, un hombre dominado por el dinamismo siguiente: "en todo amar y servir". Este hombre no estará al frente de una multinacional al uso, antes bien presidirá un cuerpo de compañeros de Jesús, preocupados, en último término, por "la mayor gloria de Dios" mediante la proclamación del Evangelio de su Hijo hecho carne humana, historia contingente. Pero insistimos, con sensibilidades muy diferentes, según el criterio de multiculturalidad que, al final, se une al de globalización en este instante de la sociedad. Por este hombre, que humanamente hablando tendrá un poder excepcional, los jesuitas deberán orar día tras día como dinamizador de "un cuerpo para la misión".


3. En esta situación, resulta que, por vez primera en la historia de la Compañía de Jesús, el conjunto de los representantes asiáticos, latinoamericanos y africanos (el Tercer Mundo), será superior al de los europeos, norteamericanos y canadienses (mundo desarrollado y económicamente dominante).

Enunciamos este dato porque está ahí y, como es lógico, tendrá su protagonismo en la reunión romana. Al respecto, no valen las apuestas, como tampoco valieron cuando la elección de Peter Hans Kolvenbach en 1983.

Pero muchos creyentes miran de reojo a los jesuitas reunidos precisamente por este hecho sintomático. Los próximos días responderán a esta inquietud.


4. Y en fin, siempre late la relación con la Santa Sede y el Papado, sobre todo tras el crack arrupista y los años de invierno con Kolvenbach al frente de la Compañía de Jesús, un hombre discretísimo al que todos los jesuitas rendirán pleitesía y reconocerán como excelente gestor en tiempos críticos.

Mi opinión absolutamente personal: lo mejor para la Iglesia y para el mundo contemporáneo, será un superior general que responda al conjunto de las cualidades antes mencionadas, porque si el elegido fuere así, servirá a la Iglesia y al mundo con la suficiente valentía y la debida prudencia para buscar, hallar y cumplir la voluntad de Dios evangélicamente.

Los miedos paralizan. Los riesgos producen futuro. Y Dios es futuro en plenísima explosión, como escribía el gran Theilard de Chardin.Desde aquí, prometo volver sobre la cuestión, una vez que conozcamos al nuevo superior general, para presentárselo a Uds. Mientras tanto, será excelente desear que Dios, una vez más, se abra camino entre los siempre complejísimo entresijos de la Compañía de Jesús.

Norberto Alcover
Diario de Mallorca

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