(Victoria Lara) Alrededor de 30.000 personas participaron este lunes 24 de noviembre en la ceremonia de beatificación de 188 mártires japoneses del siglo XVII, que tuvo lugar en el Big-N Baseball Stadium de Nagasaki. La celebración, la primera de estas características que tiene lugar en suelo japonés, estuvo presidida por el cardenal José Saraiva Martins, enviado del Papa y ex prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, quien recordó que “el martirio ha sido un elemento siempre presente en la historia de la Iglesia, que acompaña la vida de los fieles”. En el acto, además de la totalidad de los obispos nipones, participaron representantes de la Iglesia de Corea, Filipinas y de otros países el Sudeste asiático.
Con motivo de este evento, el pasado domingo, durante el rezo del Angelus, el Papa mostró su “cercanía espiritual” a la Iglesia en Japón ante “esta circunstancia, tan significativa para la comunidad católica y para todo el país del Sol Naciente”. Asimismo, añadió: “¡Que su victoria en Cristo sobre el pecado y la muerte nos llene de esperanza y coraje!”.
El acto tuvo lugar en medio de una gran expectación, sobre todo entre la minoría católica. Los mártires beatificados, entre los que se encuentra el jesuita Peter Kibe y otros tres compañeros sacerdotes junto con 184 laicos, fueron asesinados entre 1603 y 1639, en una época de fuerte persecución religiosa. Entre ellos hay 52 fieles de Kioto, martirizados en 1622, y 53 procedentes de Yamagata, muertos en 1629, según ha informado la Conferencia Nacional de los Obispos de Japón. Uno de los testimonios más conmovedores es el de una familia entera de Kioto, Juan Hashimoto Tahyoe y su mujer Thecla, martirizados junto con todos sus hijos el 6 de octubre de 1619. La causa de estos 188 mártires fue incoada en 1984, tras la visita apostólica de Juan Pablo II al país nipón en 1981.
En una reciente entrevista concedida a la Agencia Fides, Joseph Mitsuaki Takami, arzobispo de Nagasaki, declaró: “Peter Kibe y sus 187 compañeros nos dejan a nosotros cristianos y a los no cristianos un mensaje rico en contenidos como éste: perseverar en la fe en Dios que es la única capaz de salvar a la humanidad; mantener siempre la libertad de religión, que es uno de los derechos humanos fundamentales; tener una actitud no-violenta ante los perseguidores, necesaria para conseguir la paz”.
Japón fue evangelizada por el santo español Francisco Javier entre 1549 y 1552, y a las pocas décadas la Iglesia empezó a sufrir una fuerte persecución. Los primeros mártires, encabezados por san Pablo Miki (crucificados en Nagasaki en 1597), fueron canonizados en 1862 por Pío IX, y otros 205 fueron beatificados en 1867. Hoy en día, menos de un 1% de los 130 millones de japoneses son cristianos y sólo unos 450.000 son católicos.
Vida Nueva
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