Con gran alegría de los fieles, este sábado 24 de mayo en la Catedral de Santiago, Juan Ignacio Ovalle e Iván Paz fueron ordenados sacerdotes por el Cardenal Arzobispo de Santiago, Mons. Francisco Javier Errázuriz.
“Quien es ministro de la misericordia, siempre será un artífice de la unidad del Cuerpo de Cristo”, dijo el Cardenal Francisco Javier Errázuriz durante la homilía en que fueron ordenados sacerdotes para la Iglesia de Santiago Juan Ignacio Ovalle e Iván Paz. Sus familiares y amigos, además de las comunidades de donde provienen y a las parroquias donde fueron enviados, llenaron la Catedral Metropolitana para dar gracias a Dios por la vocación de ambos. La Eucaristía estuvo concelebrada por Monseñor Andrés Arteaga, Obispo Auxiliar de Santiago; Monseñor Fernando Chomali, Obispo Auxiliar de Santiago; por Monseñor Fernando Ramos, rector del Seminario Pontificio Mayor, por los Vicarios Episcopales y numerosos sacerdotes.
“Consciente de sus propias limitaciones y faltas, le será fácil ayudar a los hermanos en las suyas y conmoverse con su dolor cuando se aparten de la comunidad. Conscientes del amor sobreabundante de Cristo, siempre querrá trasmitirlo y ayudar a todos los hermanos y hermanas a permanecer en el amor del Señor, superando todo orgullo, toda vanidad, todo rencor y todo odio. Sabedor de la acción del Espíritu, que enriquece a la Iglesia con multitud de dones y ministerios, nunca querrá oponer mirar en menos los dones y carismas recibidos por los demás, otorgados por Dios para la edificación del Cuerpo de Cristo” añadió el Arzobispo.
Ministros de reconciliación
“¡Con cuánto realismo y con qué espíritu evangélico se acercarán nuestros hermanos, sacerdotes de la misericordia, a quienes Dios les envíe! Llegarán hasta ellos los arrepentidos, que se avergüenzan de sus desvaríos y de sus faltas, de haberse apartado del amor de Dios y de haber maltratado a los hermanos”, prosiguió. “En virtud del poder que Dios les confiere en esta ordenación sacerdotal, podrán ser ministros de reconciliación y de paz, diciéndoles en el nombre de Jesucristo que le quedan perdonados sus pecados. Alentarán la vocación de cada persona a vivir según la dignidad propia de los hijos de Dios, sin despreciar a nadie, sin ser indiferentes ante ningún hermano, sin apartarse del camino para no encontrarse con ellos”, señaló el Cardenal ante los atentos y emocionados asistentes. “Por el contrario, en su pobreza, en su abatimiento, aún en su soledad y cautiverio a causa del maltrato que reciben, de la pobreza que los postra, de las adicciones que los doblegan y de todos los pecados cometidos, descubrirán otros tantos llamados del Padre de los cielos a colaborar con Él, con su voluntad de cambiar las cenizas de tanta humillación y desesperanza en coronas de dignidad y de alegría, para que retomen el camino y hallen su gozo en peregrinar como ciudadanos del cielo”, añadió.
Fuente: DOP www.iglesiadesantiago.cl
El Arzobispo de Santiago también agradeció a las familias Paz y Ovalle por haber sido “cuna de su vocación”, así como también al Seminario Pontificio Mayor por haberlos formado y a la Parroquias San Martín de Porres, donde será Vicario el Padre Juan Ignacio Ovalle y a la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes en Vitacura, donde está destinado el Padre Iván Paz. Finalmente, el Arzobispo encomendó a la Virgen, en la fiesta de María Auxiliadora, a los presbíteros: “Ella los ha acompañado con amor de madre en todos los años de formación. Lo seguirá haciendo, por su fidelidad a Cristo y a cada uno de Uds. Toda su vida fue y sigue siendo una respuesta generosa a la elección divina de ser madre y colaboradora de Jesús y de todos los que lo hacen presente en su Iglesia como sacerdotes”.
Para amar y servir
El recién ordenado sacerdote, Iván Paz, fue el encargado de dar gracias al final de la Eucaristía: “Es difícil poder dar gracias, me uno a María Santísima para dar gracias por las grandezas que ha hecho el Señor. Gracias Señor porque has puesto tus ojos en nosotros”, manifestó emocionado. El presbítero manifestó su deseo y el de Juan Ignacio Ovalle de vivir su ministerio con alegría y gratitud para “amar y servir a todos y en todo”. Explicó: “Ser sacerdotes es un don gratuito e inmerecido”. Por último agradeció a sus familias, comunidades, a los presbíteros y especialmente al Cardenal Arzobispo por su presencia y cercanía.
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