"No hay amor más grande que el de dar la vida"
Juan 15,13
Señor, quisiera ser
de los que arriesgan la vida,
de los que dan su vida.
¡para que sirve la vida si no es para darla!
Pero yo soy un burgués,
un producto de la época del confort.
Yo busco para mi familia y para mi dinero,
una cosa: la seguridad.
Señor, Tú naciste en ocasión de un viaje,
y has muerto como un impostor
después de haber recorrido sin dinero
muchos caminos.
Señor. arráncame de mi egoismo
y de mi comodidad.
Que, marcado con tu cruz,
no tenga miedo a las dificultades
de la atracción, de la llama.
Termino por chocar con ella nuevamente.
No volvió a levantarse. Estaba muerta.
¡Que semejante somos los humanos
a la pequeña mariposa!
Sucumbimos fácilmente
ante lo que nos deslumbra.
Ahí está con su atracción cálida y luminosa.
Parece que el resto del mundo no existe,
sólo existe el objeto de la tentación.
Como la llama para la mariposa,
así experimentamos el impulso dxel mal
y la voz de la conciencia.
Nos acercamos demasiado
y nos chamuscamos las alas.
Es un aviso, Nos asustamos.
pero la fascinación continúa.
Nos justificamos y terminamos por quemarnos...
Señor, Tú conociste la tentación.
Fuiste tentado en el desierto.
También por Pedro, y en la pasión.
La tentación es propia de la vida del hombre.
Tú nos aconsejas en el Padre Nuestro,
pedir al Padre que no nos deje caer
en la tentación.
Más aún, nos ha dicho:
"El Espíritu está pronto, pero la carne es débil".
Señor, dame fuerzas para apartar mis pasos
de lo que brila y consume.
Dame decisión para resistir el impulso
que me empuja al mal.
Tú bien sabes de qué barro estamos hechos.
Dame la gracia de descubrir
que Tú eres la luz verdadera
que ilumina a todo hombre.
Y no nos dejes caer en la tentación
y líbranos de todo mal.
José Correa sj
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