La sabiduría es un gran y elusivo don. Puede ser que yo ahora vea que actué con más insensatez que con sabiduría. Puedo haberme entusiasmado con algo , que pensé que era lo correcto y acompañado de elevados ideales. Sin embargo, el resultado final fué inquietante, dejándome a mí y a otros, más en desasogiego que en paz. Sabemos que la sabiduría nos llega también de nuestros fracasos. Cómo? Cuando me recupero de la oscuridad que me rodea, y con mi espíritu en paz, reflexiono sobre lo que me ha sucedido. Aprendo sobre mí misma(o) y sobre la vida, sobre algo que no había visto antes, o que no había recordado en una emergencia. Gano más confianza en mí misma(o), la habilidad de ver en una mayor perspectiva, y la valentía para ser paciente en circunstancias difíciles.
La apertura de mi corazón a la Presencia de Dios y a su enseñanza, me guía en el camino que lleva a la sabiduría. "Indícame, Señor, tus caminos, enséñame tus sendas; encamíname por tu fidelidad, enséñame, pues tú eres mi Dios, mi Salvador". (Salmo 25:4-5). Entonces, en tu Presencia, déjame reflexionar sobre mi vida, sobre lo que está sucediendo. Con un espíritu de bendición y esperanza, déjame ir hacia adelante y alcanzar la sabiduría del corazón.
Espacio Sagrado
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